La soledad no tiene un único rostro y no entiende de edades. “La gente tiene la necesidad de demostrar que no está sola y se divierte. Por eso se saca una fotografía y la sube a Instagram. La tecnología es la soledad disfrazada”. Esta reflexión de un joven estudiante durante el encuentro que mantuvieron ayer alumnos de seis centros de Formación Profesional (FP) con personas mayores en el Politécnico Easo de Donostia demuestra que cuando se habla de sentirse solo no hay que poner la mirada únicamente sobre los ancianos.

Un total de 60 estudiantes de los centros de FP Meka (Elgoibar), Easo (Donostia), Monte Albertia (Zarautz), Aretxabaleta Lanbide Eskola, Tolosako Inmakulada Lanbide Eskola y Plaiaundi (Irun) se reunieron con 50 personas mayores de la Fundación Aubixa en un encuentro organizado por el Centro de Investigación e Innovación Aplicada de la FP de Euskadi, Tknika, con el objetivo de hacerse uno en la lucha contra la soledad.

A contrario de lo que en un principio podría parecer, las mesas redondas que se realizaron durante toda la mañana desvelaron que la incomunicación es una problemática que no solo llega con el paso de los años. “Los grupos de niños quedan para estar juntos, pero se refugian en la soledad del móvil. Se sientan en el suelo y no se relacionan entre ellos”, contaba Mikel, un estudiante de Plaiaundi, al que Patxi, jubilado, respondía que “falta tiempo de desconexión y de conocerse a sí mismo”: “Ya nadie piensa en quién es, solo en la imagen que quiere mostrar”.

En las diferentes conversaciones se apuntó a “una sociedad individualizada” fruto de esa falta de comunicación. “Hay mucha gente que ni siquiera se relaciona con sus vecinos, hasta tal punto que alguien puede morirse sin que nadie sepa que lo ha hecho”, opinaba otro de los adultos.

“Generalmente los problemas de los demás no nos importan. La gente nos incomoda. El mejor ejemplo de ello es cuando hay cola para subir a un autobús, que nos sabe mal. Hace falta más solidaridad”, compartía José Félix, un médico ya jubilado, mientras Iker, alumno de Easo, mostraba su conformidad con gestos: “Nos gusta que nos escuchen, pero nos cuesta escuchar. Siempre es más fácil cerrar los ojos a problemas exteriores”.

Entre las preocupaciones de los jóvenes también se colaron las cuadrillas. “Te aíslan. No quieren que estés con ellos si no les conoces y no quieren que salgas si estás en ella”, contaba una joven que afirmaba haberse sentido sola cuando repitió cuarto curso. “A mí también me daba vergüenza decir que había repetido. Temes la imagen que estás proyectando de ti”, compartía una compañera suya.

“La clave son los apoyos emocionales”

A pesar de estos comentarios, la gran problemática de la soledad sigue estando entre los más mayores. Algo que para José Félix tiene una doble lectura: “Yo siempre he sido hiperactivo en cuanto a hacer cosas y además he tenido cinco hijos, por lo que no he tenido nunca esa experiencia, pero conozco mucha gente que sí. Aunque también sé de otros que viven solos y no sienten que lo están. La clave es que haya apoyos emocionales”.

“En nuestra generación éramos muchas personas. Ahora los jóvenes son cada vez menos y no hay esa conciencia de ayudarse unos a otros”, apuntaba Mari José, jubilada, al tiempo que añadía que los mayores de 65 años “tienen todavía mucho que aportar a la sociedad” y, por lo tanto, se les debe prestar atención.

A ese respecto, un miembro de Fundación Aubixa afirmó que lo ideal sería combinar los valores de las generaciones más mayores con las nuevas. “Antes se daba más fuerza a asuntos como el trabajo y la familia, mientras que ahora existe un concepto de vivir la vida. Se trata de juntar esas dos posturas en encuentros como este”, explicó.

Esta no fue la única brecha que notaron las dos generaciones. Mientras las estudiantes afirmaban que hoy en día es “más sencillo abrirse a un chico que a una chica”, los mayores comentaban que apoyarse en alguien del género contrario en su juventud era muy extraño. “Los de nuestra generación no teníamos amigas. Hasta que no tenías novia, no hablabas casi con mujeres”, aseguraba José Félix, mientras su mujer lo corroboraba explicando que ellas tampoco compartían sus inquietudes a los hombres.

Tanto para aquel momento como para los tiempos actuales en los que la comunicación parece haber mudado a las redes sociales, el más de centenar de participantes opinaron que contra la soledad no hay mejor remedio que la amistad.

“Se trata de buscar a quien es afín a ti, a quien comparte tus intereses y a sentirse cómodo con él. Puede ser alguien familiar o no, no importa. La amistad es el gran secreto”, concluyeron en muchas de las mesas redondas.