¿Recuerda las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid?: "Es probable que prácticamente todos los niños se contagien a lo largo del curso". ¿Es así? -No, no. Los niños se infectarán y la infección en los niños trasladará lo que esté pasando en la comunidad en la que estén, pero no quiere decir que todos se vayan a infectar, ni mucho menos. Yo creo que lo que la presidenta quería decir es que habrá muchas infecciones en pediatría y ni siquiera nos daremos cuenta, pero consiguió el efecto opuesto.

¿Qué pintan los niños en todo esto?

-Pues sabemos poco todavía. Cuando se infectan, muchos no presentan ningún tipo de síntoma y cuando los presentan son muy leves o inespecíficos. Y desde luego, la enfermedad grave es extraordinaria en el niño.

¿Pero contagian igual?

-Aquí sabemos un poquito menos. En cuanto a capacidad de infectar, creemos que sí; los pocos estudios que hay indican que infectan igual que los adultos. Lo que pasa es que como no enferman muchos de ellos, esas infecciones, o las buscas, o no las encontrarás.

¿Epidemiológicamente, la vuelta al cole es un experimento necesario para saber más acerca del virus en los niños?

-De la misma manera que cada fase de la desescalada lo fue. Me resisto a utilizar la palabra experimento, porque tiene unas connotaciones negativas. Pero evidentemente, es una apuesta sobre lo que va a pasar, asumiendo la premisa de que se hacen las cosas bien; y es una apuesta relativamente segura.

¿Y necesaria?

-Es necesaria para el bienestar de los niños y para poder volver a una normalidad lo más parecida a la de antes. Y dentro de todas las cosas que podemos hacer ahora, probablemente ir al colegio será de las más seguras, porque los niños estarán controlados. Es más seguro esto que abrir un gimnasio.

¿Y que abrir un bar?

-Sí, particularmente, que abrir un bar€ conociéndonos.

Lo que sí vemos es que son muy pocos los niños que necesitan ingreso hospitalario.

-Al principio de la pandemia, al que venía con algún síntoma lo ingresábamos, pero por precaución, no porque lo requiriese. Y ahora, al revés; intentamos alejar lo máximo posible del hospital a los niños si no necesitan cuidados. Enfermedades graves asociadas al coronavirus hay muy pocas en niños. Existe en particular el síndrome inflamatorio múltiple asociado al coronavirus, que se parece a la enfermedad de Kawasaki y tiene aspecto como de autoinmune, pero eso es extraordinario. A nivel nacional habrá habido un centenar de casos, si llega. Y además se puede tratar bien. Al principio, en algún país hubo alguna muerte, pero más porque no sabíamos exactamente qué estaba pasando y qué era; no porque no supiéramos tratarlo. Pero en general, la enfermedad grave en el niño es rarísima. Y quizás lo que estamos viendo es casos un poquito más graves en niños un poquito más mayores porque se parecen más al adulto.

¿Y por qué?

-Para entrar en las células el virus necesita un receptor en concreto y la expresión de esos receptores aumenta con la edad. Esa es una hipótesis y explicaría por qué el niño más pequeño apenas tiene síntomas y el adolescente empieza a tener síntomas un poco más parecidos a los del adulto.

Es padre de hijos de ocho años. Póngase en el papel de padre. ¿Cómo lo lleva?

-Siempre digo que tengo tres sombreros: el de padre, que me angustio; el de pediatra, que voy más tranquilo; y el de epidemiólogo, que también me angustio. Como padre, estaba mucho más preocupado por mis padres, los abuelos, que por mis hijos. De hecho, yo sospechaba que mi hijo había pasado el coronavirus porque alrededor de finales de febrero tuvo un episodio bastante potente de enfermedad respiratoria y pensé que lo había pasado. Luego lo testé, y resulta que no, pero como padre estoy muy tranquilo. De hecho, yo les acompañé en el primer día de cole, y estaban contentos de volver; lo que sí noté es que había tensión en la entrada y que muchos padres sí que están nerviosos.

¿Si solo existiesen los niños en el mundo, no estaríamos hablando de pandemia?

-Sí, probablemente se habría extinguido el virus antes de tiempo. No hubiera diseminado como ha diseminado.

¿Qué espera de este curso? ¿Habrá cierres masivos y/o frecuentes de colegios?

-Yo creo que no. Al principio habrá confusión y caos, porque somos los reyes de la confusión y el caos. El primer día que un profesor detecte que hay un niño que ha tosido una vez, va a hacer zafarrancho de combate, pero mi sensación es que pasará menos de lo que creemos que pasará. Habrá infecciones en las escuelas, esto es evidente, e inevitable; lo que sucede es que lo podremos contener de forma bastante eficiente, esa es la esperanza. Y luego, habrá escuelas de 1.000 niños en las que igual tienes casos en varias clases y no hay que cerrar el centro; y en otro de 100, igual por un solo caso, sí. El gran cambio es que seremos mucho más estrictos a la hora de no llevar al niño enfermo a clase y mucho más laxos a la hora de indicar test diagnósticos por curarnos en salud. A la mínima duda, se hará el test.

¿Está teniendo incidencia la pandemia en el resto de enfermedades infantiles? ¿Se les está tratando debidamente?

