Soy vecino de Marcilla y nací en Brasil. Hace 27 años llegué a este pueblo con mi madre y mi hermano. Ella vino primero a Navarra para trabajar, y más tarde se casó con un hombre de Marcilla. Cuando tuvo una vida más estable, nos trajo con ella. Desde entonces, este pueblo ha sido nuestro hogar.

Al principio, como cualquier niño que llega nuevo, hubo algún comentario o actuación entre chavales. Nada fuera de lo normal. Con el tiempo, nos integramos, hicimos amigos y empezamos a formar parte de la vida del pueblo. Estudiamos aquí, trabajamos, y siempre actuamos con respeto hacia los demás.

Marcilla nos acogió, y nosotros siempre hemos respetado a Marcilla. Quien me conoce sabe lo que quiero a este pueblo. Por eso me duele profundamente leer el comunicado del equipo del COA, donde se acusa a este pueblo de racismo y odio. No es verdad. Yo también llegué de fuera, y nunca me sentí rechazado, porque nunca di razones para que se me rechazara.

Lo que está pasando ahora en Marcilla no es un problema de origen ni de cultura. Es un problema de comportamiento y de mala gestión. Hay menores en el centro que están generando miedo real, conflictos, peleas, robos. Y esto no se puede justificar ni esconder.

Por eso yo pido que el centro se cierre. No de forma temporal, sino hasta que se pueda garantizar que lo que ocurre allí no pone en riesgo a los vecinos ni a los propios chicos. La situación ha llegado a un punto que no se puede aguantar más, y seguir ignorándola solo alimenta más tensión.

No culpo a todos los menores. Sé que hay quienes sí quieren mejorar, y me duele por ellos. Pero eso no puede ser excusa para dejar que todo continúe igual. Y tampoco se puede responsabilizar al pueblo por expresar su preocupación.

Marcilla no es racista. Mi historia lo demuestra. Pero un pueblo que quiere vivir en paz también tiene derecho a defender su seguridad y su convivencia. Ahora que he sido padre, más que nunca quiero que mi hijo crezca en un lugar donde haya respeto, educación y tranquilidad para todos. Yo también llegué de fuera, pero nunca causé miedo. Por eso siempre tuve un lugar en Marcilla. 

*El autor es un vecino de Marcilla que también vino de fuera