Pamplona. Un varón extranjero, sobre todo de Rumanía y de entre 30 y 50 años, en el Casco Viejo o el Ensanche de Pamplona, es el perfil más común de la mendicidad en Navarra, según un estudio del Observatorio de la Realidad Social llevado a cabo entre marzo y mayo de 2018.

El trabajo, realizado junto al Ayuntamiento de Pamplona, la Red de Lucha contra la Pobreza, Cáritas Diocesana, y el alumnado del Grado de Trabajo Social de la UPNA, supone un "mapeo pionero" de este fenómeno en la Comunidad Foral, ha informado el Gobierno de Navarra.

El estudio permite cuantificar por primera vez el fenómeno de la mendicidad en Navarra, conocer perfiles, localizar ubicaciones y averiguar rutinas.

El análisis se centró en la cuantificación y perfilado sociodemográfico de la mendicidad de calle en las localidades navarras de más de 5.000 habitantes, con especial atención a Pamplona y su comarca.

La gran mayoría de los casos observados se encuentran en la capital (126), muy por encima de los 13 de Tafalla, los 9 de Estella-Lizarra y los 8 de Tudela. Aquellos barrios que presentan una mayor actividad de mendicidad son los que tienen un mayor movimiento comercial como el Ensanche (44), Casco Viejo (27) o Iturrama (19).

Como grandes categorías, la mayoría de personas que ejercen la mendicidad en Navarra son hombres (66,8 %), personas adultas de entre 30 y 50 años (56,6 %) y que proceden de Europa del Este (47,3 %).

Otro perfil bastante repetido es el de mujer procedente de Europa del Este (23,9 %), que representa casi tres cuartas partes de las mujeres que ejercen la mendicidad (74,2 %).

Para futuras investigaciones, indican los autores, quedan por responder cuestiones relevantes, tales como cuáles son las trayectorias vitales previas, qué tipo de dinámicas lleva aparejada la mendicidad en grupos, qué tipo de relaciones tienen estas personas con los servicios y recursos existentes contra la exclusión o, por último, cuáles deben ser las políticas de intervención pública en Navarra.

El número de personas contabilizadas en Navarra que ejercían la mendicidad en la primavera de 2018 ascendió a 205 personas, de las cuales 137 eran hombres y 68 mujeres. Así pues, la mendicidad en Navarra está masculinizada al predominar claramente la presencia de hombres (66,8 %), frente a mujeres (33,2 %).

En lo que se refiere a la edad, la mendicidad se concentra en la franja de entre 30 y 50 años (56,6 % del total), seguida por las personas mayores de 50 años (el 30,2 %), grupo que presenta una mayor posibilidad de haber sufrido un proceso de desafiliación y pérdida de su red de apoyo, de difícil reparación.

Por último, la presencia de las personas menores de 30 años se corresponde con un 11,2 % del total.

Al contrario que en otros países, en Navarra hay más personas alóctonas que autóctonas, pues solo dos de cada diez mendicantes son de nacionalidad española.

Las mayores tasas de pobreza de las personas extranjeras, que cuadruplican las de personas de origen navarro, y las redes más débiles de apoyo provocan una mayor presencia de población extranjera en este colectivo, dicen como explicación.

La presencia predominante procede de Europa del Este (47,3 %), seguidas de las personas de procedencia africana, en su mayoría de la llamada África subsahariana (22,9 %).

Al igual que en otros países, el estilo de mendicidad que predomina es individual, si bien hay quienes la practican conjuntamente, de forma que la 'mendicidad colectiva' se aprecia sobre todo entre las personas de Europa del Este, en las que se observa una cooperación para la adjudicación de lugares estratégicos.

La gran mayoría (93 %) ejerce la mendicidad diariamente, a menudo en el mismo sitio, mientras que un 7 % lo hace de forma esporádica, y las mismas fuentes aseguran que su práctica está estrechamente ligada a las condiciones meteorológicas.

Parte de las personas entrevistadas viven en hogares pertenecientes a amigos o conocidos, mientras que otros comparten pisos junto con otras familias, aunque la cuantía que se paga por el alquiler tiende a ser alta para su poder adquisitivo, por lo que existen grandes dificultades para realizar los pagos pertinentes.

Además, se constata que la cronificación en la mendicidad es relativamente habitual. Hay quien dice obtener cantidades bajas, entre tres y cuatro euros al día, mientras que en otros casos dicen alcanzar entre 15 y 20 euros al día.

Si la ganancia de estas cantidades es continua en el tiempo, al mes se puede traducir en una media que oscila entre los 450 y los 600 euros, por lo que "ante las posibilidades de una inserción laboral normalizada, que vislumbran harto complicada, deciden seguir así".

Otro factor que contribuye al mantenimiento de esta práctica en algunos sujetos es que mantienen relaciones cordiales con vecindario y comerciantes y "se sienten cómodos en este rol, también porque aumenta su autoestima", ya que son personas reconocidas en esos entornos, lo que provoca conformismo con la desigualdad que sufren.

"Son dinámicas perversas porque dificultan la intervención al ser estas personas reconocidas por el mismo hecho que se quisiera evitar", concluye el estudio.