Los falcesinos y los funesinos vivieron ayer sus primeras horas de confinamiento perimetral, una medida que, a pesar de que se divulgó a los cuatro vientos, hubo a quien pilló algo despistado, sobre todo a aquellos que querían ir a sus huertas. La mayoría de vecinos, eso sí, justificante en mano, pasaron por los diversos controles a lo largo del día sin mayores incidentes, tal y como explicaban los agentes de Policía Foral y Guardia Civil que allí se colocaron; solo a primera hora, con motivo de los desplazamientos laborales, se formaron algunas pequeñas retenciones.

En el caso de Funes, de las tres entradas solo han dejado abiertas al tráfico dos, la que va desde Peralta y la que llega de Marcilla, de modo que la que va hacia Milagro o Rincón de Soto, entre otros lugares, permanece cortada con un par de vallas. Precisamente en la salida hacia Marcilla un vecino, montado en su bicicleta, tuvo que dar explicaciones a Policía Foral sobre su destino; la huerta, tenía que coger provisiones. Los agentes, que le dejaron pasar apercibiéndole de que “a lo mejor estos días, si no corre prisa, tendrá usted que dejar el campo arreglado”, le aconsejaron que fuese al Ayuntamiento a por un salvoconducto, como en el caso de las personas que tienen animales en el campo.

Todos los que por allí pasaban se colocaban la mascarilla antes de pasar por el control y había algún precavido que incluso sacaba el Documento Nacional de Identidad y el justificante por la ventanilla antes de detener el vehículo. También saliendo de Funes paró una peraltesa que iba a trabajar y que, explicaba, era el tercer control al que se sometía; salida de Peralta, entrada a Funes y salida de este mismo casco urbano.

En el resto de accesos también hubo quienes comentaron que “tengo que dar la vuelta al mundo para ir a trabajar”, y quien cogió la bicicleta para trasladarse hasta su puesto de trabajo después de dejar a los hijos en el colegio “porque hay que mirar por el medio ambiente”, bromeó con agentes de la Guardia Civil. Los agentes, eso sí, este fin de semana estarán más pendientes para intentar evitar la picaresca de quienes quieran moverse.

Estas medidas siguen en boca de todos ya que, en muchos casos, no entienden muy bien su motivación. De hecho, los funesinos organizaron ayer por la tarde una cacerolada desde los balcones para mostrar su rechazo al confinamiento.

Además, desde el grupo municipal SOS Falces aseguraban que contribuirán a que “el vecindario se beneficie de la seguridad que este confinamiento pueda dar” e insistían en estar “disconformes con el proceso de información del Departamento de Salud”. Tampoco están de acuerdo con que los falcesinos y funesinos no puedan salir del casco urbano mientras que en el caso de Peralta la restricción habla de término municipal.

Por su parte, Edurne Olcoz, de Librería Edurne, se sumaba al desconcierto del resto de falcesinos y exponía que “nos ha pillado un poco a traspiés. Cuando pasó en Peralta, alucinamos y sabíamos que la cosa andaba cerca, pero no tanto”. En su caso, durante el estado de alarma derivado de la pandemia sanitaria tuvo que cerrar ocho semanas pero se reinventó y repartió por casas. Ahora, en un hipotético nuevo confinamiento total, asegura que no bajará la persiana de su negocio. “Muchas veces estamos de policías, indicando y recordándoles las medidas a las personas que vienen y, a veces, se llegan a enfadar y no vuelven”.

Por otro lado, Pili Mendívil, de Impacto Peluquería, apuntaba ayer que “las nuevas medidas no nos afectan de una forma de directa pero está claro que sí nos influyen, y mucho, ya que la gente no sale de casa”. De hecho, este fin de semana eran las Primeras Comuniones. “Solo pedimos poder seguir viviendo y trabajando”, finalizó Mendívil.