La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra ha condenado de conformidad por un delito de lesiones cualificadas a tres años de prisión a un joven de 20 años, de origen marroquí y vecino de Pamplona, después de que en el transcurso de una pelea mordiera a un menor de 16 años en la oreja y le arrancara el lóbulo de la misma. El acuerdo alcanzado refleja que el procesado deberá indemnizar a la víctima en 1.100 euros por los días que tardó en curar de sus lesiones, en 8.400 euros por las secuelas y en 500 euros por el daño moral producido. La sentencia fue alcanzada de conformidad el pasado mes de mayo después de que el Ministerio Fiscal y la acusación particular alcanzaran un acuerdo con la defensa del acusado para evitar la celebración de la vista oral que debía celebrarse en la Audiencia.De esta forma, el tribunal da por probados los hechos que reconoció el procesado con la firma de dicho acuerdo. Así, relata la sentencia, el procesado, que carece de antecedentes penales y tiene residencia legal, tenía 19 años cuando el 7 de diciembre de 2019 se encontró en una calle de la capital navarra con la víctima. Al parecer, según la resolución judicial, ambos habían tenido diferencias con anterioridad, por lo que un amigo que acompañaba al procesado le pidió explicaciones a la víctima y este le contestó que eso “a él no le importaba”. Acto seguido, el procesado se puso en posición de golpear al herido, lo que motivó que se enzarzaran ambos en una pelea y en el transcurso de dicho enfrentamiento fue el acusado quien le dio un mordisco con gran violencia a la víctima en una oreja, arrancándole el lóbulo.

Como consecuencia de la agresión narrada, el menor, de 16 años, sufrió la amputación del lóbulo auricular que precisó para su curación tratamiento médico quirúrgico consistente en remodelado de los bordes de la herida con anestesia local y sutura y antibiótico oral. Estas lesiones le produjeron siete días de pérdida temporal de la calidad de vida moderada y 23 días de perjuicio personal básico y le dejaron como secuela la amputación del lóbulo de la oreja que le produce una deformidad estética. La sentencia reconoce también que el acusado padece una sintomatología ansioso-depresiva.