Enamorarse es una experiencia única y diferente en cada persona. Cuando la relación es saludable, esa primera fase del amor, en la que se experimentan sentimientos intensos y en la que el amor es ciego, dejará paso con el tiempo a una relación más madura, sana, profunda y real marcada por el cariño. 

El problema llega cuando esta primera fase de atracción romántica en la que uno se siente locamente enamorado por la otra persona se prolonga meses o años y se convierte en una auténtica obsesión. Este trastorno tiene nombre: se llama limerencia y se conoce también como la enfermedad del amor

Así, la limerencia es el estado mental involuntario en el que una persona se siente enamorada de otra y desarrolla una necesidad obsesiva e imperante de ser correspondida. Este sentimiento, que causa mucho sufrimiento y que muchas veces ocurre de forma inconsciente, puede producirse hacia la pareja, hacia un amor platónico o incluso hacia personas a las que prácticamente no se conoce. Este trastorno hace que el amor deje de ser un sentimiento placentero para convertirse en una tortura en quien lo padece.  

Un hombre le pide explicaciones a su pareja. Freepik

Origen del término

La psicóloga estadounidense Dorothy Tennov fue quien acuñó este término en 1979. En su libro Love and Limerence - The experience of being in love, recogía las conclusiones de un estudio sobre el amor romántico. Según la autora, la limerencia implica más una adicción a otra persona que un enamoramiento y lleva al abandono de uno mismo. 

Según los expertos, se trata de una especie de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) enfocado hacia el amor, es decir, un amor obsesivo que llega a convertirse en un problema tanto para quien lo sufre como para el objeto de la obsesión. Este tipo de relación tóxica conllevará celos e incomunicación y asimismo tendrá consecuencias físicas y psicológicas en quien lo sufre.

La persona que padece limerencia no se preocupa por el bienestar del otro ni necesita un contacto físico o sexual con la otra persona. Es decir, no es un tipo de sentimiento recíproco sino de total dependencia y la persona que lo sufre muchas veces no es capaz de reconocerlo. 

Como en todo tipo de trastorno, el primer paso para tratarlo es ser consciente de que hay un problema y analizar qué ocurre. El psicólogo tratará de llegar a la raíz del problema, en concreto de esos pensamientos obsesivos y recurrentes. 

El especialista irá dando pautas y estrategias al paciente para que vaya cambiando esa conducta que surge del pensamiento obsesivo. El objetivo es que poco a poco se vaya volviendo más racional y no se deje llevar tanto por las emociones. A partir de ahí, la persona debería empezar a tomar el control de su vida y encarar el futuro sin depender de nadie. 

Un hombre consuela a su mujer angustiada. Freepik

Síntomas de limerencia


Psicológicos:

- Pensamientos obsesivos e intrusivos con la persona a la que ama.

- Idealizar al amado/a.

- Ansiedad por ver a la persona amada.

- Exigencia de reciprocidad.

- Miedo al rechazo.

- Llamar su atención.

- Obsesión por gustar a la persona amada.

- Fantasías constantes sobre el futuro.

- Celos ante una relación a veces inexistente.

- Dependencia emocional.


Físicos:

- Nerviosismo.

- Taquicardias.

- Timidez y tartamudeo.

- Sudoración y temblores repentinos.

- Problemas intestinales, de apetito o náuseas.

- Insomnio o pesadillas.

- Ansiedad, ataques de pánico o depresión.