el próximo mes de noviembre el Comité de Bioética del Estado aprobará un informe en el que abogará por levantar el anonimato de donantes de óvulos y de esperma. El órgano, adscrito al Ministerio de Sanidad y Consumo, es de carácter consultivo, por lo que su intención puede no llegar a entrar en el marco legislativo, pero sí que recoge una tendencia presente ya en otros países.

Uno de los últimos fue Portugal, donde el año pasado una sentencia del Tribunal Constitucional obligó a modificar la ley para equipararse a otros veinte estados, algunos como Suecia, Austria o Reino Unido. Este último, uno de los pioneros, estableció en 2005 que el donante debía admitir en una cláusula del acuerdo que sus futuros descendientes pudiesen identificarle en un futuro. La decisión trajo sus consecuencias, y en una década tan sólo había nueve donantes en el país.

Por el contrario, con una legislación similar a la estatal Ley de Reproducción Asistida de 2015, donde se garantiza que la donación de gametos sea anónima, se colocan Italia, Grecia, República Checa o Francia, aunque en este último una importante campaña liderada por adultos que nacieron por inseminación de un donante está abogando también por la revelación de los nombres.

el debate

Posturas enfrentadas

Bioética contra SEF

El debate que suscita este tema tiene dos claras posturas enfrentadas entre el Comité de Bioética -tanto el español como el internacional de la Unesco, que presentará su informe en diciembre- y la Sociedad Española de Fertilidad (SEF).

El primero aboga por “crear un sistema de acompañamiento y asesoramiento similar a la adopción”, en la que los hijos adoptados tienen derecho a conocer los datos sobre sus padres biológicos cuando alcanzan la mayoría de edad. El presidente del Comité estatal, Federico de Montalvo, defendió esta semana en El Mundo “a título particular” que los hijos concebidos gracias a la donación de gametos no pueden verse “privados” del derecho a conocer, si lo desean, quién es su padre o madre biológica. Este doctor en Derecho cree que se habla de “algo esencial para la dignidad humana”, y algo en lo que hay “bastante unanimidad” internacional. Además, los partidarios de esta posición aseguran que tienen ese derecho porque fue una decisión tomada por los adultos en su nombre y porque conocer su patrimonio biológico podría ser crucial para su salud.

En una posición contraria se encuentra la SEF, que rebate fácilmente este último argumento, ya que la ley de 2015 permite que se revele la identidad de los donantes excepcionalmente y en circunstancias extraordinarias que comporten un peligro cierto para la vida o la salud del hijo. En torno al derecho de los hijos, no entra en él, pero advierte que en los países en los que se ha aprobado eliminar el anonimato en estas prácticas el número de donantes se ha reducido “drásticamente”, dejando el número de donantes en solo un 10% del total de antes de la ley, lo que limitaría todavía más las opciones de los receptores para formar una familia. Por su parte, el asesor legal de la entidad, Fernando Abellán, mantiene que la legislación actual “ha funcionado bien”, por lo que “no hay conflictividad ni judicial ni extrajudicial por esta cuestión”, y aboga por mantener un marco normativo en el que ya se recogen las excepcionalidades por las que se pueden desvelar las identidades. Además, para este abogado, “conocer el nombre y apellidos del donante no aporta nada”.

dudas razonables

Un mar de incógnitas

Sin carácter retroactivo

Una de las dudas razonables que suscita esta posible decisión es si tendrá carácter retroactivo, algo complicado “porque hay gente que ha donado con unas determinadas condiciones”, según reconocen desde el Comité de Bioética. Demás expertos niegan también que se revisen anteriores donaciones, algo que provocaría muchos problemas ya que, especialmente en el caso de los hombres, se hace mayoritariamente en la juventud por mero carácter económico -aunque lo recibido es una compensación y nunca una transacción-.

De forma lógica y actuando coherentemente con lo anterior, los hijos tampoco tendrán derecho a la herencia de sus progenitores, ya que siempre se trata a éstos como donantes y no como padres y madres biológicos.

Otra de los interrogantes que aparece es la información que se puede ofrecer a quien lo solicite. En el nuevo informe tan solo se facilitaría el nombre y apellidos del donante, sin profundizar en más datos, por lo que a pesar de que se tome en cuenta el estudio en una futura regulación seguirá siendo muy complicado dar con el padre o madre.

De momento, en el Estado no parece haber casos de descendientes de donantes que lo busquen, pero, si prospera la intención del Comité de Bioética, se pondría fin al progenitor anónimo.

UN MÁXIMO DE 6 HIJOS POR DONANTE

Contemplado en la Ley. Que los hijos nacidos por reproducción asistida a través de un donante no puedan conocer a su progenitor -o al menos todavía- no significa que no haya un registro de donantes. Aunque la Ley de Reproducción Humana Asistida de 1988 ya preveía un listado, no ha sido hasta años recientes -de hecho, en este 2019 se ha obligado a la inscripción a todos los centros- cuando se ha puesto en marcha este inventario con diversos objetivos. Uno de los más importantes, y en base a la legislación, es evitar que un donante pueda tener más de seis hijos. Aunque la media europea sea de 25, se quiso prevenir riesgos vinculados a la consanguineidad, es decir, que dos hijos del mismo donante lleguen a tener descendencia juntos. Otra de las razones es la bioseguridad, pues teniendo todas las muestras catalogadas con un nombre se puede bloquear en caso de que de esos espermatozoides u óvulos salgan bebés con enfermedades genéticas. Además, así se deniega la posibilidad de que un mismo donante visite varias clínicas, multiplicando sus opciones de tener descendencia.

Hombre. El rango de edad para donar esperma es de 18 a 31 años, aunque el perfil de donante no sobrepasa los 23. Los 50 euros que se les otorga en modo de compensación atrae a los más jóvenes, que ven una forma fácil de ganar dinero, su principal motivación para donar. La eliminación del anonimato disiparía a muchos de ellos. La ley establece un máximo de 25 donaciones, por lo que un hombre podría llegar a ganar 1.250 euros si apura sus opciones.

Mujer. Entre 18 y 25 años -aunque el máximo en los requisitos llega hasta los 35-, solidaria y sin hijos es el perfil de la donante de óvulos. El proceso es mucho más largo y costoso que el de los hombres, y consta de varias consultas, estudios, medicación y tratamientos. Es por eso que la compensación llega hasta los 1.000 euros. Cada mujer puede donar más de una vez, pero el arduo desarrollo hace que no muchas repitan.

6.555

Es el número de partos tras donación que tuvo lugar en el Estado en 2017 (último año del que se tienen datos) según los registros la Asociación Española de Fertilidad.

Madres solteras. Cada vez es mayor el número de mujeres solteras que quieren ser madres y acuden a técnicas de reproducción asistida.

Parejas de mujeres. Otras principales demandantes son las parejas homosexuales de mujeres que deciden tener hijos.

Parejas heterosexuales. Las parejas heterosexuales acuden a esta opción cuando hay un problema de fertilidad de uno de ellos.

200

receptoras de esperma. Es la cifra -aunque podría llegar a las 300- de receptoras de semen de donantes al año en la Unidad de Reproducción Asistida del CHN. El tratamiento es gratuito para mujeres cuya pareja no tenga espermatozoides válidos, para parejas de mujeres y para madres solteras.

10

receptoras de óvulos. En la misma Unidad, tan solo realizan una decena de estos tratamientos al año, ya que solo se hacen bajo prescripción médica a mujeres que sufren menopausia con menos de 35 años.