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Larga vida a Turner

El inglés, que acudió a la Vuelta como reemplazo, sorprende a Philipsen en Voiron, donde David Gaudu alcanza el liderato por el puestómetro

Larga vida a TurnerEfe

El Élixir de Longue Vie (Elixir de larga vida) latía en el cielo de la boca, en el paladar, donde reposaba el sabor del Chartreuse, un licor de alta graduación que se destila en Voiron.

Ben Turner, poderoso, saboreó el elixir de la victoria después de someter a Jasper Philipsen con autoridad. El inglés, en su mejor aparición, batió al belga con descaro y facilidad tras una estupenda remontada en un esprint de mentón elevado.

Turner, un tallo de 1,94 metros, despegó en el momento exacto, con la potencia necesaria para mandar en un esprint impecable. Se bautizó el inglés, convocado por su equipo a última hora, en la Vuelta.

"Hace unos días llegué a la carrera tras retirarme en el Renewi Tour y llegué a Turín para sustituir a Lucas Hamilton. Ahora me veo en el podio. No me lo puedo creer aún", expuso.

Incrédulo por su logro, emocionado hasta el tuétano, se le humedecieron los ojos por la dicha. Los últimos serán los primeros en el reino de los cielos. Turner lo asaltó.

Apenas tenía dos victorias en su biografía. La tercera fue la mejor, la más impactante para Turner, que arrancó con furia para descascarillar a Philipsen, desplomada la energía en el instante crítico. El Big Ben.

Al belga le abandonó la potencia en una llegada laberíntica, repleta de escollos, mobiliario urbano, isletas, estrechamientos, curvas respingonas y rotondas que testaron la habilidad de los ciclistas, convertidos en escapistas de la fatalidad.

Los nervios y la tensión se acumularon en un desenlace demasiado enmarañado. Mads Pedersen, que vigiló durante muchos kilómetros el latido de la etapa para encontrar lo perdido la víspera, no asomó en el plano en el que se resolvió la última etapa de la Vuelta en el exilio franco italiano.

Vuelta a España


Cuarta etapa

1. Ben Turner (Ineos) 4h50:14

2. Jasper Philipsen (Alpecin) m.t.

3. Edward Planckaert (Alpecin) m.t.

4. Ethan Vernon (IPT) m.t.

5. Jenthe Biermans (Arkéa) m.t.

6. Mads Pedersen (Lidl) m.t.

7. Orluis Aular (Movistar) m.t.

53. Mikel Landa (Soudal) m.t.

80. Markel Beloki (Education First) m.t.

154. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) a 4:13


General

1. David Gaudu (Groupama) 15h45:50

2. Jonas Vingegaard (Visma) m.t.

3. Giulio Ciccone (Lidl) a 8’’

4. Egan Bernal (Ineos) a 14’’

5. Thomas Pidcock (Q 36.5) a 16’’

6. Jay Hindley (Red Bull) m.t.

7. Santiago Buitrago (Bahrain) m.t.

17. Mikel Landa (Soudal) m.t.

42. Markel Beloki (Education First) a 1:03

178. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) a 34:36

David Gaudu, nuevo líder

Pedersen se diluyó como lágrimas en la lluvia. Demasiado lejos de la acción del debate por la gloria, que ungió a Turner y premió a David Gaudu, que se puso colorado. Es el nuevo líder de la Vuelta al superar en el recuento de puestos a Jonas Vingegaard.

Sobrevivir era un acto de fe en el callejero de Voiron, una gincana que, por fortuna, no contó caídas ni victimas salvo algún pequeño enganchón en una etapa anodina, solo matizada por el riesgo y el vértigo de una resolución en precario equilibrio.

David Gaudu, nuevo líder de la Vuelta.

Vingegaard comprendió que esa travesía retorcida por la ciudad no le convenía lo más mínimo jugársela. Protegido por los suyos en la aproximación, se acomodó en la panza del grupo y dejó que David Gaudu, inquieto, con un punto de ansiedad, avanzara los puestos suficientes para que se vistiera de líder. El francés sonrió desde la 25ª plaza que le servía para liderar la carrera toda vez que el danés fue el 42.

Por delante, la felicidad y la plenitud abrazaban a Turner, que era un hombre a la dicha pegado en Voiron. Brindó con champán en la tierra del Chartreuse, una bebida de mil y una aventuras, destilada en la clandestinidad. Cuando los monjes cartujos fueron expulsado de Francia, se fabricó en Tarragona.

La historia de la Chartreuse se remonta a 1605, cuando el duque François Hannibal d'Estrées descubrió una receta secreta que ayudaría a sus consumidores a vivir mucho. El duque, poseedor de la receta, se la encomendó a unos monjes que residían cerca de París. Estos la enviaron a la abadía de la Grande Chartreuse. Extraer el elixir de larga vida no fue sencillo.

Los herboristas desistieron tras varios intentos hasta que siglo y medio después, la farmacia del convento dio con la fórmula mágica, que es un misterio. En 1764 comenzó su comercialización. Denominaron al digestivo, licor de salud. Un rapto de inmortalidad tejido con 130 tipos de plantas.

La complejidad y la laboriosidad que exige la formulación del Chautreuse chocaba con la simpleza y el diseño imposible de una jornada mustia al sol de los Alpes, que se subían para bajarlos, para colgarlos del retrovisor y olvidarlos como si se trataran de viejas postales compradas al peso.

Las montañas eran el atrezzo antes de llanear durante 130 kilómetros al encuentro del aeropuerto de Grenoble, desde donde debía desplazarse la caravana de la Vuelta para dar con la crono por equipos del día después.

Un formato extraño

Las ascensiones a Exilles, al Col de Montgenèvre y Lautaret sirvieron para convocar una fuga que tuvo algo de aire en las alturas, pero que se quedó sin oxígeno cuando los costaleros de Mads Pedersen cortaron la fuente de oxígeno y orquestaron la lógica del esprint. La prisa era por tomar el avión.

Conviene llegar con tiempo al aeropuerto para sortear sus liturgias y colocar el AirTag, un pequeño dispositivo que sirve como localizador GPS, en la maleta. Bien lo sabe Mikel Landa, al que le extraviaron el equipaje camino de Turín. Con el localizador, al menos uno sabe dónde está la maleta, aunque esté perdida.

En la Vuelta todo es posible, también un diseño del revés, un sinsentido que eliminó cualquier interés. El transcurso de la carrera por Italia y después Francia se resume apenas unos fragmentos de emoción. El entretenimiento para un vídeo de baile en tik-tok antes de la crono por equipos de Figueres que retomará la competición.

El escaso pulso, las sombras cortas y duras, recortadas por el sol asesino, crepitante el asfalto, languidecían en un trayecto extraño que viró de inmediato desde una jornada con un decorado estupendo al comienzo a un póster inesperado que fotografió la felicidad del inglés, un dichoso turista accidental, el Big Ben. Larga vida a Turner.