La Corona quiere una televisión
EN los últimos doscientos años, descontados los cuarenta de dictadura, el debate monarquía o república ha pegado algunos disgustos al cotarro político y ciudadano. Los chanchullos políticos de Franco para desbaratar la línea sucesoria de Alfonso XIII y saltarse al padre del actual monarca al que se le reconoce actuación relevante en el fracaso del golpe de Estado involucionista de Tejero y Cía. La familia real ha sufrido en los últimos tiempos una serie de episodios que han puesto en duda la probidad y buen hacer de sus miembros en su vida personal e incluso alguno tiene pendiente cita con tribunales para depurar responsabilidades, de momento amparadas por presunción de inocencia, pero que en cualquier caso, han mellado la excelente imagen que los Borbones se habían labrado tras la muerte del dictador. Este evidente deterioro de imagen que ha permitido a algunos reivindicar el advenimiento de la república, se quiere contrarrestar con la puesta en marcha de un programa televisivo, a emitir semanalmente por La 1 y que servirá como vía de venta de la imagen diseñada y programada por los responsables de La Zarzuela. El método resulta extraño y rancio, sin tradición en esta sociedad y de escaso valor divulgativo, a la espera de las audiencias que pudiera mover semejante producto en una sociedad mayoritariamente cabreada e indignada que entiende muy malamente comportamientos posiblemente delictivos en el entorno real. Este nuevo No-Do, noticiero del franquismo que se emitía en los cines y teles de la época para dar cuenta de los fastos y glorias del régimen, tiene el reto de estar a la altura de las circunstancias de un país en crisis y que no se conformará con celebraciones, viajes, inauguraciones y poco más. No basta con tener un programa televisivo, hay que llenarlo de contenidos y esto no parece tarea fácil.