Después de un largo camino de trabas legales o administrativas, “muchas puertas cerradas” como señalan Estefanía Erro y Magdalena Goikoetxea, dos madres de Lekunberri que denunciaron el robo de sus bebés, la única esperanza que les queda para encontrar respuestas son los bancos de ADN de laboratorios de Estados Unidos que pueden detectar parentescos de hasta cuarto grado, un puzzle que será más fácil de completar cuantas más personas se hagan este test. Precisamente, a uno de estos laboratorios recurrió María Teresa Quintana, que ha encontrado a una prima carnal de uno de sus progenitores con la que se reunirá el 6 de febrero en León. “Comencé la búsqueda de mis orígenes biológicos en 2008. Mis padres pensaban que había sido una adopción legal pero pagaron dinero”, recordaba esta joven nacida en Madrid pero que siempre ha vivido en Navarra. “Fuí al registro y no había nada y tampoco en el Instituto del Menor. Todo parecía que podría ser una adopción irregular”, observó.

Se hizo las pruebas a principios del pasado año y poco después salieron las primeras coincidencias en León, a través de unos primas terceras que viven en Londres y Australia. Así, viajó a esta ciudad para contactar con familiares para que se hicieran el test de ADN. “Te encuentras de todo, con gente reacia a la que les puede provocar miedo una persona que está buscando sus orígenes. Por lo general es buena”, apuntó, deseosa ya de reunirse con su prima. “A pesar de que por la vía judicial no he obtenido resultados, nunca he perdido la esperanza, con los bancos de ADN se nos han abierto muchas puertas”, incidió. Otra adoptada, Patricia Goñi, emprendió el mismo camino y ha encontrado coincidencia de un primo segundo.

“En España el cotejo de datos permite conectar a padres con hijos, o como mucho, a hermanos, y con matices”, explicó Peio Centeno, hijo de Estefanía Erro, más conocida como Fany, y presidente de la asociación Infogenes, creada este pasado verano para impulsar estos test de ADN genealógico. Asimismo, forma parte de Amalur Reencuentros Familiares, constituida hace tres meses por familiares de bebés robados y personas adoptadas. Ambas asociaciones se presentaron ayer en Lekunberri en una charla informativa para darlas a conocer y concienciar a la sociedad para que se haga estos test.

“Cuanta más gente se los haga habrá más posibilidades de obtener resultados. En Estados Unidos se lo han hecho alrededor de 30 millones de personas, más del 12% de la población, sobre todo para saber sus orígenes étnicos. Se lo hacen de manera masiva”, explicó Centeno. “Si alcanzásemos un porcentaje del 5% de la población española que se realizara alguno de estos test se conseguiría que los reencuentros serían prácticamente automáticos en la mayoría de los casos”, observó. Al respecto, señaló que “es importante acelerar los pasos porque las madres y padres se están muriendo”. Así, animaba a hacerse el test. “Es muy sencillo. En la mayoría de los casos recomendamos un kit que cuesta unos 60 euros y en el Black Friday estuvo a 49 euros”, observó. “Está demostrado que actualmente es el mejor y casi único método que está produciendo reencuentros a nivel nacional, con 22 constatados durante el año 2019, nueve en los que ha intervenido Infogenes, cuando hasta 2018 solo constaban tres”, abundó.

Así, el objetivo principal de Infogenes es maximizar los reencuentros familiares a través de laboratorios de ADN americanos, dónde los dos bancos internacionales privados más conocidos son MyHeritage y 23andme. “Nuestros pilares básicos para conseguir buenos resultados son la difusión y la concienciación social”, señala. También la implicación institucional. Y es que la búsqueda no finaliza cuando se encuentran los orígenes biológicos. A menudo se encuentran con trabas en las propias familias, reacias a hacerse estos test por miedo y desconocimiento. “Es una pena que se acerquen tanto y sus propios familiares no les ayuden”, lamentó Centeno, que pedía apoyo a las instituciones. “Vas donde un primo segundo a pedir ayuda y si te dice no, estás vendido. Imagina que llama un educador social y/o un psicólogo, una persona que haga de mediadora”, abundó, al tiempo que ponía el foco en el derecho de las personas adoptadas a conocer su origen biológico “reconocido por ley incluso por encima del derecho de la madre a ocultar su identidad”, destacó. Por ello, agradecía el apoyo recibido de los ayuntamiento de Lekunberri y Larraun en la organización de la charla.

BEBÉS ROBADOS Aunque habían pasado varios años desde que la cuestión de los bebes robados saltó a los medios de comunicación, sobre todo a raíz de la primera denuncia colectiva interpuesta en 2011 ante la Fiscalía General del Estado, a Fany se le encendió una luz hace año y medio cuando tuvo una conversación con María Teresa Quintana, novia de su hijo Roberto, que le confesó que era adoptada y que estaba buscando sus orígenes. Al interesarse por su historia y mirar en Internet, percibió que muchas madres que estaban buscando sus bebés robados durante la época franquista y primeros años de la democracia, relataban hechos que se parecían mucho a los que ella vivió hace más de 50 años, en julio de 1969, cuando dio a luz a su primera hija en el Hospital Virgen del Camino. Así, la familia de Fany se puso a investigar y encontraron irregularidades en la documentación, tras lo cual interpusieron una denuncia ante la Fiscalía de la Comunidad Foral y ante la Policía Foral. Asimismo, comparecieron ante el Defensor del Pueblo, la Dirección General de Paz y Convivencia del Gobierno de Navarra y también ante los medios de comunicación. “La colaboración institucional, como viene siendo habitual en estos casos, fue nula”, destacó Centeno. “Solo gracias a la colaboración de personas ajenas a las instituciones hemos podido saber que posiblemente fue llevada a Gipuzkoa, dentro de una red de tráfico de bebés que parecía girar en torno a un orfanato llamado Fraisoro que se hallaba en Zizurkil”, añadió.

El caso de Fany comenzó a conocerse y varias familias de Lekunberri y Larraun se identificaron con su relato y contactaron con ella para tratar de unirse en la búsqueda de sus bebés desaparecidos. Entre éstas estaba Magdalena Goikoetxea, que busca a su bebé, nacido el 15 de febrero de 1969 en una clínica de Tolosa. “Me dijeron que era niño, pero no lo sé, no me lo enseñaron ni me dieron su cuerpo”, recordaba. Archivadas las denuncias por falta de documentación, estas familias confían en encontrar aquellos bebés a través del ADN. “Si algún día a mi hermana se la salta curiosidad, o a sus hijos, y se hacen el test, automáticamente va a saltar la búsqueda de mi madre y saldrá la verdad”, apunta. “Justicia y reparación no va a haber, pero para mis padres sería algo maravilloso”, destaca.