Seguro que recuerdas el día que fuiste capaz de recorrer los primeros metros en bici tú solo. Parecía imposible mantener el equilibrio hasta que de repente te soltaron y lo lograste. Esa imagen, uno de los grandes logros de la niñez, te acompañará a lo largo de toda tu vida, así como su aprendizaje. 

Y es que andar en bici es una de esas cosas que no se olvida nunca. Igual que otras competencias como escribir, tocar un instrumento, nadar, atarnos los cordones de los zapatos o conducir, montar en bicicleta quedará guardada en un rinconcito de tu cerebro para siempre. 

Pero, ¿cuál es la razón por la que recordamos cosas como estas sin hacer ningún esfuerzo mientras que vamos olvidando otras con el paso del tiempo? El neuropsicólogo alemán Boris Suchan lo atribuye al lugar en el que se guarda esa información. El científico distingue entre una memoria a corto plazo y otra a largo plazo, y dentro de esta última una memoria declarativa y otra procedimental.

Un niño y un adulto dan un paseo en bici por el campo. Freepik

Mientras que la memoria declarativa nos permite devolver a la conciencia y de forma voluntaria hechos, datos o experiencias del pasado, en la memoria procedimental están todas esas habilidades motoras y ejecutivas que adquirimos a lo largo de la vida.

En el caso de la memoria procedimental, el cerebelo cumple un papel esencial, ya que se encarga del aprendizaje y de coordinar los movimientos de nuestro cuerpo. Las neuronas de Purkinje que están en él median en esa memoria motora y muscular que facilita el movimiento automático del pedaleo sin que lo tengamos que recordar de manera voluntaria. Sin ellas, habría que volver a aprender una y otra vez cada movimiento.

Más difícil de lo que parece

Montar en bici, al ser una actividad de aprendizaje que se adquiere a través de la práctica, es difícil de olvidar, pero también es complicado de enseñar. Por mucho empeño que pongamos en explicar a otra persona qué tiene que hacer para pedalear, esta no aprenderá hasta que no lo practique por si misma.

Además, andar en bicicleta es una actividad más complicada de lo que en principio podríamos pensar ya que implica manejar toda la información sensorial disponible: visión y oído pero también movimiento, orientación y propiocepción (para detectar la posición y el movimiento de cada uno de nuestros músculos y extremidades). 

Un niño en patinete ayuda a una niña montada en una bici con ruedines. Freepik

Todo este tipo de recuerdos incluidos en la memoria procedimental quedarán almacenados por un tiempo ilimitado sin que nada, salvo un cuadro de amnesia grave, pueda borrarlo. También es cierto que cuanto más tiempo hayamos practicado la actividad en el pasado, más fácil nos resultará retomarla. 

De todas formas, si decides volver a montar en bici después de mucho tiempo sé prudente. Aunque tu capacidad para hacerlo y la información necesaria para ello permanezcan intactas en tu cerebro, han pasado unos años y seguramente ni tu forma física ni las bicicletas que hay ahora son las mismas que las que tenías hace décadas.