Las consecuencias de la pandemia de covid-19 van más allá de las secuelas sanitarias. El confinamiento domiciliario y el año y medio de crisis, que de momento no acaba, está pasando factura a la sociedad a todos los niveles, también en el emocional, y los servicios de Salud Mental registran un incremento de la demanda, algo que los expertos advierten que pueda traducirse en un aumento del riesgo de suicidio. Son múltiples las consecuencias que está dejando la crisis sanitaria como la incertidumbre, la dificultad para acceder a un puesto de trabajo o la tensión generalizada que vive la sociedad son problemas que agravan las enfermedades mentales de quienes ya las padecían y que empeora la salud mental del conjunto de la población.

De momento, el impacto de la pandemia no se ha traducido en un aumento de los suicidios, ya que en 2020 se produjeron 43, una cifra similar a la registrada años anteriores. En lo que va de año, son 34 las personas que se han quitado la vida, un dato que habrá que esperar para analizar “porque hay mucha variabilidad en estas muertes”, explica el gerente de Salud Mental de Osasunbidea, Iñaki Arrizabalaga. “La pandemia es un factor que lo llamamos ‘precipitante’, que quiere decir que si tienes factores de riesgo de conducta suicida y no tienes factores de protección ese riesgo aumenta ante una situación como la actual”, apunta Arrizabalaga.

En la misma línea, Leire Izaguirre, criminóloga y experta en Suicidiología, expone que en la sociedad “hay unos riesgos de base que con un acontecimiento como el actual se disparan. Todo lo que conlleva la pandemia de restricciones, estrés, peores condiciones socioeconómicas hace que se intensifiquen los factores de riesgo del suicidio”.

“No sabemos lo que va a pasar el año que viene pero sí que la pandemia es una situación compleja y tenemos que poner en funcionamiento todos los recursos de apoyo y de ayuda. También poner el acento en la detección precoz y no solo en Salud Mental también en el ámbito escolar, familiar y en Atención Primaria”, destaca Arrizabalaga.

Factores de riesgo

En cuanto a los factores de riesgo, el gerente de Salud Mental apunta que están los inherentes a la propia persona (personalidad, carácter, etc.) y los que tienen que ver con el contexto social: personas que ya han tenido tentativas previas, personas con abusos de tóxicos, las que están en situación de desesperanza, etc. “Estas personas son más vulnerables y su situación se ha agravado con la pandemia”, expone Arrizabalaga, que añade que “todas las personas tenemos mecanismos para afrontar las situaciones malas, porque tener conductas de riesgo no significa que vayas a llevar a cabo un acto suicida”. El problema viene cuando una persona no ve más allá y lleva a cabo el acto de suicidio. “Las personas que se suicidan no es tanto que no quieran vivir sino que es la única manera que ven de poner fin a su sufrimiento. Tienen un sentimiento de desesperanza, de que su situación no va a cambiar y lo que quieren es dejar de sufrir”, explica Izaguirre.

Tanto Arrizabalaga como Izaguirre coinciden en que afrontar el problema de una manera global es la solución para hacer frente al suicidio, que es un problema social. “No son casos aislados, es un problema social y como tal hay que tratarlo. Además es fundamental hablar y visibilizar para romper con el silencio que le rodea”, apunta la criminóloga. También Arrizabalaga cree que “es muy importante visibilizar que existe” para poder prevenir las máximas muertes posibles.