Tour de Romandía
Cuarta etapa
1. Lenny Martinez (Bahrain) 3h43:46
2. Joao Almeida (UAE) m.t.
3. Lorenzo Fortunato (Astana) a 29’’
General
1. Lenny Martinez (Bahrain) 16h29:56
2. Lorenzo Fortunato (Astana) a 2”
3. Joao Almeida (UAE) a 3’’
Thyon 2000 es una montaña infinita que conectaba con el cielo a través de 20,2 kilómetros de subida al 7,7% de pendiente. Una agonía con las cunetas escarchadas por la nieve, que pintaban el frío del invierno en la primavera.
Allí, el hombre trataba de tocar a Dios en una Capilla Sixtina de la naturaleza abierta a mostrar la vulnerabilidad del ser humano cuando reta a las fuerza salvajes e indomables que rigen el mundo.
Miguel Ángel evitó que hubiera contacto entre Adán y Dios. La chispa de la vida era un ensoñación en una travesía vertical que ahogaba la esperanza. En esa altitud el oxígeno cae y el plomo se adhiere a las piernas.
También la arena en los pulmones. En una montaña pantagruélica, colosal, se impuso el colibrí Lenny Martinez, apenas 52 kilos en 1,68 metros y toneladas de ambición. Tocó el cielo.
El francés, un peso pluma, voló más que nadie y anuló a Joao Almeida en el mano a mano, agrietado el luso en los estertores por el empuje de Martinez, que logró su segunda victoria del curso, la octava de su palmarés.
El galo se vistió de amarillo tras encumbrarse en un vis a vis en Thyon 2000, el piso mojado, las paredes de nieve. En ese hábitat, Martinez congeló al luso, que trató de enfriar al joven galo durante la ascensión, fundirlo a ritmo.
No puedo Almeida desenfocar a Martinez, nuevo líder del Tour de Romandía, con apenas dos segundos de renta sobre Fortunato, tercero en la cima, y tres sobre Almeida, que es el gran favorito porque la carrera se cierra este domingo con una crono de 17 kilómetros en Ginebra.
No pensaba el francés en el amarillo, solo en los fastos del jornal. Cuando le anunciaron que era el líder, lo supo en la entrevista posterior a su victoria, un sonrisa se desplegó en su rostro, que hasta entonces era el reflejo del esfuerzo, pintado con las arrugas de la penuria.
Tour de Romandía
Cuarta etapa
1. Lenny Martinez (Bahrain) 3h43:46
2. Joao Almeida (UAE) m.t.
3. Lorenzo Fortunato (Astana) a 29’’
General
1. Lenny Martinez (Bahrain) 16h29:56
2. Lorenzo Fortunato (Astana) a 2”
3. Joao Almeida (UAE) a 3’’
Supo resistir Martinez ante el empuje de Almeida, que le citó con el padecimiento extremo con varias aceleraciones sostenidas. Almeida, equilibrista, se sostuvo en el alambre, cerca del abismo. Estuvo a un dedo de deshilacharse, pero nunca se rindió. Ese orgullo le impulsaba en una montaña tremenda, convertida en una sala de autopsias.
A mitad de montaña, Remco Evenepoel, aplastado por las rampas, se descascarilló. Al belga le falta fondo de armario después del accidente y su reaparición.
Vlasov y Van Eetvelt tampoco pudieron soportar la dureza del puerto, inclemente, bello y cruel, insertado en una paraje risueño que era una crespón negro para Evenepoel, que perdió 1:29 respecto al baile entre Martinez y Almeida. Baudin, el líder, se extravió en las entrañas de Thyon 2000, un fotomatón.
Vine, Almeida y Martinez compartían cordada después de que Fortunato cediera en el diálogo entre el australiano y el portugués, compañeros de equipo que buscan el mismo laurel en Romandía.
Martinez bamboleaba los hombros, danzaba, sobre su bici. Tiene el francés el aspecto de un niño y el tallaje escueto de los escaladores puros, sin dobleces.
Almeida cargó con furia a 3,5 kilómetros de la cumbre, cuando desde la montaña asomaban los ronchones de nieve bajo la mirada de las casas de montaña, formidables, colgadas del cielo y abrazadas por las foresta.
El impulso del portugués retrató a Vine, que se quedó sin aire. Fortunato y Carlos Rodríguez, que fue remontando, compartieron plano después con el australiano.
Por delante, Almeida y Martinez se retaban con la mirada. El luso quiso hacer descarrilar al francés, que se agarraba con la fuerza de los supervivientes.
Soldados por el afán de la victoria, alejados de la amenaza del resto, se aplicaron en un esprint agónico, más allá de los límites, en los abismos del ser humano, donde se impuso el francés, que dibujó un corazón con los dedos. Lenny Martinez se encumbra.