"Fueron a Cáseda armados hasta los dientes", con cañas, cuatro cuchillos debajo de la alfombrilla, dos navajas, una treintena de cartuchos de perdigones y postas, y dos escopetas, una cargada y otra que no. Usaron la cargada, sin seguro, que estaba bien guardada debajo de una manta en el asiento de atrás y la cargaron con la munición más letal. La acción estaba "preparada". Solo así se entiende, en opinión del fiscal superior José Antonio Sánchez sobre el actuar de los tres acusados del crimen de Cáseda, que al grito de "saca, saca", cuando la pelea que inició el padre Juan Carlos Jiménez se le puso cuesta arriba, su hijo Emilio saliera del vehículo de inmediato con el arma en mano al escuchar dicha orden, en la que ni siquiera se mencionaba la palabra escopeta (la expresión fue "saca, saca" o "pasa, pasa", no fue "saca la escopeta"). "Eso da a entender que la acción está preparada. El otro hijo dice dispara, dispara. Y es ilustrativo también que si los hechos ocurren a las 18.53 horas, Emilio ya estaba llamando a su madre a las 18.54, en una conversación que dura solo 58 segundos en la que le dicen que se prepare y que tenía que salir huyendo". El fiscal entiende que los procesados "han venido a lo que venían, se montan en el coche y se van, no se quedan a ver si están vivos, y lo primero que hacen es llamar a su madre para que se prepare; además le metieron cinco cartuchos después a la escopeta"

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El Ministerio Fiscal manifestó que los tres fallecidos en Cáseda el 18 de septiembre de 2018 -Fermín Jiménez Echeverría, de 50 años, y sus hijos Cristian, de 17 y José Antonio, de 29- "no pudieron ejercer ninguna defensa" ante los acusados, que tenían "un claro ánimo de matar". Además, consideró que hubo coautoría de asesinato con alevosía por parte de los tres procesados. "Los tres intervienen en toda la acción" e incluso precisó que "Juan Carlos hijo reconoció de forma espontánea a un policía -tras los hechos- que había tocado la escopeta para meterla en el coche, está en el atestado".

Para el fiscal, también se comprueba esa coautoría en las frases que dijeron los acusados durante la pelea de "saca, saca" o "dispara, dispara" y que "no se cumple ningún requisito para que fuera legítima defensa". Comentó que en el coche alguien cargó otra vez la escopeta, "el padre iba conduciendo y a estas alturas no sabemos quién lo hizo, ¿eso es cooperar con la Justicia?". Y continuó, además, que no fue un arrebato porque requería un estímulo que, en su opinión, no existe. "Los muertos no hicieron nada, fueron citados a defender a su hijo; y que la mujer se fuera de la casa no es un estímulo suficiente", expuso.

Los tres acusados, siguió el fiscal, "habían metido una escopeta cargada en la parte trasera del coche, perfectamente acondicionada, dispuesta para el disparo". "Siempre se había dicho que se había sacado la escopeta de la parte trasera del coche, no había discrepancia; pero en este juicio, después de dos años y medio, aparece ahora que la escopeta estaba en el maletero", dijo.

El fiscal señaló que, en su primera declaración, el hijo y hermano de las víctimas, en la situación en que se encontraba tras los hechos, es "normal" que no expusiera todos los detalles, como que no dijera al principio y sí en sus declaraciones posteriores que los acusados gritaran "saca, saca" o "dispara, dispara". "No supone ninguna tacha porque no es contradecir sino que es complementar". El fiscal defendió la "veracidad" del testimonio del familiar de los fallecidos, que "cumple todos los requisitos y es prueba más que suficiente".

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