pamplona - ¿Qué supone para usted esta investidura?

-Mucho. Es imposible no mencionar mi condición de navarro y de alguien nacido en Tudela. Si la Universidad de Navarra tiene a bien darme un doctorado honoris causa, y que los navarros me muestren también su alegría de compartir lo que ha sido mi carrera profesional, pues lo agradezco profundamente. En latín está la frase Nemo propheta in patria sua (nadie es profeta en su patria), pues, que no se cumpla (sonríe).

¿Qué siente al pasear por Pamplona? Por ejemplo, al ver la plaza de toros que usted reformó en 1967.

-No quisiera caer en un aparente fácil halago al decir que Pamplona es una ciudad hermosa y que ha crecido más armónicamente que algunas de sus vecinas. Creo que en esta ciudad se ha sabido recoger lo que eran los asentamientos, los pequeños núcleos de población (cendeas y municipios próximos) incorporándolos sin perder la noción de paisaje y verde de la ciudad.

¿A qué se refiere?

-Hoy en día esa meseta que es la Pamplona antigua es el corazón de algo que había que ver más en términos territoriales. No estoy diciendo esto por quedar bien. No todas las ciudades han crecido del mismo modo. Ese núcleo tan bien articulado en el que las murallas no son ajenas, sino que se han quedado marcando la zona antigua y desde la que se ha extendido. Incluso la Universidad, subrayando el interés que podía tener un accidente geográfico como es el Sadar, ha contribuido a definir lo que es hoy la estructura urbana de Pamplona.

¿Qué observa en su ciudad natal?

-Tudela ha tenido más problemas urbanísticos que Pamplona y se han ido enmendando. Por ejemplo, los polígonos industriales son mas desaliñados. La condición de capital de Pamplona quizá haya influido en el disponer de más atributos.

¿Qué retos se plantea la Arquitectura en el mundo actual?

-Muy diversos. Según los diferentes países y culturas. En general, todo el mundo está viendo una concentración en las ciudades. En las grandes, de 10 a 20 millones de habitantes, el problema pasa a tener otra escala en términos simplemente demográficos. En Ciudad de México como problema está el dar cobijo a 20 millones de habitantes y las urgencias son otras (de tráfico, de infraestructuras?).

¿Tiene un edificio favorito?

-Me atraen las intervenciones en las que el problema de la arquitectura y de la ciudad se funden y la arquitectura contribuye a la ciudad entendida como un todo. En proyectos como la ampliación del Prado o el de la Estación de Atocha se trata de dos edificios que tienen la condición de monumentos y, al mismo tiempo, de edificios que inevitablemente están obligados a contribuir a la vida de la ciudad. Esto son trabajos arquitectónicos de mayor interés para mí.

¿Tiene algún trabajo entre manos que aborde con especial ilusión?

-De las dos o tres cosas que tengo ahora, quizás, un edificio relativamente pequeño en un lugar muy destacado en Berlín, entre dos obras del arquitecto Schinkel, persona a quien la capital alemana es deudora por su labor a principios del S.XIX. Tengo la ocasión de establecer un diálogo. En el fondo, para mí, hacer algo así allí significa proponer a los demás cómo se produce la continuidad de la ciudad en la historia de la arquitectura.

¿Qué siente con estos trabajos?

-Tener ocasión de desempeñar un trabajo como este es una satisfacción. Dotar un sentido que mantenga vivo lo que cabe entender como continuidad, no solo estilística, sino también en el discurso de una disciplina (la Arquitectura) a través de la función de sus formas... es algo que es una suerte. - P.S.S. / Foto: I. Porto

Breve biografía. Nace en Tudela en 1937, ha tenido la versatilidad de distinguir sus edificios con atmósferas totalmente dispares. Con un estilo carente de histrionismos, no se ha librado sin embargo de polémicas. Completados sus estudios en Madrid se pone a trabajar a las ordenes de Jorn Utzon en Dinamarca durante las obras de la Ópera de Sídney. Regresa a España en 1962 y se marcha de nuevo fuera, con una beca de dos años, a la Academia de España en Roma, de donde vuelve en 1965. Reconocido arquitecto, ha sido profesor en universidades como Princeton o Harvard (donde fue decano de su departamento de arquitectura), ha construido edificios desde Beirut hasta Los Ángeles, pasando por Madrid y Pamplona.

Premios y reconocimientos. En 1996 fue el primer español en recibir el Pritzker. Después vinieron el Van der Rohe (2001), Principe de Asturias (2012) o el japonés Praemium Imperiale (2017). En Navarra, entre otros, fue reconocido con el Príncipe de Viana (1993), doctor honoris causa por la UPNA (2007) y, a partir de hoy, por la UN.

Algunos de sus edificios. Entre sus proyectos, destacan la Sede social de Bankinter en Madrid (1963-67), el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (1979-1986), la Estación de Atocha de Madrid (1985-1992), la Fundación Pilar y Joan Miró en Mallorca (1981-1992), el Auditorio Kursaal de San Sebastián (1996-99), la ampliación del Museo del Prado (2001-07), la nueva biblioteca de la Univ. Deusto (2004-09), los Zocos Sur de Beirut (1991-2009) o la Iglesia de Iesu en Donostia (2007-11). En Navarra, algunos son el Museo de la UN (2015) y la reforma de la Plaza de Toros de Pamplona (1966).