n vídeo de un coche con las luces puestas arrastrado por la corriente del Cidacos circulaba la noche del 8 de julio del año pasado por las redes sociales haciendo saltar las alarmas sobre la magnitud de lo que estaba ocurriendo en Tafalla. La repentina crecida del río por las lluvias torrenciales que cayeron durante la tarde provocaron inundaciones catastróficas en varias zonas de Tafalla, que se saldaron con cuantiosos daños materiales.

Una de las zonas declaradas como críticas fue el paseo Ereta, lugar en el que se encontraba Aldo Deportes, una tienda que se vió arrasada completamente en cuestión de segundos; el agua reventó la puerta y llegó a alcanzar el metro y medio de altura en su interior. Un mes después, los propietarios se trasladaron a la calle Mutuberría, al lado de la plaza de los Fueros de Tafalla, gracias a la solidaridad de unos vecinos de la localidad.

"Estábamos limpiando la tienda para seguir trabajando allí como fuera, pero nos dijeron que teníamos un local con agua y luz. No hemos tenido que pagar ni el alquiler. Es una familia muy buena", confesó ayer la propietaria, Alicia Lizasoáin. Ahora, se encuentra reformando su anterior local con la intención de volver en septiembre, a la vez que tiene disponible la oferta Saldos de riada 2x1, en la que entra "ropa del año pasado que se quedó sin vender", explicó.

Pero no todas las historias tienen finales felices. En su caso, María José Ramírez tuvo que cerrar su negocio de estética en la calle Martínez Espronceda, muy afectada por la riada. "Igual podía haber vuelto a empezar, pero con mis edad ya no tenía ganas. Mi local quedó destrozado entero", lamentó.

El panorama también fue desolador en las viviendas adosadas del Camino Macocha, donde los vecinos achicaban el agua y retiraban el barro y los objetos que habían quedado inservibles, como el coche de Fermín Marco, que quedó flotando en el garaje. "Mientras dormíamos se encendía solo. Le quité la batería, pero tenía cortocircuitos y no tenía reparación", recordó junto a su nuevo vehículo.

El río llegó hasta el noveno peldaño de la escalera, cortó la electricidad y se llevó por delante todo lo que tenía en la parte baja de la casa, ya que tiró uno de los portones del jardín: mesa, sillas, documentación, recuerdos... Del garaje solo pudieron recuperar las estanterías y de la cocina y salón unos muebles, que quieren cambiar. "Colocamos tablas en las puertas, dos caballetes y una tabla para poder cocinar y compramos cuatro sillas y una nevera", explicó Milagros Muro, mujer de Fermín.

El barrio de Venecia de Olite, conocido así porque en la década de los 40 ya sufriera otra importante riada, tampoco se libró de las consecuencias de la crecida. Si bien todo el pueblo se volcó en ayudar a sus vecinos y vecinas, en el momento más crítico hubo alguien que se vistió de héroe para ayudar, sobre todo, a las más mayores. Es el caso de José Luis Jiménez, de 34 años, que no dudó en meterse en el agua e ir casa por casa para ver si había alguien junto a varios agentes de la Guardia Civil. Primero fue andando y después lo hizo con una piragua que había regalado a un amigo y que fue a buscar.

Onofre Ardanaz, de 81 años, y María Esther Baigorri, de 77, fueron dos de las personas que recibieron su ayuda. Su casa, en la calle Garínoain, fue una de las más castigadas, tanto es así que el agua incluso entró por la ventana. "Lo que pasó es inolvidable. Dije 'esto es un milagro', porque yo ya me había entregado a Dios", señaló Ardanaz.

Luego estuvieron casi dos semanas en casa de su nieta, mientras limpiaban todo, y tardó en arreglar la cocina y los cuartos unos tres meses. Todavía le quedan muebles por poner, pero después de todo está feliz por estar junto a su mujer en su casa.

Jiménez, por su parte, confesó sentirse contento por su labor, pero destacó que el trabajo fue de todos. "Lo importante es que no pasó nada grave", aseguró.