pamplona - Salieron del Parlamento orgullosos, con la cabeza alta, el corazón crujido y la sensación de que su relato caló hondo entre los parlamentarios de todos los grupos. “Por un lado sentimos el alivio de haber sacado todo esto fuera, de que nos han escuchado y de que nuestra historia ha supuesto todo un acontencimiento”, decía ayer Marcos, una de las víctimas del colegio Maristas, abusado por el hermano Julián en 1958. Y Jesús Zudaire, el presidente de la asociación, le refrendaba en su discurso: “Nos ha servido para reforzarnos como asociación”, resumía Jesús.

Entre las principales reclamaciones que expusieron, la asociación de víctimas de abusos sexuales en centros religiosos de Navarra (la primera a nivel nacional que llega a un escenario como este) exigió de alguna forma la no prescripción de los delitos sexuales como los que les afectan y, a su vez, que ello suponga también la no prescripción del delito de encubrimiento y, por tanto, se puede perseguir si bien la Iglesia, o bien una orden religiosa particular, o bien las dos, han ocultado información y encubierto a los culpables. Lo han hecho históricamente con traslados sospechosos de religiosos de destinos en los que estaban siendo cuestionados, con sanciones canónicas privadas y, por tanto, conocimiento flagrante de sus tropelías.

Marcos declaró ayer que la experiencia en el Parlamento había sido “un testimonio tenso, porque lógicamente desnudarte en un tema tan duro como es este, ante gente que no conoces y, además, impone bastante el lugar. Ha habido la suficiente carga de emoción y, a la vez, la suficiente claridad de qué es lo que queremos y también les hemos respondido a cada uno de los grupos que es lo que pensamos respecto a temas como la prescripción del delito. Queremos que se siga persiguiendo el delito de encubrimiento y necesitamos que exista una verdad tanto por parte del Arzobispado, como de otras instituciones, y que se nos pida perdón, investiguen internamente y nos hagan publico que es lo que saben de lo que sucedió”, resumió Marcos.

Además, la asociación demandó que se inste por parte del Parlamento (el Gobierno de Navarra, en concreto la consejería de Justicia se ha comprometido a ejercer de mediador en el asunto) al Arzobispado y a la diócesis para que dé algún tipo de respuesta a esta situación. “Esperamos que por lo menos lo intenten, otra cosa es que lo consigamos porque desde luego nuestra experiencia con el arzobispado no ha sido la deseada”, explicaron ayer. Además, expusieron ante los grupos los casos de doble victimización que han sufrido: Jesús Zudaire, abusado en el Puy en los 60, recibe notas obscenas en forma de acoso en casa; Mariví, abusada en Ursulinas en 1962, recibe el cuestionamiento de 72 exalumnas del centro que escriben una carta en su contra; y a José Luis, víctima en Reparadores en los 70 al igual que su hermano, el propio Arzobispo le pidió para guardarla en un cajón la carta que le dejó su hermano (fallecido) en la que le contaba crudamente su experiencia. “Lo que queremos es que se nos siga creyendo y que las entidades que nos han somedio a esto lo reconozcan, investiguen y den la cara ante nosotros”. - E. Conde/J. Lizarraga