os problemas ponen al ser humano ante la necesidad de respuesta en positivo, de la misma forma que las crisis se pueden convertir en oportunidad. Una pandemia es un mal irreversible porque deja detrás la secuela de vidas humanas, de dramas económicos y de secuelas sociales que perdurarán en el tiempo. Sin embargo, la covid-19 nos ha obligado a dar lo mejor de cada uno y, en el caso de la Unión Europea, a poner en valor la esencia misma de su sentido de identidad. Estar unidos ante la enfermedad ha supuesto una respuesta similar a la que significó el nacimiento del proyecto europeo en 1957: huir del horror de dos guerras mundiales. 2020, el año de la epidemia mundial, será recordado también como aquel en que la UE decidió poner en marcha el mayor plan de recuperación económica de la historia, 750.000 millones de euros, mediante un mecanismo de deuda mutualizada, es decir, que todos los europeos de manera solidaria hemos decidido plantar cara al coronacrack.

En el Consejo Europeo del mes de julio, los jefes de gobierno de los 27 tomaban una decisión trascendental: aprobar un plan de reconstrucción, de tres veces el valor del plan Marshall, 750.000 millones de euros, mitad préstamos, mitad subvenciones, para ayudar a las economías de los Estados más afectadas por la epidemia de la covid-19 a salir de la crisis. Tras largas discusiones entre los países frugales, contrarios a dar algo a cambio de nada, y los Estados del Sur, defensores de la cohesión territorial, de la mano de una presidencia alemana decidida a dar pasos adelante en el proyecto europeo, el Next Generation EU veía la luz. Un fondo que más allá de la cuantía, tiene de relevancia las líneas estratégicas a las que se ciñe el plan en proyectos que se deben destinar al Pacto Verde, la digitalización, la seguridad y la transición hacia la Economía Circular. Suponía endeudar de forma mancomunada a varias generaciones de europeos hasta 2058, algo impensable sin la inestimable ayuda del abismo en el que nos ha situado la enfermedad.

Pero el Nex Generation EU no ha sido el único mecanismo económico fundamental aprobado este año por las instituciones europeas. Al comenzar 2020, las dudas sobre las posibilidades de la puesta en marcha el 1 de enero de 2021 del Marco Financiero Plurianual 2021-2027 eran mínimas. Demasiados intereses y demasiadas capacidades de veto ensombrecían el panorama presupuestario. Sin embargo, tanto la Comisión, como el Consejo, como el Parlamento Europeo han llegado a un acuerdo de cifras y de partidas para contar con un presupuesto europeo más dotado y adecuado a las necesidades estratégicas de la UE. Serán 1.8 billones de euros destinados a fortalecer las políticas comunes y dar largo recorrido al mencionado plan de reconstrucción europeo. Todo ello, pese a los pretendidos vetos de Polonia o Hungría contrarios a la condicionalidad de las ayudas en función del respeto del Estado de Derecho, algo que también ha supuesto un precedente histórico en la Unión. A partir de ahora los principios y valores fundamentales de Europa han quedado vinculados a la recepción de fondos europeos.

El abismo de la pandemia no ha sido capaz de disipar todos los problemas que enturbian seriamente el escenario europeo. El brexit ha caminado sobre la agenda europea como una especie de ánima en pena, sin encontrar un acuerdo satisfactorio, pero eso sí, al menos, sin abrir heridas internas entre los socios europeos. El mayor enemigo anterior de la UE, no ha sido capaz de erigirse en el enemigo interior, aunque puestos en el debe y el haber del balance, sigue siendo un fracaso sonoro perder a un miembro de la importancia histórica del Reino Unido en el club. Pero, no cabe duda, que la imagen más dolorosa del año, junto a las muertes causadas por la covid-19 se ha producido de nuevo en las fronteras marítimas del Continente. La falta de respuesta a la inmigración que busca en Europa asilo y refugio, nos ha seguido avergonzando ante el mundo. Seguimos siendo incapaces de encontrar un consenso para entender que lo que viene de fuera solo puede reforzarnos. Y eso sí, al enemigo exterior más peligroso por desconocido hasta ahora, también le hemos vencido. Eso sí, gracias al voto de los norteamericanos. Donald Trump, el primer presidente de los EEUU antieuropeo, no seguirá en 2021 en la Casa Blanca.