Año tras año, después de que el reloj marque las doce campanadas de la medianoche, la tradición popular establece numerosos rituales para empezar con buen pie el nuevo año que está a punto de comenzar. En las casas, los más adultos suelen vestir ropa interior de color rojo, comen las doce uvas y brindan con champán celebrando la entrada del nuevo año entre numerosos abrazos con los familiares con los que han compartido la cena. Después, los hay quienes salen de fiesta, vestidos de etiqueta, a celebrar el inicio de año con sus amigos.

Sin embargo, “la etiqueta” en Pamplona es la de los diversos disfraces que llenan las calles del casco viejo de la capital navarra con diferentes motivos: cinéfilos, deportivos, históricos o de actualidad; originales, ingeniosos e incluso hay alguno tradicional. Además, en los últimos años se está viendo cómo se incrementa la cantidad de extranjeros que acuden a celebrar el inicio de año.

En esta ocasión, a las 0.30 horas se rompió el hielo y las primeras cuadrillas empezaron a acudir a la plaza del Castillo, punto de encuentro de la noche, para reunirse entre ellas, felicitarse el año y comenzar una fiesta cuyo inicio estaba en el corazón de la ciudad. Completamente equipados, en el comienzo de la noche se podía divisar quién disfrutaba con sus amigos por primera vez, quién había invertido horas en la elaboración del disfraz o, incluso, quién lo había hecho a última hora.

Con el paso de los minutos, el jolgorio era apoderó de la tranquilidad y los protagonistas comenzaron a desfilar. Entre los disfraces coparon el protagonismo las series de Netflix y los carry me -disfraces que simulan estar a hombros de una persona o, en su defecto, un animal- y dejaron a un lado los monos de animales, que se están convirtiendo en un clásico dada su comodidad y sencillez.

La noche siguió su curso y a las 06.00 horas se hizo la luz. Pero la de los bares, que echaban el cierre a un largo ajetreo. Horas antes varias personas ya habían emprendido el camino de vuelta a casa. Sin embargo, la fiesta no terminó ahí. El dilema del qué hacer sobrevoló las cabezas de los que todavía tenían aguante. Hubo quienes desistieron y optaron por ir a desayunar y quienes siguieron de fiesta hasta las 09.00 horas. Ahí, sí que vieron la luz.los protagonistas Las series de Netflix La casa de Papel o Vis a Vis tuvieron una amplia representación. En cuanto a la primera, Aitor, Raúl, Yolanda, Irene, Cristina y Alejandro, entre otros, comentaron que eligieron el disfraz, a pesar de que había sido novedad el año pasado, “por su sencillez y la comodidad de pagar por algo que está hecho, a pesar de que la máscara de Dalí y el mono rojo los compramos por separado”, mientras que Sonia, Marina, Laura, Paula y María decidieron elaborar su mono amarillo por su cuenta, al que le cosieron los detalles.

Otro estilo de disfraz que triunfó en la primera madrugada del año fue el carry me. A hombros de un gnomo, David, Iván, Iker, Miguel, Xabier, Mikel, Jesús y Ramiro reconocieron que tenían el disfraz preparado en el armario con un mes de antelación. Como admitió Iván Luquin, aprovecharon “la ocasión del Black Friday para comprar el disfraz a mitad de precio”.

Las películas también tuvieron su representación de la mano de la saga El señor de los anillos, como fue el caso de la cuadrilla formada por Lucas Montero, Javier Ibáñez, Carlos Jiménez, Mikel Lacunza, Guillermo Lacunza o Juan Urdániz, entre otros, o El regreso de Mary Poppins, por el que optaron a última hora Javier, Rubén, Sergio, Marta, Jaime, Javier y Alejandro. “Hace dos días teníamos muchas ideas. Hubo votaciones y se impuso el sentido común de que no daba tiempo a realizar algo muy elaborado. Hemos agarrado cuatro trapos viejos que teníamos por casa y nos lo hemos apañado”, comentaron.

