eresa San José Santos no pensaba que aquel bulto que se había notado en la mama derecha iba a ser un tumor. "Un minuto antes de entrar a la consulta le dije a mi marido: Lo que le cambia a la gente la vida aquí, porque entran y les dicen que tienen un cáncer, menos a mí, que me van a decir que tengo grasa. Fue todo lo contrario", recuerda esta pamplonesa de 49 años, que reconoce que el diagnóstico que recibió el 22 de julio de 2020 supuso "un jarro de agua fría, aunque automáticamente lo segundo que le dije es vamos a por él".

Entonces, en plena pandemia de la covid-19, comenzó su proceso. "Me detectaron que tenía los ganglios cogidos y eso fue otro mazazo. Tenían que hacer pruebas para saber si había metástasis en huesos y órganos, pero no había, y el 13 de agosto me operaron". Después recibió 16 sesiones de quimioterapia, 21 de radioterapia y ahora está con hormonoterapia.

"Mis padres no han podido estar conmigo todo lo que ellos y yo hubiéramos necesitado"

Teresa reconoce que le hubiera gustado estar más arropada en este proceso, pero, como explica la psicooncóloga Marisa Villafranca, con la pandemia los pacientes no pueden recibir la visita tan frecuente de familiares o amigos por el miedo a llevar el coronavirus a casa y, si están ingresados, no pueden tener visitas, salvo la de su cuidador principal, cuando precisamente "es un momento que necesitas de las personas que te quieren, que te arropan, que están contigo". Sin embargo, sostiene la especialista, "ahora es más difícil hacer ese acompañamiento".

Teresa explica su caso concreto: "He estado arropada por mi marido, por mi hija -de 14 años-, pero mis padres no han podido estar conmigo todo lo que ellos y yo hubiéramos necesitado, ni mis suegros, puesto que no venían por el tema de no contagiar". Lamenta también que cuando le daban el tratamiento de quimioterapia se sentía sola. "Estás en una sala, con más gente, pero me hubiera gustado tener a alguien cercano al lado en la primera quimio, porque tienes tanto miedo en ese momento, te están metiendo unos sueros... que la palabra no sé si es desamparada, pero sí estás sola".

No obstante, ese primer día de quimioterapia también recibió la llamada de Maite, la psicooncóloga, para ofrecerle atención psicológica. "Le dije que sí, que yo quería que me ayudasen porque no sabía a qué me iba a enfrentar" y , de hecho, reconoce que le ha venido "muy muy bien ir de la mano de alguien que te guíe".

José Mari, el marido de Teresa -que en todo momento permanece de pie escuchando la entrevista-, toma la palabra para agradecer la labor del personal sanitario, tanto médico como de enfermería, que cuando vislumbran esos momentos de soledad se afanan en ofrecer todo su cariño a las personas afectadas. Y es que, añade Teresa, "yo siempre he dicho que los servicios de Oncología y de Radioterapia son excepcionales".

"Luego me relajé, pero al principio era una agonías"

Además, Teresa ha tenido que convivir durante estos meses con el temor al contagio de la covid-19. "Luego me relajé pero al principio era una agonías porque tenía miedo a todo. Igual hacía deporte, íbamos a andar o así, e intentaba que no se acercara nadie, que nadie me rozara porque me parecía bueno... Me decían vamos a ir a tomar algo y pensaba cómo me voy a meter ahí o juntarme con alguien en la calle...".

Preguntada por cómo se encuentra en la actualidad, responde que "ahora mismo estoy con las pastillas y, de momento, con revisiones". Al respecto, recalca que si bien durante el tratamiento no ha sufrido retrasos ni afecciones por la pandemia de la covid-19, "ahora noto que en las revisiones va como más tarde" y apunta, como ejemplo, que la semana pasada tuvo la revisión que "tenía que haber tenido en noviembre".

Desde ese mismo mes de noviembre Teresa ha vuelto a su actividad laboral como operaria en una fábrica. "Me tuvieron que cambiar el puesto, pero estoy bien. Tenía muchas ganas de regresar al trabajo, porque era como que cortabas ya. Empiezas con los madrugones, las noches... pero al final es retornar poco a poco a tu vida y bendita normalidad", reconoce.

"No puedo con que le quiten importancia a la enfermedad"

Hoy, con motivo del día mundial contra esta enfermedad, Teresa pide a la administración que siga trabajando en la prevención, de manera que no se demoren los programas de cribado y que la ciudadanía responda a las invitaciones para participar en ellos. Asimismo, pone el foco en una cosa que "parece que no, pero hace daño: las palabras vacías. Yo no puedo con que le quiten importancia al tema, porque la tiene y mucha. Tú tranquila, de ésta sales más fuerte, que tú vas a poder... Yo siempre decía, yo sé que voy a salir de ésta, pero si no sabes qué decir, es mejor que no digas nada".

Una opinión que, como señala Villafranca, comparten muchos pacientes. "Siempre dicen que esas palabras vacías, que las decimos todos en algún momento, no llegan porque son muy huecas. Creo que el paciente siente cuando alguien le dice las cosas de verdad y muchas veces tenemos que aprender no lo que no tenemos que decir, sino que lo que digamos lo sintamos".

Como concluye José Mari, "cuando te informan de que la persona que quieres tiene un cáncer, da igual el apellido, es durísimo" y, además, "la pandemia no ha ayudado a nadie. Ha sido criminal, porque el apoyo de otras personas, un padre, una madre, también es fundamental. Dan un cariño que yo no doy; son diferentes". De su compañera, dice que "ha tenido mucha fuerza, ha tenido mucha valentía, ha cogido el toro por los cuernos y ha hecho mucho deporte, pero se lleva muy mal que a la persona que quieres le digan que tiene eso. Es complicado".