ara mí la Medicina significa prácticamente todo. Exceptuando lo que es mi familia -se percibe emoción en su voz a través del teléfono-, significa todo, porque es a lo que me he dedicado toda mi vida. Es así y esto lo dirá el 95% de los médicos que puedas entrevistar". Y, a pesar de esa entrega total, dice estar "muy satisfecha de todo lo que he podido hacer, de todos los pacientes que he podido ayudar, aunque habrá algunos que se habrán quedado descontentos, como es lógico, pero estoy contenta de toda mi trayectoria y de las relaciones personales y de compañeros que he podido entablar". Así lo explica Maite Cía Lecumberri, especialista en Medicina Interna, y una de los 67 médicos y médicas que se han jubilado en el último año en la Comunidad Foral, a los que su colegio profesional homenajeó el pasado 15 de diciembre.

Especialista en Medicina Interna

"Es muy importante conversar con el paciente para saber qué le ocurre de verdad y cómo lo vive"

La doctora Cía, que tiene 64 años, comenzó a trabajar en el Hospital de Tudela; una época de la que guarda "un recuerdo magnífico y maravilloso". Después permaneció unos 15 años en Ubarmin, donde principalmente colaboraba "en el tratamiento y acompañamiento del paciente quirúrgico" y, posteriormente, se trasladó al servicio de Medicina Interna del entonces Hospital Virgen del Camino. De la última etapa de trabajo en este centro -actual Hospital Universitario de Navarra- dice que "ha sido muy intensa" y destaca la creación del comité de hipertensión arterial pulmonar que lideró la doctora Alcasena, cardióloga del antiguo Hospital de Navarra.

Esta aibaresa se decantó por la Medicina Interna porque "me pareció una especialidad muy integral del paciente". "Es difícil de ejercer, pero tiene muchas satisfacciones" y, entre ellas, cita la posibilidad de mejorar la situación del paciente crónico, de curarle por completo en muchas ocasiones, o el estudio de las enfermedades raras.

A los facultativos que terminan ahora su formación, les recuerda que el centro de su actividad es "la conversación de tú a tú con el paciente: primero para enterarte bien de qué es lo que le ocurre de verdad y segundo, para conocer cómo vive la enfermedad, porque no todos quieren lo mismo, ni se plantean lo mismo...".

En su caso, durante la pandemia no trabajó directamente con los pacientes con coronavirus, si bien recuerda aquellos primeros días como de "constante cambio y adaptación", intentando "mantener siempre en buenas condiciones el resto de la actividad, pero no cabe duda de que ha sido una auténtica revolución, y todavía lo es".

Ahora, jubilada desde final de 2020, está "tranquila". Confiesa que "lo añoro un poco", pero también reconoce que "era el momento de descansar".

Especialista en Medicina Familiar

"Hay que reivindicar el médico de pueblo de toda la vida"

De sus 35 años como médica de familia, Paca Catalán Sabo se lleva "el trato con los pacientes, que en muchos casos ha traspasado la barrera médico-paciente", "unos compañeros maravillosos", así como "la satisfacción de que con un fonendo y una anamnesis -información que aporta el paciente y otros testimonios para confeccionar su historia- haber hecho en muchos casos una orientación adecuada y un diagnóstico". Comenzó su andadura profesional como interina, luego estuvo en el servicio normal de urgencias de Tafalla y más tarde en la Zona de Peralta, primero en el SUR y después en Atención Primaria. "Los últimos 10 años he estado como médica titular en Marcilla", dice, y añade que desde su jubilación, el pasado abril, valora la calma que tiene al irse a la cama. "Al hacer balance del día no pienso, como lo hacía, si lo habré hecho bien, si me habré dejado algo en el tintero, si tendría que haber pedido una prueba más... He ganado en tranquilidad, pero al mismo tiempo esa inquietud es lo que hace que la profesión sea tan apasionante".

La doctora Catalán, de 67 años, señala que la Atención Primaria que conocemos hoy no tiene nada que ver con la que había cuando ella dio sus primeros pasos. "Ha dado un giro de 180 grados", pudiendo hacer pruebas diagnósticas, analíticas, electrocardiogramas o ecografías. No obstante, este nivel asistencial está hoy en una situación muy delicada y sostiene que "los gobiernos deberían reivindicar y apoyar un poco la Atención Primaria, que es la puerta del sistema sanitario y también es donde fundamentalmente se realiza la prevención y educación para poder vivir en salud".

