pamplona - El estudio de los móviles de Irene de Fátima, Rozilene de Fátima y Ronaldo Dias, acusados del crimen en 2016 de Wilson Yanza que juzga desde el lunes un jurado popular, no hace sino acrecentar las sospechas de la existencia de un plan previo urdido por los tres encausados -la esposa de la víctima y los sobrinos de ésta-, para acabar con la vida de la víctima. Los guardias que testificaron ayer resaltaron una conversación previa al crimen, en la que Ronaldo preguntaba a su tía si ya se había ocupado del problema, a lo que esta le contestó que “todavía no, mejor no hablarlo por aquí -vía WhatsApp-. Lo hablaremos cuando estemos en persona”. Ello hizo desconfiar a la Guardia Civil. La creencia de que aquello podía tratarse de un complot fue pasando a un primer plano cuando hallaron otro mensaje de móvil que el sobrino envió a su jefe el mismo día del crimen. En él le informaba de que había tenido que ir a Tudela de forma urgente -él vivía y trabajaba en Madrid- para ayudar a su tía y a su hermana con “un problemón”. Asimismo, la falta de comunicación entre los encausados tras la muerte de Yanza también hizo saltar las alarmas de los investigadores.

La hipótesis de trabajo de los investigadores se afianzó cuando tomaron declaración a Irene y Rozilene para conocer algunos datos de la desaparición de Yanza. No se les interrogó en calidad de acusadas, pero ellas mismas se sentían como si lo fueran a la vista de su actitud. Desde el mismo origen de la investigación, las ahora encausadas adoptaron una postura autoexculpatoria, llegando a aportar pruebas que consolidaran su coartada sin haber sido previamente requeridas para ello (llevó el ticket de la autopista para demostrar que esa noche estaban en Pamplona y no en Tudela). “Nos llamó la atención que las declaraciones fueron calcadas, se notaba que estaban preparadas”.

Los indicios incriminatorios contra la viuda de Yanza se disparan al observar algunos comportamientos extraños que la acusada adoptó al poco tiempo de producirse los hechos. Así, Irene convenció a su sobrino para que le informara acerca de las pólizas de seguro -Yanza tenía tres contratadas- de las que disponía la víctima. Ello hace que las acusaciones sostengan que existía un móvil económico que motivaba la ejecución del crimen.

¿Quién tiró el cadáver? Otros dos peritos examinaron el lugar donde fue arrojado el cuerpo. Allí, encontraron una huella de arrastre continua que pudo corresponderse con el traslado del cuerpo de Yanza desde el coche de Ronaldo hasta el río Ebro. Asimismo, valoraron que, “por la postura en la que cayó el cadáver -desde una altura de unos 7 metros y con una valla de más de un metro de altura en la altura-, da la impresión de que fueron al menos dos o tres personas las que lo tiraron al agua, cogiéndolo de hombros y piernas”. Apuntaron, por último, que el peso de la víctima haría casi imposible que una persona arrojara el cuerpo por encima de la valla.