Tampoco faltaron disfraces de la propia Pamplona. Covadonga, Elena, Isabel, Irene, Carmen, María, Cristina, Irene, Silvia, Ana o Teresa optaron por un disfraz low cost y salieron a la calle vestidas de tarjetas de autobús. Este grupo se complementó por casualidad -puesto que no les conocían- con otra cuadrilla de amigos que vistieron de autobuses de la Mancomunidad.

Fuera de la temática audiovisual, Laura Gastón, Ane Duñabeitia, María Espelosí, Claudia Buldain, Paula Urdánoz, Cristina Santamaría, Helena Navailles, Amy Iturralde, María Beruete y Verónica Goñi se disfrazaron de astronautas. Con un disfraz que calificaron de “sencillo” y con la idea de ir llegar a la luna, clavaron su bandera en el quiosco de la plaza del Castillo. “Tranquilo Houston, no tenemos ningún problema”, bromearon.

Todos los disfraces tuvieron sus anécdotas. Hubo quienes no conocieron su disfraz hasta después de las uvas. Este fue el caso de Javier Sánchez, Juantxo García, Edu Elizalde, Marian Ruiz, Javi Iturralde, Ander Agustín y Ana Gracia, un grupo de siete amigos. ¿El motivo? Meses antes, dos de esos amigos se casaron y los otros cinco integrantes de la cuadrilla les propusieron el reto de hacer el disfraz de Nochevieja para todos si querían recibir su regalo de boda. La pareja ya cumplió con su cometido, ahora es el turno de los otros.

Se encendieron petardos. A pesar de que días antes la Policía Municipal de Pamplona recordó, con motivo de la celebración de la Nochevieja que, según establece la Ordenanza sobre promoción de conductas cívicas y protección de los espacios públicos, estaba prohibido, sin autorización, “encender o mantener fuego, así como portar mechas encendidas y el uso de petardos, cohetes y bengalas u otros artículos pirotécnicos en los espacios de uso público”. En este aspecto, hubo quien hizo -y no fueron pocos- caso omiso de las indicaciones y no tardó en hacer sonar petardos por las calles del Casco Antiguo de Pamplona.

Atractivo para visitantes. De tiempo a esta parte, la Nochevieja pamplonesa parece ganar adeptos en otras ciudades. No fueron pocos los que se desplazaron hasta la capital navarra de comunidades limítrofes para disfrutar de una fiesta que está cobrando mucho músculo y atractivo, además de haber generado una intensa competencia por ver quién luce el disfraz más original y sorprendente.

La plaza del Castillo, como en Sanfermines. Alrededor de las cinco de la madrugada, el ambiente en la plaza del Castillo recordaba por la multitud de personas congregadas a los Sanfermines. Grupos sentados improvisaban un botellón multitudinario.

Acumulación de basuras. Unas cosas traen las otras y la gran presencia de personas en las calles y el consumo de bebidas generaron abundante basura conforme avanzaba la madrugada. Los servicios de limpieza se tuvieron que emplear con intensidad en las primeras horas del día para que la ciudad ofreciera su mejor cara al año recién nacido.

Vasos reutilizables. El Ayuntamiento de Pamplona repartió entre los locales de hostelería del centro histórico más de 13.560 vasos reutilizables para Nochevieja, que volvieron a estar presentes en bares de Calderería, Navarrería, Aldapa, San Agustín y Tejería, además de en locales dispersos en la plaza del Castillo y calle San Francisco y en algunas Peñas.

La Nochevieja de 2018-2019 ha sido la cuarta consecutiva en la que el Ayuntamiento de Pamplona ha apostado por el vaso reutilizable para evitar tanto residuos como la contaminación que genera producirlos.

En la Nochevieja de 2015-2016 tuvo lugar la experiencia piloto en este campo con una cantidad de 6.000 vasos.