pamplona - Las fuertes riadas sufridas en la madrugada de ayer dibujaron un paisaje devastador en muchos puntos de Pamplona y su Comarca. Una de las localidades más afectadas fue Villava, especialmente en la zona en la que confluyen los ríos Ultzama y Arga. En la mañana de ayer todo era caos. Los servicios de limpieza, bomberos y Policía Municipal trataban de atender en lo que podían a los vecinos. Mientras, en las bajeras y los comercios situados en los bloques más cercanos al cauce del río, los propietarios achicaban agua sin parar.

En la calle río Arga, cuatro empleadas de una peluquería trabajaban a destajo para limpiar los destrozos de la riada. “No nos había pasado esto en mucho tiempo, pero esta es zona de riesgo y al final nos tenía que tocar. En 17 años que llevamos en este negocio solo se nos ha inundado el local dos veces: con las fuertes riadas de 2013 y ahora”, comentaba Arantza Arizkuren, que junto a Marisa Piñero y sus hermanas Silvia y Sonia, llevan la Peluquería Sonia. El aviso se lo dieron a las dos de la madrugada, fueron al local y salvaron lo que pudieron. Volvieron a las 6.30 de la mañana pero la crecida del Ultzama y el Arga, que confluyen en ese punto, había anegado las calles colindantes. “El agua llegaría a los 40 centímetros, por lo que no podíamos pasar. Hemos estado esperando hasta las 11 de la mañana, cuando ya nos han dejado acceder”, relata Marisa Piñero mientras vacía un cubo lleno de agua en la calle.

Por suerte, al interior de la peluquería no entró un gran cantidad de agua y auguran que los daños no serán cuantiosos: “No supondrá una gran pérdida, aunque sí que se nos han estropeado los sillones hidráulicos y también la lavadora y la secadora”.

bar arga En la misma calle, el bar Arga tampoco abrió ayer al público. Al estar un poco más alto, el agua apenas entró en el local, aunque sí anegó la bajera en la que guardan el producto. “Por lo menos no nos ha entrado el agua al bar, pero habrá que ver lo que hemos perdido en el almacén”, se trataba de consolar Gonzalo Elatienda, que junto a su padre Bonifacio, limpiaba el suelo que estaba lleno de barro. “Además de que aquí confluyen dos ríos, hace poco se construyó un muro en la carretera que va hacia Burlada y que cuando sube el río hace de cuello de botella. Entonces el agua se va acumulando en toda esta zona”, apuntaba Gonzalo. - Unai Yoldi