pamplona - El Juzgado de lo Penal número 3 de Pamplona ha condenado de conformidad a un vecino de Tudela de 25 años, D.M.C., a siete meses de prisión por un delito de atentado y a 720 euros de multa por tres delitos leves de lesiones por haber pegado a cuatro funcionarios de prisiones de la cárcel de Pamplona cuando estos le llamaron la atención al percatarse de que no estaba en el interior de su celda. Debe pagar casi 5.000 euros en concepto de indemnización. El joven, que cuenta con hasta ocho condenas por hechos similares, no cumplirá esta pena en prisión ya que debido a que está diagnosticado de una rara enfermedad, el llamado síndrome de Gilles de la Tourette, se recomienda que se adopte durante dos años una medida de seguridad de tratamiento ambulatorio. Asimismo, por dicho motivo, se le aplica la eximente incompleta de trastorno mental, lo que hace rebajar considerablemente su condena. Igualmente se le aplica la agravante de multirreincidencia.

La sentencia da por probado que el joven tudelano, al que representa el abogado José María García Elorz, se encontraba el 29 de noviembre de 2017 cumpliendo una pena anterior en el centro penitenciario de Pamplona. Una vez allí, en torno a las 14.30 horas, a la hora del cierre de celdas de mediodía, el acusado no se encontraba en su celda sino en las escaleras. Al verle, un funcionario de prisiones le preguntó por qué no se encontraba en su celda, lo que motivó que el procesado se alterara, se agitara y comenzara a amenazarle diciéndole: “Me da igual todo y te vas a llevar hostias”, y con ánimo de atentar contra el principio de autoridad representado por el funcionario, le acometió con puñetazos y patadas y le arrancó las gafas que el funcionario lleva puestas y las aplastó, siendo reducido en el suelo por el propio funcionario que pidió ayuda.

REFUERZOS PARA APLACARLE Así, se personaron en el lugar otros dos compañeros, jefes de servicio. Sin embargo, eso no aplacó la agresividad del procesado. Este se volvió a resistir activamente y continuó con sus insultos y amenazas: “Os voy a matar, nada más que pueda voy a pegar al siguiente que se arrime...”, siendo esposado por los funcionarios. El encausado, en el traslado al departamento de ingresos, lejos de deponer su actitud, lanzó un cabezazo hacia atrás para agredir a un jefe de servicios, pero este lo esquivó por lo que no terminó golpeado.

Ya en el departamento de ingresos, el acusado volvió a lanzar otro cabezazo hacia atrás e impactó contra un funcionario que fue alcanzado. Como consecuencia de todo ello, uno de los funcionarios sufrió heridas en la muñeca, párpado, muslo y zona lumbar y sufrió un perjuicio de calidad de vida durante 43 días, además de la rotura de las gafas. Otro sufrió un esguince en la muñeca y una contusión nasal.

TRASTORNOS Conviene recordar que el historial de este joven está plagado de incidentes violentos y, de hecho, ya desde julio de 2013 arrastra su primera condena (de dos meses y medio de prisión) en aquel caso por malos tratos en el ámbito familiar. Las sentencias en las que ha sido condenado le reconocen el síndrome de Gilles de la Tourette, además de un trastorno disocial de personalidad y un trastorno de adaptación. Precisamente, al ser detenido por aquel altercado en su casa, el procesado protagonizó un nuevo incidente cuando estaba encarcelado en la comisaría de la Policía Foral. Allí se puso a insultar a los agentes con expresiones como “gilipollas” y propinó un puñetazo a uno de los agentes en el pecho, sin llegar a lesionarle. Se le condenó a tres meses de prisión por atentado. En su tercera condena, el joven se conformó con otros tres meses de cárcel, además de multas e indemnización, después de otro altercado violento mientras cumplía una de las penas de prisión. En esa ocasión, en el módulo de Enfermería del centro penitenciario de Pamplona, varios internos se dirigieron a un funcionario de prisiones quejándose que estaban sufriendo amenazas e insultos por parte del acusado. Un funcionario acudió a mediar entonces entre el procesado y otro interno y solicitó refuerzos. Al acudir dos jefes de servicio, se abalanzó sobre dos de ellos, lanzándole a uno de ellos diversos puñetazos a la cara, y pegó otro puñetazo a uno de los funcionarios.

EN LA CELDA Y EL LOCUTORIO En un cuarto episodio violento, el procesado fue condenado en Zaragoza a una multa después de haber prendido fuego al colchón de su celda cuando estaba recluso en el centro penitenciario de Zuera. En una quinta ocasión, se le absolvió al entender que el trastorno que padece debía aplicársele como eximente completa y, por tanto, carecía de responsabilidad penal. Ocurrió aquello el 14 de febrero de 2016 por la noche, en la puerta de su domicilio, cuando el acusado estaba con una fuerte agitación nerviosa por la que varios policías locales acudieron a calmarle, sin llegar a conseguirlo. Al ver a los agentes, el joven cogió el extintor y un cuchillo acometiendo contra los agentes y llegando a vaciar el extintor contra ellos, causándoles varias erosiones. En otra nueva sentencia fue condenado a otra multa, de 180 euros, por un delito leve de lesiones después de dar dos puñetazos y agarrar del cuello a una auxiliar de enfermería que le atendía en Psiquiatría. En una séptima resolución se le volvieron a imponer tres meses de cárcel después de haberla emprendido a golpes con un celador, al que golpeó en la nariz, en el hospital Reina Sofía. Por último, se le condenó a 180 euros de multa y a 5.500 de indemnización por haber golpeado al cliente de una cafetería de Tudela, con el que el procesado discutió en septiembre de 2014. No solo le empujó y le hizo caer al hombre de un taburete sino que además le dio un puñetazo en la boca cuando se reincorporaba.