pamplona - El acoso tiene ahora también forma de emoticono, llega por cualquier dispositivo y, por ello, es más difícil ponerse a salvo. Los mensajes a través de redes sociales, la búsqueda obsesiva de información en Instagram o Facebook para utilizarla de la manera más perversa o los whatsapps incesantes con conductas del todo insanas y conversaciones explosivas hacia exparejas que nada quieren saber de uno/a se han convertido en la última modalidad de persecución personal. Una canallada digital que está reseñada desde 2015 como delito dentro de una modalidad que se conoce como stalking, que viene recogido en el artículo 172 del Código Penal, cuya implantación hacía ya prever la actual rutina de este tipo de infracciones. Sin ir más lejos, en los últimos tres años, los delitos de acoso a través de las nuevas tecnologías se han disparado en Navarra, según recoge el avance de la Memoria de la Fiscalía de este año.

El Ministerio Público incoó en el año 2018 hasta 167 procedimientos por este tipo delictivo, mientras que el año anterior se habían anclado en 48 y habían llegado a 66 durante el año 2016. En el último análisis conocido de la Fiscalía respecto a estos datos se decía que el 60% de los acosos calificados en Navarra habían sido realizados por medios telemáticos (mensajes de WhatsApp o Messenger de Facebook), aunque sigue manteniéndose la tendencia a considerar que se trata de un supuesto, normalmente, de delito leve de vejaciones injustas, salvo que exista conformidad en el proceso judicial abierto.

conductas propias de la violencia de género La Fiscalía navarra recuerda en su análisis pormenorizado que “las amenazas y coacciones vertidas por medio de la red están igualmente íntimamente relacionadas con la violencia de género”. Y en el caso en el que se utilizan las nuevas tecnologías, explican que “no se utilizan como medio para esconder la autoría, sino como forma de inspirar mayor temor, al crear una sensación de control por parte del autor respecto de la víctima”. Ya advierten en este sentido los especialistas que “dada la naturaleza íntima de la relación previa que han mantenido, resulta más fácil para el autor el conocer las claves de acceso, amistades o personas a las que la víctima tiene acceso”. De esta forma, se dirigen bien a la víctima directamente mediante amenazas, bien a su círculo de amistades con el fin de establecer un círculo de control sobre ella y así se ejerce presión sobre la misma.

En caso de ceñirnos directamente a los asuntos incoados por amenazas y coacciones a través de medios virtuales, la Memoria de la Fiscalía también aprecia un crecimiento desatado. De hecho, en 2018, se incoaron hasta 364 procedimientos por este tipo de modalidad persecutoria, mientras que durante el año 2017 habían sido 138 los casos abiertos tanto por amenazas como por coacciones.

Otra de las conductas delictivas a la que tienen que hacer frente muchas mujeres dentro de la espiral de violencia de género es el llamado aislamiento virtual como nueva forma de maltrato. Cada vez es más habitual que, como forma de control o castigo, se prive a la mujer que sufre el maltrato del teléfono móvil para controlar sus llamadas y conversaciones por diversas redes sociales, llegando en ocasiones a borrarlas o a difundirlas a personas distintas a las que las conversaciones iban dirigidas, consiguiendo con ello castigar a la pareja por una conducta que el maltratador desaprueba”.