-Efectos indirectos los hay siempre. Hay niños que no pueden ir a vacunarse, porque el centro de atención primaria está colapsado. Pero esos efectos aquí son pasajeros y pocos. Donde está pasando esto a lo grande es en los países más pobres, donde no poder ir a vacunarte un día es estar en riesgo de morir de una enfermedad. En África, sobre todo, ahí sí que estamos viendo un impacto. En los adultos, evidentemente, sí estamos notando un problema. Porque un enfermo crónico que no puede seguir su rutina habitual, está teniendo problemas. Pero de los niños me preocuparía poco.

Luego están las enfermedades típicas de la infancia que empezarán a llegar ahora. ¿Esto va a ser un lío?

-Sí y no, porque otra cosa que está pasando es que llevar mascarilla, lavarse las manos frecuentemente, mantener la distancia física y todo lo que estamos haciendo por el coronavirus también sirve para los otros virus respiratorios. Aquí no lo vemos porque no ha llegado la temporada de la gripe, ni de otros virus respiratorios del frío, pero en el cono sur, donde es temporada de frío, ha bajado muchísimo. Eso significa que hemos hecho un buen trabajo.

Usted es defensor de llevar la mascarilla a partir de los seis años, pero se creó cierta controversia cuando la Organización Mundial de la Salud recomendó usarla a partir de los once. ¿Qué me dice?

-Eso tiene una explicación fácil. La OMS está obligada a hacer recomendaciones globales, mundiales, y para ellos es más importante el impacto que pueda tener su recomendación en los países más pobres que en los más ricos. Es simplemente porque no podían generalizar la regulación a los mayores de seis años en los países más pobres.

Pues mi hijo pequeño es capaz de que en dos horas se le caiga la mascarilla al suelo cuatro veces.

-Sí, sí, y eso lo tenemos que asumir. ¡Si los adultos la llevamos mal! No nos la cambiamos cada cuatro horas, no la limpiamos todos los días, nos la tocamos continuamente y hablamos con el móvil con la mascarilla bajada. Lo hacemos fatal los propios adultos, pues cómo vamos a esperar que los niños lo hagan igual o mejor que nosotros. Pero llevarla, aunque sea llevarla mal, es mejor que no llevarla.

¿Entonces le parece bien que la mascarilla sea obligatoria en el cole?

-Sí, sí, nosotros los pediatras lo recomendábamos ya en junio. Lo que sí es cierto es que en junio y julio la gente estaba muy optimista y se pensaba que con los grupos burbuja ya era suficiente. Y los grupos burbuja por sí solos no disminuyen la transmisión, solo facilitan el rastreo y el aislamiento selectivo. En junio se pensó no aplicar la obligación de la mascarilla en todo momento en la escuela porque el peligro de contagio en la comunidad era muy bajo y el riesgo era aceptable. Pero el riesgo ahora es muy alto y tienes que poner todas tus armas disponibles y usarlas todas.

Hay quien cree que si les dejásemos, los epidemiólogos nos meterían a todos los ciudadanos en jaulas, que son muy drásticos.

-Y es lógico que lo piensen. Nosotros por definición tenemos que pensar en el bien comunitario, y para el bien comunitario se tiene que joder el bien individual. Y si fuese por nosotros, serían mucho más estrictos a la hora de aplicar las medidas. A un médico, lo que le preocupa es su paciente individual: puede asumir ciertos riesgos y su paciente individual puede no tener ni siquiera síntomas. Pero a los epidemiólogos, que somos los médicos de la comunidad, un solo caso nos puede fastidiar toda la contención y toda una ciudad. Por definición nos toca ser más conservadores.

¿Y a otros les toca ponerles freno a ustedes, supongo? ¿Tiene algún economista amigo?

-Yo reniego de estas discusiones. Yo no sé de economía y no me atrevería a decir lo que se tiene que hacer para que la economía mejore, pero que no me venga el economista a decir qué hay que hacer para que la salud de la comunidad mejore. Pero bueno, vivimos en un país al que le gusta la polémica por definición.

¿Cuando conozcamos mejor a este virus y tengamos tratamientos más efectivos, podremos equipararlo a la gripe?

-Bueno, esto es muy polémico. Al principio, se hablaba muchísimo de que se parecía a la gripe. El coronavirus tiene una mortalidad asociada mucho mayor a la gripe, de un orden de diez veces más. Pero llevamos, como quien dice, cuatro días con el coronavirus, y es lógico que sepamos poco. Y a pesar de todo, se publican unos 500 artículos científicos diarios sobre el coronavirus, cosa que no ha pasado en la historia de la humanidad.

¿Es esto excepcional o cree que se repetirá?

-Hasta ahora era infrecuente, pero la acción del hombre en los ecosistemas está haciendo que enfermedades que están en animales, ahora estén entrando más y eso explica esta pandemia y los brotes que ha habido de otras pandemias que hemos tenido suerte y se han contenido mejor. Esto seguirá pasando, lo que pasa es que cuando sucede una cosa de estas, el sistema mejora. Evidentemente, que Donald Trump decidiera desmantelar los laboratorios que específicamente en EEUU se dedicaban a la preparación ante posibles pandemias, es algo que no creo que lo haga ningún político más. No nos pillará tan desprevenidos la siguiente.