Si algo debemos aprender de la pandemia de coronavirus es la necesidad de cuidar la naturaleza. Y es que el origen de la covid-19, que deja cerca de 400.000 muertos y más de seis millones de infectados en todo el mundo, está en el contacto con "animales huéspedes" como el murciélago o el pangolín. Cabe recordar además que otras pandemias, como la del ébola en la República Democrática del Congo (RDC), vienen causadas por la destrucción del entorno.

El Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra este viernes 5 de junio, se centra en la pérdida de biodiversidad, lo que podría elevar los casos de zoonosis -enfermedades transmitidas de animales a humanos, como el coronavirus-. Según la ONU, "alrededor del 60% de todas las enfermedades infecciosas en los humanos y 75% de las enfermedades infecciosas emergentes son zoonóticas, es decir que son transmitidas por los animales".

El tráfico ilegal de animales salvajes juega aquí un papel primordial. Especies como el citado pangolín son cazadas de forma ilegal en sus hábitats naturales para ser vendidas en los mercados asiáticos, convirtiéndose en una de las principales vías de contagio de virus de animales silvestres a humanos. Por ello es necesario eliminar este comercio no solo para reducir el riesgo de nuevas pandemias, sino también para proteger la biodiversidad.

Ante este escenario, es más necesario que nunca la concienciación medioambiental y evitar recortes en materia ambiental, advierten los expertos. Precisamente este es uno de los riesgos identificados por un grupo de investigadoras del Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA Lab) de la Universitat Oberta de Catalunya UOC, Mar Satorras, Isabel Ruiz y Hug March.

"La nueva priorización política -orientada al ámbito sanitario, a la atención a las personas y a la reactivación de la economía- puede derivar en una ralentización y en recortes en políticas ambientales. Esta situación pondría en riesgo tanto las nuevas declaraciones de emergencia climática y los planes climáticos como las campañas de sensibilización y educación ambiental de más largo recorrido", señalan las investigadores.

Alertan además de la flexibilización de las normas ambientales -en Estados Unidos se planteó dejar de imponer sanciones a las industrias contaminantes- , la posible reindustrialización con industrias contaminantes, el mayor uso del coche para desplazarnos por el miedo al contagio, o el incremento de residuos por la utilización de mascarillas, guantes y otros materiales desechables.

Hay otros riesgos que no son menores: el temor a más confinamientos puede suponer "el impulso de urbanizaciones de baja densidad, próximas a las ciudades, que aumentan la dependencia del transporte privado y que consumen más suelo y más recursos", y el cuestionamiento del papel de la ciencia, que "implicaría mayores reticencias a la hora de apoyar la toma de decisiones fundamentadas para afrontar la emergencia climática".

Las oportunidades que nos plantea la pandemia

Pero más allá de estos riesgos, también existen una serie de oportunidades. Así, la covid-19 puede favorecer una transición acelerada hacia una movilidad urbana más sostenible (a pie, en bicicleta, cortando calles al tráfico, etc.), lo que reduciría la contaminación atmosférica, algo que ya se observó durante el confinamiento.

Además, en la nueva normalidad pueden consolidarse algunas experiencias aplicadas en el confinamiento, como los cambios drásticos en el uso del coche y otros transportes contaminantes como los aviones o los cruceros. También se podría aprovechar para "enverdecer" las ciudades y el desarrollo de planes de recuperación 'verdes' o planes de choque 'ecosociales'.

Asimismo, la generalización del teletrabajo y el uso de herramientas como zoom para realizar videoconferencias podrían reducirse significativamente los impactos ambientales derivados de la hipermovilidad, y promover "patrones de asentamiento" en zonas rurales.

También se debe aprovechar el cambio de percepción de la emergencia climática que ha originado la pandemia. "La preocupación social y la sensibilización son factores clave para propiciar cambios de comportamiento y cambios políticos", indica el infome. En este contexto, el refuerzo del papel de la ciencia a la hora de tomar decisiones en el contexto de la emergencia sanitaria es otra oportunidad que no se debería dejar pasar. No en vano, implementar aquellas políticas apoyadas por la comunidad científica será clave "para hacer frente a las nuevas y viejas crisis".