Los temporales marítimos, que generan olas de varios metros de altura en la costa, no sólo obligan a extremar la preocupación dentro del agua, sino que a veces también exigen ser muy precavido fuera de ella, en los paseos marítimos, porque en ocasiones una ola inesperada puede convertirse en una ducha para aquellos que se acercan a ver el espectáculo de cerca o a hacer fotos o vídeos para subir a las redes sociales.

Es lo que ha sucedido en los últimos días en Biarritz. La localidad labortana vivió unos episodios de oleaje que coincidieron con marea alta y que provocaron que las olas alcanzaran terrenos urbanizados. En la zona entre le Rocher de la Vierge (Roca de la Virgen, una pequeña isla enlazada con tierra firme) y el puerto de pescadores, unos de los lugares más turísticos de la ciudad, un transeúnte captó con su teléfono móvil cómo una gran ola chocaba el martes contra el muro y debido a la gran fuerza con la que llegó no sólo empapó a las personas que paseaban por ahí sino que las arrolló con gran fuerza.

En la grabación se ve cómo el momento pilló totalmente desprevenidos a los paseantes, uno de ellos en bicicleta, y cómo la ola lanzó al suelo a cuatro personas, tres de las cuales pudieron levantarse rápidamente sin aparentes daños importantes. En otro vídeo, grabado desde el Aquarium de Biarritz, se ve cómo la cuarta persona, una señora mayor con el pelo blanco, no era capaz de ponerse en pie, al menos en un primer momento.

En los comentarios al vídeo, que subió a Instagram la cuenta Surfing Biarritz pidiendo precaución y preguntándose si la mujer habría acabado herida, una internauta quiso tranquilizar a quienes habían visto el vídeo asegurando que esa señora es su vecina y que la fuerza de la ola sí le provocó lesiones, aunque no de gravedad. “Está bien, con el hombro roto y un gran hematoma en el codo”, escribió, anunciando que le trasladaría los numerosos mensajes de ánimo que estaba recibiendo para ella en Instagram. No en vano, la publicación cuenta con más de 33.000 likes y con más de 1.000 comentarios en apenas un día.

Una prueba más de que no hay que subestimar la fuerza del mar y de que nunca hay que confiarse ante un episodio de gran oleaje, aunque se esté tranquilamente en un paseo marítimo y teóricamente protegido por un sólido muro.