No nos toquéis el cotolengo

“Europa va camino de convertirse en un cotolengo”. “¿Qué es un cotolengo?”, preguntó Jordi Évole a José Mujica el pasado domingo. Cuando uno ve el mismo día la entrevista del expresidente uruguayo Mujica y las imágenes del striptease de Aritz en Gran Hermano en protesta porque no tienen agua caliente en la ducha del concurso, entonces uno entiende claramente el concepto de dualidad del que escribiera Platón. Aquel filósofo griego ya anticipó la gran diferencia que hay entre el mundo real y el imaginario. La televisión crea mundos imaginarios como los chicos de Gran Hermano y al final se convierten en algo tan real que un día te los encuentras en pelotas en tu mismo cuarto de estar. También dejó en pelotas Mujica a buena parte de los políticos que él ha conocido y que tras dejarlo viven de dar conferencias bien remuneradas: “A mí se me caería la cara de vergüenza”, dijo Mujica, porque de alguna manera su personalidad tiene dualidad y sabe lo que quiso decir Platón. La entrevista de Jordi Évole tiene el mérito de volver a hacerla. Puede que la tele se esté cargando de entrevistas hechas por gente que no sabe qué preguntar pero que tienen un gran sentido del espectáculo. Algo así es lo que le pasó Évole en su último Salvados a Mujica pero este, ante el silencio desconcertante de su preguntador, siguió hablando. También es cierto que es muy difícil dar con la pregunta oportuna ante un vendaval de declaraciones como el que provoca Mujica. Aunque puestos a ver la dualidad platónica por la que nuestro mundo real choca con el idílico de las ideas, hay que traer el ejemplo de Pablo Iglesias cantándole una nana en Qué tiempo tan feliz a Mª Teresa Campos. Llegan los días preelectorales del todo vale con tal de aparecer en los medios. Mismamente Rajoy, que no se atreve a los debates y solo admite uno con Pedro Sánchez, tendrá tiempo de sus labores como presidente para responder preguntas de los espectadores en La Sexta. Por cierto, en Uruguay cotolengo es asilo.