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La irrupción del Zoncolán

El giro confirmaba hace una década su apuesta por introducir en su recorrido de 2003 el ascenso salvaje a la montaña dolomítica

La irrupción del ZoncolánFoto: Archivo

El Zoncolán irrumpió en el Giro de Italia de 2003. Fue hace nueve años cuando la terrorífica montaña dolomítica se subió por primera vez en una edición de la corsa rosa que confíaba en que la ascensión a semejante coloso sirviera para elevar el atractivo de la carrera, sobre todo para el espectador. Pero sin embargo es ahora cuando ya ha pasado una década desde que surgió la idea de apostar por el Zoncolán y también se cumplen dos lustros del anuncio de la organización del Giro de incluir su ascensión en la edición de 2003.

La propuesta se planteó, sin ninguna duda, con la intención de competir con la Vuelta. La inclusión del Angliru en las ediciones de 2000 y 2001 revitalizaron la ronda hispana. Las audiencias se dispararon con el ascenso a la temible montaña asturiana, con rampas que alcanzan hasta el 23,6% de desnivel. El Angliru restó popularidad al Mortirolo, la gran apuesta del Giro hasta entonces, y los organizadores de la prueba italiana se pusieron manos a la obra para recuperar protagonismo. Y el Zoncolán se convirtió en su mejor apuesta. Mientras, el Tour no se preocupó por el asunto y continuó con su política habitual. Y es que los rectores de la prueba francesa consideraban (y lo siguen haciendo) que no eran necesarias salvajadas como el Mortirolo, el Angliru o el Zoncolán para ofrecer un mejor espectáculo.

La cuestión es que algún cicloturista aficionado a Internet propuso la idea de subir al Zoncolán y el Giro se lanzó a por ello. Eso sí, pensando más en su propio beneficio (el espectáculo, decían) que en el de los ciclistas, encargados de subirlo.

El Zoncolán, de 1.735 metros, está situado en la provincia de Carnia (al nordeste de Italia, muy cerca de la frontera con Austria, en el corazón de los Dolomitas) y tiene una vertiente suave subiendo por Sutrio (14,4 kilómetros al 8,3% de desnivel medio, con rampas de hasta el 18%) que se estrenó en competición en el Giro de Italia femenino de 1997, con victoria en la cima (y en la general final de la prueba) de la italiana Fabiana Luperini.

Pero lo realmente terrorífico está por el otro lado, en la ascensión que comienza en Ovaro. En poco más de 10,2 kilómetros se supera un desnivel de 1.230 metros, a una media del 11,8% de desnivel. Y lo peor está del kilómetro 2,5 al 8,5. Son exactamente 6 kilómetros al 14,4%. Y como suele ser habitual en los puertos alpinos, no hay repentinos cambios de desnivel, sino una dureza extrema y continua.