Lo que iba a ser un idílico viaje a La Palma se ha convertido en una auténtica pesadilla para cuatro amigos de Burgui. “Somos unos privilegiados por poder ver este espectáculo de cerca, pero estamos viviendo una situación de mucha tristeza, incertidumbre y ansiedad”, resume Mikel Aznárez, que se encuentra junto a su pareja Malú Boj y sus amigos Andrés San Juan y Virginia Gárate a tan solo 10 kilómetros de la boca del volcán.

Las dos parejas se hospedan en una casa rural en la localidad de Mazo y, pese a la cercanía del volcán, viven una situación de relativa normalidad. “Estamos en la parte este y solo vemos un poco el humo por encima de la montaña. Apenas nos separan unos diez kilómetros en línea recta, pero hemos tenido la suerte de que la lava cayera hacia el lado opuesto. Ahora mismo no notamos nada en la casa y estamos bastante tranquilos”, explica Aznárez.

Todo podría haber sido mucho peor, ya que el aviso de un conocido de la isla les hizo cambiar de alojamiento pocos días antes de viajar. “Teníamos cogida una casa en los Llanos de Aridane y ahí es justo donde ha salido todo. Por suerte, un conocido de la isla nos avisó a tiempo de todo lo que podía suceder y nos trasladamos a una casa bastante más arriba y al otro lado, en Mazo. Si no, probablemente ya habríamos sido evacuados”, reconoce.

La erupción del volcán les pilló totalmente por sorpresa. Pese a los avisos previos, nunca podrían haber imaginado que su primer viaje en dos años se fuera a torcer de semejante manera. “Está claro que elegimos mal el destino”, bromea Mikel Aznárez, fundador de la empresa Quesos Larra. Los cuatro amigos de Burgui acababan de aterrizar el domingo a las diez de la mañana en La Palma cuando la tierra se abrió con la erupción de un espectacular volcán de ocho bocas.

“No pensábamos que nos iba a tocar ni por el forro, pero fue llegar y empezó toda la movida. Al entrar en la casa rural, la mujer que la alquila nos dijo que había habido un temblor más fuerte, de cuatro grados y que lo había notado ella. Pero bueno, como ya había habido muchos en el último mes tampoco le dimos demasiada importancia. Bajamos a la playa y, en el momento de la erupción, ni notamos ni vimos nada. Aunque parezca mentira, nos enteramos en la playa mirando las noticias en los móviles”, explica.

Y, desde entonces, no han podido separarse del teléfono móvil y la información de última hora.“Nos enteramos de todo por los medios de comunicación y la verdad es que no podemos relajarnos en ningún momento pese a que estamos en una situación relativamente cómoda. Sabemos que todo puede cambiar en cualquier momento”.

Preocupados por el azufre

Ahora, con la lava cayendo en la dirección contraria a su casa, su mayor preocupación es el azufre, que puede acercarse a su zona azotado por el viento. “El único peligro que podemos tener ahora son los gases. El problema es que, como lleguen a nuestra zona, es posible que nos tengan que evacuar a otro sitio”.

El azufre se ha convertido en su mayor amenaza. Su olor ya impregna gran parte de la isla y ha quedado grabado en la mente del navarro. “Me ha impresionado mucho el olor a azufre. Estábamos a unos 20 kilómetros y olía y el volcán hacía un ruido muy fuerte como brrr. Es espectacular y a la vez inquietante. No ves más que las nubes y sabes que lo que está debajo es el problema gordo”.

Esa imagen quedó grabada en la memoria de Mikel Aznárez después de una jornada de paseo por la Caldera de Taburiente. Los cuatro navarros aprovecharon el primer día después de la erupción para dedicarla a su gran pasión: el senderismo.

“Hoy hemos dado toda la vuelta a la Caldera de Taburiente. No era una ruta muy larga, pero se nos ha hecho eterna. Eso sí, hemos podido contemplar el volcán desde lo alto y ha sido espectacular. Estábamos a 2,400 metros de altitud, había una mar de nubes y se veía muy bien cómo salía el volcán en una especie de seta gigante de humo”, describe.

Amantes del senderismo

De momento, pueden seguir con su intención de hacer senderismo, aunque tendrán que variar algunas de las rutas que tenían previstas. “La zona sur no vamos a poder ni tocarla. Hay senderos que ya han cerrado por el peligro que supone el azufre. Por ejemplo, la Ruta de los Volcanes, que es la más bonita, es evidente que no la vamos a poder hacer. Pero bueno, intentaremos acercarnos por el norte a ver si podemos ver algo, aunque sin correr ningún tipo de riesgo. Además, también queremos visitar algunas queserías, que es nuestra otra pasión. Y luego, tendremos que volver otro año para conocer el resto de La Palma”.

La belleza paisajística de la isla fue la razón por la que los cuatro navarros decidieron viajar a Canarias en su primera salida después de dos años sin poder disfrutar de unas vacaciones a causa del coronavirus. “Teníamos mucha ilusión de conocer la isla porque era la primera vez que veníamos. Habíamos recorrido ya otras islas, pero hacía tiempo que no veníamos a las Canarias. Este año, como hemos cogido las vacaciones en septiembre, lo normal era venir a esta zona para asegurar el buen tiempo. Y, como nos gusta andar, La Palma es ideal porque es el paraíso del senderismo”.

Pendientes del regreso

En principio, los cuatro navarros tienen intención de salir de la isla este domingo después de una semana de estancia. Eso sí, todo dependerá de la evolución del volcán, que podría afectar al tráfico aéreo. “Yo creo que no habrá ningún problema para poder salir porque los aviones siguen entrando y saliendo con normalidad, pero tendremos que seguir atentos a las noticias en los próximos días”.

Unas novedades a las que seguro que no quitan ojo los vecinos de la isla, a los que los navarros ya han ofrecido su ayuda. “Sentimos mucho lo que está pasando. Nos duele la tragedia que está sufriendo la gente de La Palma. Ya nos hemos ofrecido para prestar ayuda a quien lo necesite, pero tampoco podemos hacer mucho más. Sientes mucha impotencia. Ves que está afectando a mucha gente y que no puedes hacer nada. Toda esta zona está llena de casas y el volcán va a afectar a muchas. Y también es una zona con muchas ganaderías y eso siempre es mucho más difícil de evacuar. Por un lado sí que somos unos privilegiados, pero por otro estamos viviendo una situación de mucha tristeza y ansiedad”, concluye.