en esto del Skolae, como en muchos otros temas, quizá sería conveniente reposar un poco y tratar de separar el ruido de las nueces. Porque hay muchos ruidos (mediático, político, social...), pero también muchas nueces. No es un asunto cualquiera por muchas razones. Pero eso son las nueces... El ruido viene de un doble factor. El primero tiene que ver con el contenido y el segundo, con el continente. Es evidente que la derecha sociológica y política ha elegido este tema (el mensaje) como campo de batalla y arma arrojadiza. Y lo ha escogido, en primer lugar, porque toca un contenido que para ella es importante (llevaban en este país décadas y décadas diciendo a los demás desde púlpitos, libros y pizarras cómo deben entender la relación con su cuerpo y con el de los demás...) y porque el proyecto Skolae -sólido en su resultado y en su proceso- le ha servido de materia prima para armar una ofensiva. No por su fondo, sino por su forma: es tan pionero y vanguardista (también en su propio lenguaje) para una comunidad como Navarra que no les ha sido difícil a los manipuladores entresacar y descontextualizar frases para fabricar fuego ideológico. Cuando se elabora un documento técnico y se distribuye hay que pensar que puede haber receptores no técnicos que lo reciban sin entender todos los conceptos o expertos que sí sepan de qué va, pero lo utilicen para otros fines más allá del debate educativo y pedagógico, que ha sido largo, abierto y participado durante más de un año, según asegura el Gobierno. Quizá éste era un aspecto que se debería haber blindado también por parte del Ejecutivo... Pero era muy difícil. En cuanto al continente, al vehículo, el asunto no hubiera adquirido la dimensión viral que está cogiendo sin el actual mundo del Twitter, el Facebook, el Whats-App con pantallazo simplificador. Hay descalificaciones y afirmaciones en diferentes muros injustificables y el resumen que algunos han puesto en circulación por las redes sociales de un documento de más de 100 páginas es un buen ejemplo de la primera práctica. Pero esto, por desgracia, es el pan de cada día en el mundo de las fake news y otros fenómenos. Y unas veces llueve en un lado y otras, en otro. Ruido y más ruido en vez de debate, reflexión e información. Pero lo importante son las nueces. Y las hay de dos tipos. Las primeras tienen que ver con algo fundamental hoy en día: si ante fenómenos tan graves como la desigualdad, el machismo, la violencia de género (ayer murió otra mujer, y van muchas, a manos de su pareja) y la discriminación por razón de sexo siempre se apunta a la necesidad de acometer el tema de raíz abordándolo desde la educación, no vale escandalizarse cuando un Gobierno -aquí o en Murcia- coge el guante y articula un programa para ello contando con expertos de nivel que venían colaborando incluso en otras legislaturas. Sí vale cuestionar y abrir un debate, pero esto es otra cosa. Es una ofensiva en toda regla que también se preparará -aunque hay que esperar acontecimientos- colegio a colegio, aunque nunca es justo meter a toda la red en el mismo saco, ya que hay centros que sí están de acuerdo con el programa y lo expresan en sus webs. Y aquí viene la segunda nuez, la realmente importante, que tiene que ver con la educación y la sociología de la Comunidad Foral. Lo que realmente está en juego de fondo en toda esta polémica no es si la educación sexual tiene que ser de una forma o de otra (algo que en sí ya es importante o al menos que exista) sino otro debate de más largo recorrido y que puede ser otra de las verdaderas piedras de toque del cambio. Se trata de dirimir si todos lo centros financiados directa o indirectamente con fondos públicos tienen que impartir unos contenidos trasladados desde al Administración ante un tema de transcendencia social e interés general o no. Hablamos de contenidos en la escuela (en Navarra no hay enseñanza privada, toda es concertada), no en el hogar donde cada cual es libre de educar co-mo quiera. Dura partida para cualquier gobierno. A ver el final...