La función de ChatGPT que genera imágenes desata el debate sobre los derechos de autor
Expertos analizan los riesgos éticos, legales y culturales del uso por parte de la inteligencia artificial de estilos artísticos claramente reconocibles
La nueva función de ChatGPT para generar imágenes, disponible desde hace un mes y que ha alcanzado ya una gran popularidad, abre todo un mundo de posibilidades visuales solo con escribir aquello que tienes en mente. También es capaz de recrear estilos artísticos reconocibles como el del Studio Ghibli, estudio de animación japonés famoso por sus películas de animación tradicional 2D, con animación dibujada a mano y sin usar software para generar movimientos.
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Más allá del fenómeno viral que ha supuesto, esta tecnología ha desatado un debate en el ámbito jurídico y ético al afectar a cuestiones como los derechos de autor, la competencia desleal, la banalización del arte y el extractivismo cultural. Expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) analizan estas cuestiones desde la legalidad y desde el ámbito artístico.
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Apropiación de identidad artística
El estilo visual de una obra no está protegido de forma directa por los derechos de autor. Sin embargo, cuando un conjunto de rasgos estéticos es tan identificable que actúa como una "firma visual", puede gozar de protecciones indirectas. "Aunque no esté registrado como marca, la ley protege esa identidad para evitar que otras empresas se aprovechen de su fama y confundan al público", explica Begoña González Otero, profesora colaboradora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.
Desde el punto de vista jurídico, el uso masivo del estilo de Studio Ghibli por parte de plataformas de IA abre la puerta a posibles reclamaciones por competencia desleal y apropiación de identidad artística. "Copiar masivamente un estilo tan asociado a su autor o estudio puede ser ilegal, aunque no se copie una obra concreta", puntualiza González Otero.
Según el artículo 6 de la Ley de Competencia Desleal (LCD), la situación es diferente dependiendo de quién genere las imágenes: si son plataformas o empresas, existe riesgo de aprovechamiento indebido, mientras que si son usuarios particulares se considera que cualquier acción directa sobre ellos sería desproporcionada.
Además, la aprobación de la Digital Services Act (DSA) introduce nuevas obligaciones para ciertas plataformas de IA. En concreto, estas normas se aplican cuando actúan como intermediarias, es decir, si permiten que los usuarios generen, compartan o difundan contenidos en línea, como imágenes, textos o vídeos.
Si una plataforma no se limita a alojar contenido de terceros, sino que además lo usa para reentrenar sus propios modelos, deja de ser un simple intermediario. En ese caso, asume ya una responsabilidad directa, lo que puede tener consecuencias legales más estrictas. Los expetos aseguran que a pesar de la existencia de este marco normativo, la aplicación práctica sigue siendo limitada.
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Banalización del arte
Desde los ámbitos artístico y ético, los riesgos de esta tecnología no son menores. Quelic Berga Carreras, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC e investigador del grupo DARTS, considera que la ghiblificación de internet representa un caso flagrante de apropiación cultural. "Estamos pidiendo a la máquina que copie el estilo sin prejuicios ni filtros, con lo que banalizamos un arte que se basa en el cuidado, el detalle y el respeto", reflexiona Berga.
Riesgos para la creación artística
Otro de los principales riesgos de esta tecnología es la pérdida de autoestima creativa entre los artistas. Según Berga, enfrentarse a una máquina capaz de imitar estilos de forma espectacular pero sin alma puede desmotivar a los creadores humanos y afectar a su confianza y motivación.
El experto apunta también a un desdibujamiento cultural progresivo por el cruce indiscriminado de estilos, una "hibridación extrema" que borra las referencias culturales sólidas y convierte la creación en un collage superficial sin raíces. Así, alerta de una creciente banalización del arte, una sustitución de su sentido social por una mera apariencia estética.
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IA y derechos de autor
La regulación europea intenta adaptarse al nuevo escenario con medidas como el Artificial Intelligence Act, que obliga a los proveedores de modelos de IA a respetar los derechos de autor y a detallar los datos utilizados en el entrenamiento de sus modelos. Sin embargo, Begoña González Otero advierte de que "existen ambigüedades y lagunas que pueden influir en la eficacia de las obligaciones".
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Entre la fascinación y el riesgo
No hay duda de la fascinación que despiertan las capacidades de la IA, así como de la creciente preocupación que estas despiertan en los ámbitos de la ética y de la cultura. Quelic Berga concluye que "el riesgo no es solo perder el control sobre la creación, sino acostumbrarnos a una mediocridad estética que trivializa el arte y la cultura".
Mientras, el futuro de la creatividad y los derechos de autor en la era de la IA sigue abierto, en una carrera en la que la regulación, la conciencia cultural y la acción colectiva serán determinantes para equilibrar la innovación y el respeto a la identidad cultural, según los expertos.
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