pamplona - La semana pasada comunicó su decisión de dejar la presidencia del Consejo Escolar de Navarra. ¿Vuelve a las aulas?

-No. El miércoles me despedí del pleno del Consejo Escolar y les comuniqué que lo dejo, entre otras cosas, porque en agosto me jubilo y porque cuando me ofrecieron el cargo tenía claro que era para cuatro años. Creo que es bueno que haya cambios. Llevo 41 años en la docencia, ya está bien (risas). Fue maravillo empezar mi vida profesional en aquella aventura extraordinaria que fue la ikastola municipal de Pamplona. Fue un referente absoluto no solo como inmersión lingüística sino también como innovación pedagógica y educativa. Después de estar toda mi vida trabajando allí ha sido bonito terminar en el Consejo Escolar de Navarra.

¿Cómo valora la experiencia de presidir un órgano tan plural durante estos últimos cuatro años?

-Ha sido una experiencia muy positiva pero he echado de menos la docencia. En mi etapa en la ikastola Hegoalde estuve demasiados años en la dirección, pero si algo tuve claro fue que tenía que tener carga lectiva. Creo que es imprescindible, ahora que hay mucha discusión en torno al modelo de dirección, que los directores y directoras tengan una conexión directa con su quehacer diario. Para mí ha sido muy importante la docencia directa, el contacto con escolares y familias, y el trabajo docente con los compañeros, y la verdad en estos cuatro años lo he echado en falta una barbaridad. Ha sido un vacío enorme porque es uno de los elementos centrales de mi actividad profesional.

¿Cómo ha sobrellevado ese vacío?

-Me he volcado en mi otra pasión: la innovación. Siempre me ha importado la innovación y la búsqueda de nuevas formas educativas que supusieran un avance sobre las anteriores. Y lo que había hecho desde mi responsabilidad como director y en el aula, lo he podido plantear de una manera distinta, de una forma más integral, desde el Consejo Escolar. Ha sido fantástico. Hemos hecho una apuesta por organizar jornadas de innovación basadas en la investigación y hemos trabajado codo con codo con los centros donde están llevando a cabo.

¿Qué supone para escuelas y docentes ese impulso a la innovación?

-A la gente que trabaja en innovación les supone un reconocimiento y esto es es impagable. A los docentes nos importa hacer trabajos que nos den sentido profesional y vital, y para muchos centros y colectivos ha sido maravilloso sentirse reconocidos, poder hace una presentación pública en unas jornadas, publicar, poder subir a la red sus trabajo... Esa es la forma real de impulsar innovación. Hay una parte de reconocimiento social imprescindible que no se ha hecho con la suficiente importancia. También se ha favorecido el desarrollo del discurso profesional, tenemos que ser capaces de crear un discurso de calidad, compartirlo y contrastarlo con otros docentes. Y eso no es posible si no se crean estas dinámicas.

¿Qué aspectos positivos destacaría de esta legislatura?

-Antes de nada hay que lamentar que seguimos sin una ley activa y en condiciones y es fundamental tener marcos legales muy estables. En lo que respecta a Navarra se ha hecho mucho y se han aprobado varios planes que han permitido ordenar y actualizar muchos temas que estaban paralizados. Por ejemplo el Plan Estratégico de Formación Profesional, que es importantísimo y se ha trabajado mucho, el tratamiento de la diversidad o el plan de Coeducación, que luego se llamo Skolae, que sin duda tiene una gran relevancia. Se han abordado aspectos de ordenación muy interesantes y espero que el futuro Gobierno siga por esta línea. Aparte del ruido mediático que generan los temas educativos creo que la comunidad educativa en Navarra es muy activa, muy profesional y muy dinámica. Uno de los elementos de cohesión social y de servicio más importante que tenemos en la Comunidad Foral es el sistema educativo y que tiene un altísimo nivel de calidad.

¿Qué asuntos siguen pendientes?

- Hay dos problemas no resueltos. El primero es la equidad, o la falta de equidad. Es un tema complejo porque es un problema social que viene al mundo educativo y éste no tiene los instrumentos necesarias para hacer una política de reversión. El segundo es que hacemos con las lenguas y culturas de Navarra que siguen siendo objeto de un enfrentamiento injustificado. Pero quiero insistir en la idea de que, optemos por los índices internacionales que optemos, nuestro sistema educativo nos proporciona un nivel de excelencia extraordinario. Eso no quiere decir que no tengamos que mejorar, pero sobre todo lo que se debe mejorar es la equidad.

¿Tiene alguna idea para que el nuevo Gobierno tome nota?

-Se me ocurren tres medidas pero no son las únicas. Una es apostar por un ciclo 0-3 años público y de calidad porque a muchas familias no les afecta pero para otras familias desfavorecidas el hecho de que no exista una oferta pública supone un obstáculo importante en una etapa decisiva. Una segunda medida es desarrollar políticas activas con los niños y niñas que pertenecen a bolsas de pobreza y marginalidad, que tenemos muy localizadas y tienen que ver con minorías étnicas y migrantes. Hay que entender que esos menores deben tener un tratamiento preferente en el sistema educativo, deben tener más medios y oportunidades. La tercera es apostar porque el sistema de acreditaciones profesionales se abra a las personas que estén trabajando, y a las mayores de 18 años, que tienen recorrido profesional y una habilidad que deberían convertirla en una titulación para seguir vinculados a la formación.

¿Seguirá vinculado al mundo educativo?

-Tengo planes, sí. En Navarra hace falta un discurso más elaborado y con más conocimiento de causa de los temas educativos. Los que tenemos algo que ver con la educación, tenemos el deber de sentarnos y, con datos en la mano y evidencias, discutir de cosas que no nos atrevemos a discutir. Estos años en el Consejo he comprobado que es posible llegar a más acuerdos en el ámbito educativo, tener un ambiente de confianza y discusión, y ser muy colaboradores.