En este sentido, considera que "hay que reivindicar el médico de pueblo de toda la vida, con otra formación, con otra preparación y otro modo de hacer, pero en esencia es lo mismo" y pide, por tanto, a la administración que "prime la distancia a Pamplona", además de que "cuide más al personal", mejorando sus condiciones laborales, económicas y proporcionándoles también estabilidad.

Respecto a la pandemia, confiesa que "ha sido duro". "Una vez pasadas las primeras semanas o días, por mi situación personal y familiar pasé a hacer teletrabajo", donde "uno de mis principales cometidos era hacer seguimiento de los pacientes covid". Recuerda de aquellos primeros compases "las difíciles conversaciones telefónicas que tenía en muchos casos con los afectados", en las que su función, "aparte de ayudar al paciente y a las familias, dar confianza y orientación, era sobre todo buscar los signos de alarma que pudiesen desencadenar una mala evolución". Por ello, defiende la importancia de tener "una sanidad pública y universal potente para responder de la forma adecuada a una eventualidad de este tipo".

Médico de Urgencias

"Trabajar en el helicóptero medicalizado es muy atractivo"

Los mejores recuerdos que guarda Kiko Betelu Corcuera son de su faceta en emergencias. "Trabajar en el helicóptero medicalizado es muy atractivo, porque te permite llegar muy rápido a las situaciones" y hacerlo "en una comunidad como Navarra es una gozada", si bien "no disfrutas porque vas pensando en lo que te vas a encontrar, pero es una manera de ejercer la Medicina muy atractiva".

Médico de Familia de formación, se recicló posteriormente hacia la emergencia. Comenzó en las urgencias del antiguo Virgen del Camino y después estuvo en Atención Primaria, en Vitoria y en la Chantrea. Por sus ganas de "acción más directa con enfermedades más severas que las que se ven en un centro de salud", cambió de rumbo y los últimos 14 años de su carrera asistencial estuvo en la UVI móvil de los bomberos de Cordovilla.

La jubilación de Betelu es diferente a la de sus compañeras. Lo ha hecho como facultativo, pero sigue en la jefatura del servicio de Urgencias Extrahospitalarias de Osasunbidea. "Cuando llegué a los 65 años me dijeron que si seguía en la dirección me tenía que jubilar obligatoriamente de mi plaza de médico. Es decir, si hubiera estado trabajando en la UVI móvil, podía haber pedido una prórroga y que si quería seguir trabajando de médico debía dejar la dirección". Teniendo en cuenta cómo estaba la pandemia en marzo, en plena 3ª ola, y que esta subdirección es responsable de la vacunación, el rastreo, las PCR y los distintos operativos, "por responsabilidad renuncié a seguir siendo médico".

En su especialidad, según relata, "asistimos accidentes, infartos, paradas cardíacas... y, en ese sentido, ha evolucionado muchísimo". Así, en estos años ha constatado dos cambios. Por un lado, que "los accidentes han disminuido muchísimo, básicamente por todas las medidas que se han ido imponiendo de limitaciones de velocidad, controles de alcohol... En mis primeros años en emergencias casi cada día asistíamos un accidente con heridos graves" y, por otro, "hace 20 años era raro que sacásemos a personas de infartos, ictus y paradas y, sin embargo, hemos avanzado mucho y ahora hay unos porcentajes de recuperación muy importantes".

Betelu considera "atractiva" esta Medicina, porque de algún modo intervienes "en situaciones muchas veces a vida o muerte. En muchas ocasiones me ha tocado asistir a personas que desgraciadamente han fallecido, pero también en muchas tienes un poco la sensación de que has intervenido directamente en salvar una vida". De todos esos episodios, no olvidará "un niño que estuvo a punto de ahogarse en Burgui hace unos años. Me tocó asistirle, salió bien después de una reanimación larguísima y sé que está perfectamente". Además, esta especialidad le ha permitido participar en actividades de cooperación al desarrollo en países como Sáhara, Palestina o Bolivia y en expediciones a los Andes o el Himalaya.

En cuanto a la pandemia, sostiene que "ojalá no hubiera ocurrido, porque es un horror, pero estoy contento de que me haya tocado vivirlo; no me hubiera gustado jubilarme antes". No obstante, asegura que empieza a estar "absolutamente harto de lo que está durando". A su juicio, la clave para salir de ésta pasa por la vacunación. "Es un virus que ha venido para quedarse. Si todos estamos vacunados se acabará convirtiendo en un virus que provocará poco más allá de una gripe". Cuando esto por fin acabe, como concluye, podrá convertirse "en un jubilado de verdad".