oy Yolanda Mutilva, sufrí un ictus isquémico en febrero de 2020 de la forma más repentina y tuve mucha suerte porque me lo supieron detectar enseguida”. Y la clave, por increíble que parezca, la tuvo un folleto.

“Fui a una charla que impartió Adacen en la Caixa y me impactó muchísimo porque no sabía que el ictus era la primera causa de muerte en mujeres en Navarra. Me dieron un folleto, me lo llevé a casa y le comenté a mi familia cuáles eran los principales síntomas para detectarlo. Se lo expliqué tanto a mi marido como a mis hijos porque me parece que tiene que saberlo todo el mundo y tuve la suerte de que mi marido lo leyó y lo asimiló. Gracias a eso, supo detectarlo muy rápidamente”.

Pocos meses después de explicárselo a su familia, Yolanda Mutilva, con solo 46 años, sufrió un ictus “de la forma más repentina”. Era febrero de 2020 y los síntomas no ofrecían ninguna duda. “Me empezó a fallar el lado izquierdo del cuerpo, se me cayó la comisura del labio y tuve problemas de habla”.

Sin tiempo que perder, su marido llamó inmediatamente al 112 dando alerta de código ictus. “En diez minutos, la ambulancia estaba lista para llevarme y, en veinte minutos, ya estaba en el hospital para que me pudieran atender y curarme”, recuerda.

Desde entonces, Yolanda Mutilva ha vivido un intenso proceso de recuperación. “Es muy largo y tiene momentos buenos y malos, como una montaña rusa. Unos días estás mejor que otros. He estado ingresada en la Unidad de Ictus, he ido a rehabilitación y he ido a terapia ocupacional”, explica.

Ahora, continúa con su rehabilitación en Adacen. “El ictus es cuestión de temperamento y de intentar recuperar poco a poco. A día de hoy, todavía tengo hemiplejia en el lado izquierdo de mi cuerpo y muchas dificultades tanto neurológicas como físicas”.

Pese a las complicaciones, Yolanda Mutilva no duda en colaborar en la campaña de Adacen para ayudar a sensibilizar a toda la población. “Para mí, lo más importante es que la gente sepa detectar un ictus. Si ocurre, que los niños o la gente que esté alrededor tenga la rapidez de detectarlo, llamar a emergencias y dar el código ictus para que se le traslade rápidamente a la Unidad de Ictus. Si una persona sufre un ictus y tiene la suerte de estar acompañada de otra que es capaz de reconocerlo, las consecuencias serán mucho menores. Eso fue lo que me pasó a mí”, concluye.

“Llevé el folleto a casa y lo expliqué a mi familia: todo el mundo debe saber detectar un ictus”

“He estado ingresada dos meses y he vivido una montaña rusa, con días mejores y peores”

Paciente de Adacen