Llevamos dos meses en Navarra con la jornada escolar a vueltas. La irrupción de la covid-19 llevó al Departamento de Educación a imponer en 2020-21 la jornada continua a todos los centros educativos, una decisión que ha mantenido este curso si bien todo apunta a que en enero los colegios podrán recuperar su horario prepandemia. Hasta hace algo más de una década, el debate era prácticamente inexistente, y todos los colegios de Infantil y Primaria tenían una jornada partida, es decir, clases por las mañanas y por las tardes. Sin embargo, con cuentagotas, al principio, y de forma masiva en los últimos cinco años, la jornada continua ha encontrado su sitio en las escuelas. Así, en 2019-20, 98 centros (93 públicos y 5 concertados) tenían este horario, lo que supone el 44% de los 223 colegios de Infantil y Primaria (el 55% en el caso de la red pública). En Secundaria, por su parte, es una realidad en todos los institutos y en la mayoría de centros concertados.

La pregunta sobre si es mejor la jornada continua o la partida no tiene una respuesta uniforme. Y es que, aunque el debate sobre ambos horario no es nuevo, lo cierto es que no hay estudios científicos concluyentes que avalen el beneficio de una jornada sobre otra. Se trata de un tema poco estudiado pero que resulta conflictivo por sus implicaciones sociales y laborales. Y es que, en ocasiones, saca a la luz la lucha de intereses de los distintos colectivos implicados. El profesorado es partidario de la continua ya que les permite tener más tiempo para formación y les beneficia en la conciliación mientras que las familias, en muchas ocasiones, apuestan por la partida precisamente también por dificultades para conciliar.

Pero, ¿qué jornada resulta más beneficiosa para el alumnado? Las investigaciones científicas, tal y como asegura Alicia Peñalva, pedagoga y profesora de la Universidad Pública de Navarra, "son escasas y no concluyen que una jornada escolar sea mejor que otra. Que una sea mejor que otra va a depender del centro y de la comunidad educativa de la que estamos hablando. Para algunos colegios será mejor la continua y para otros, la partida", afirma Peñalva quien, a raíz del debate generado en las últimas semanas en Navarra, considera clave que aquellos centros que se estén replanteando el cambio de una jornada partida a una continua lo hagan de forma pausada y sosegada. "No tiene que ser una lucha de intereses dentro de un centro sino que se debe plantear un debate constructivo y democrático de la comunidad educativa sobre cómo se organiza el tiempo escolar y cómo esa organización influye en la calidad educativa", reflexiona.

Su recomendación es clara. "No se puede decidir de aquí a enero que vamos a hacer jornada continua . Los centros deben comprobar, con calma, si esa organización se puede reconvertir en una situación de no pandemia", asegura Peñalva, quien considera que son muchos los factores que hay que analizar para concluir qué jornada encaja mejor en cada colegio.

Factores para decidir qué jornada ofertar

En base a las distintas investigaciones analizadas, esta pedagoga cree que para decidir la jornada hay que analizar tres grupos de factores. El primero hace referencia a cuestiones biológicas y psicológicas, que tienen que ver con la edad del alumno y su capacidad de atención. "Uno de estos factores es la atención sostenida. Los partidarios de la jornada partida sostienen que la atención sube después de comer y del descanso y que baja al final de la mañana. Otros opinan lo contrario. Creen que las clases de después de comer no se aprovechan. Otro aspecto es la fatiga. Hay quien cree que concentrar muchas clases contribuye al cansancio; y el tercero es el rendimiento. Los estudios existentes no son concluyentes en que una sea mejor que la otra; el rendimiento depende de otros factores", reflexiona Peñalva.

El segundo grupo de factores son pedagógicos y relacionados con la organización escolar. "Hay estudios que defienden que con una jornada continua el profesorado tiene más espacio para dedicarlo a la formación y programación didáctica. Además, hay metodologías que se adaptan mejor a una jornada y otras, a otra", afirma esta profesora de la UPNA, que incorpora un tercer grupo de factores que hay que tener en cuenta a la hora de decidir la jornada escolar y son los socioculturales y las condiciones de vida vinculadas a los modelos familiares. "El equipo directivo debe conocer la necesidad del centro según su alumnado y familias. De hecho, los partidarios de la jornada partida creen que con la continua el alumnado en riesgo desfavorecido se ve perjudicado porque recibe menos horas de clase, y a lo mejor van a casa y están solos. El espacio escolar es un espacio seguro y protegido y les protege de un espacio no escolar en el que pueden encontrar barreras", reflexiona Peñalva que aboga por "organizar una jornada continua en condiciones, con extraescolares educativas y no para pasar el rato, que suponga una prolongación del proceso educativo".

Impacto en la conciliación y en el rendimiento

El impacto del tipo de jornada escolar sobre los resultados ha sido un tema poco estudiado a nivel internacional y estatal. Ahora bien, dos de las investigaciones más potentes, aunque no son concluyentes, coinciden en que el cambio a jornada continua no mejora el rendimiento académico.

Así, un estudio publicado en 2017 en la Revista Complutense de Educación en el que se analiza si existen evidencias que motiven el cambio en la gestión del tiempo escolar en España concluye que, "después de tres décadas desde que comenzó a implantarse la jornada continua en algunas CCAA, los progresos académicos esperados han sido reducidos o equiparables a los experimentados por comunidades que han permanecido en jornada partida". Este informe, elaborado por tres profesores de UNED, señala que el fracaso escolar es mayor en autonomías donde la jornada continua prevalece sobre la partida si bien considera que "no se puede atribuir solo a la jornada ya que los datos muestran un retraso histórico de dichas CCAA debido a otras causas económicas y culturales".

En esta misma línea, un estudio elaborado por el catedrático de Sociología Rafael Feito, de la Universidad Complutense de Madrid y publicado el pasado octubre en el International Journal of Sociology of Education señala que no existe ninguna investigación que demuestre que mejora el rendimiento en la jornada escolar continua con repecto a la partida.

En cualquier caso, estos estudios tampoco resultan concluyentes porque, tal y como señala Peñalva, el rendimiento académico depende de otros factores más allá del tipo de horario. "Es importante que cada colegio defina su proyecto y, a partir de ahí, ver qué jornada resulta más conveniente para lograr sus objetivos", asegura esta pedagoga, que recuerda que deben apostar por "la distribución horaria más conveniente para el alumnado".

Los defensores de la jornada continua alegan como una de las principales ventajas la mejora de la conciliación familiar y la posibilidad de pasar más tiempo con los hijos e hijas. Asimismo, tal y como recuerda Peñalva, "los defensores de la jornada continua argumentan que los chicos y chicas tienen más tiempo para organizarse en el estudio ya que salir a las 14 horas facilita la organización para afrontar las tareas y extraescolares".

Por otra parte, esta pedagoga cree que el replanteamiento de esa dicotomía entre jornada partida y continua cambiaría mucho si se tuvieran en cuenta dos cuestiones: la multitud de actividades extraescolares que realizan muchos menores, y la cantidad de tareas. "El cansancio de los niños y niñas está en relación directa con la cantidad de extraescolares a las que acuden", remarca.

La escuela, al menos la pública, parece que avanza con determinación hacia la jornada continua. A lo largo de este mes, las comunidades educativas de 79 centros votarán si dan el paso. Los argumentos de unos y otros son igualmente válidos, pero es importante que en la decisión se tenga en cuenta el bienestar del alumnado. l