La melodía de un acordeón que no sonaba para nadie enmarcaba la desoladora imagen de un paseo Carlos III desierto. Poco tiempo atrás los pamploneses y las pamplonesas miraban al cielo pidiendo a las nubes que se disiparan para permitir un vermú de sábado soleado y en condiciones o una mañana de parque y paseos con los más txikis. Sin embargo, el 14 de marzo de 2020 el centro de Pamplona mostraba su cara más triste con la mayoría de las persianas echadas y sin un alma por la calle, siguiendo con las recomendaciones del Gobierno.

Así describíamos en DIARIO DE NOTICIAS hace ya un año la imagen de una Pamplona vacía tras decretarse el estado de alarma que motivó el cambio de comportamiento de la sociedad hasta uno punto que por aquel entonces no éramos capaces de imaginar.

Hoy, un año después de aquella fecha que ya ha quedado marcada en la cara oscura de la historia, el panorama sigue siendo incierto, aunque más esperanzador. Con una experiencia de 365 días de duras restricciones para atajar la pandemia, la situación epidemiológica de la covid ha ido mejorando hasta alcanzar cierta estabilidad. Una calma relativa que para los comercios y la hostelería, entre otros muchos sectores que se han visto gravemente afectados, no es suficiente.

"En este momento la situación es muy mala, a una situación descendente que veníamos sufriendo desde hace unos años se han sumado los efectos devastadores de la pandemia", aseguró Iñaki Ucar Bilbao, presidente de la Asociación de Comerciantes de Navarra, quien comentó que se espera el cierre de unos 1.000 comercios y la pérdida de 2.500 empleos en toda la Comunidad Foral en los próximos nueves meses, en el peor de los escenarios. Unos datos que todavía son "menos halagüeños en las zonas rurales", añadió Ucar.

En esta línea, el comercio "ha tenido bajadas históricas en ventas absolutamente generalizadas y nunca conocidas", declaró por su parte Carlos Albillo Torres, gerente de la Asociación de comerciantes del Casco Antiguo de Pamplona. Unas pérdidas a las que "no se ha podido dar la vuelta pese a la resistencia de los comerciantes y su confianza en superar esta situación", dijo Ucar, que detalló que un 73% de los comerciantes han disminuido sus ventas respecto al año anterior. Concretamente, "casi la mitad de los negocios han reducido sus ventas entre un 30% y un 40%. En junio se arrancó bien en general, pero la ralentización has sido paulatina a partir del verano", añadió.

Uno de los sectores que más ha sufrido las consecuencias económicas de la actual crisis, coincidieron Ucar y Albillo, ha sido el subsector de equipamiento personal -relacionado con ropa, calzado, complementos, etc.- con una caída generalizada en las ventas en el 89% de negocios. Asimismo, las consecuencias de la covid han sido especialmente duras en los comercios relacionados con el turismo, las celebraciones sociales -bodas, comuniones, etc.- y, por supuesto, la hostelería. Unos sectores en los que además han influido "los cambios en los hábitos y costumbres" derivados de la pandemia y la nueva normalidad que ha traído consigo.

A pesar del esfuerzo y el empeño de los comerciantes de Navarra, algunos de ellos no han llegado al 2021 con sus negocios en pie, algo por lo que es "absolutamente necesario avanzar rápidamente en la inmunización de la población para salir cuanto antes de esta grave situación de emergencia social y económica", advirtió Albillo.

Mientras hace un año María Eugenia Arzaiz, del puesto Bacalao Samper del Mercado del Ensanche, explicaba que sus clientes estaban comprando mayores cantidades a las habituales para congelar y así no tener que salir tanto de casa para hacer la compra, ahora han girado las tornas y "el mercado ha retomado la vida de antes de la pandemia. Los hábitos de compra de la gente han vuelto a su ser e incluso las personas mayores del barrio que tenían miedo a salir de sus casas están empezando a venir regularmente cuando hasta hace poco les hacían la compra sus hijas e hijos", explicó Arzaiz. Sin embargo, aseguró que "el miedo sigue estando ahí, aunque a la gente le empieza a pesar el estar aislado y hay quienes vienen a comprar en persona en vez de por teléfono solo para poder charlar un rato", añadió.

El hacer la compra es la "excusa" perfecta para salir de casa, y aún lo fue más cuando se decretó el estado de alarma y no había más manera de salir a la calle. Así, desde el puesto de frutas y verduras Hermanas Beroiz, Mari Mar, Almudena y Rakel aseguraron que hace un año había quien se acercaba al mercado cada día. "Con los supermercados desabastecidos y las limitaciones de movimiento a tan solo dos kilómetros de la casa de cada uno, los vecinos del Ensanche compraban al día en el mercado", explicó Mari Mar, quien aseguró que los primeros meses de pandemia, lejos de bajar el ritmo, fue notorio el incremento en la demanda. "Nosotras nunca nos quedamos sin producto que vender y que la gente no pudiera alejarse de su casa favoreció la vida del mercado. Además, con los restaurantes y (comedores de) colegios cerrados, las familias tenían que comprar más comida", añadió. Ahora, con una mayor flexibilidad de movilidad y una vuelta modelada a la normalidad, las hermanas Beroiz admitieron que sus ventas también han bajado, recuperando su ritmo precovid.

"No se ha podido dar la vuelta a las pérdidas pese a la resistencia de los comerciantes"

Asociación de Comerciantes de Navarra

"El comercio ha tenido bajadas históricas en ventas generalizadas y nunca conocidas"

Asociación Casco Antiguo de Pamplona

"El miedo sigue ahí, pero a la gente le pesa el estar aislado y vienen solo para poder charlar un rato"

Bacalao Samper (Mercado del Ensanche)