La Casa Real y la credibilidad

No hace falta ser un gran entendido en televisión para saber que los temas políticos pueden interesar a los espectadores. Todo depende de cómo se enfoquen. En La 2 de TVE por ejemplo, hacen un semanal sobre la Monarquía. Un programa institucional que en realidad se convierte en su propio enemigo por su tono oficial y el protocolo de sus entradillas y discurso. No hay dios que lo aguante. No sé si sus majestades detendrán su agenda de fin de semana para verlo. Puede ser que el celo profesional de Letizia les obligue a ver el programa Casa Real, que así se llama el espacio, donde lo mismo te refrescan la Navidad comentando que el retrato de las dos infantas Sofía y Leonor será la postal navideña de los Reyes, como te repiten el instante justo en el que Felipe se crece y afirma con ese tono casi siempre desafinado que le caracteriza “la Constitución prevalecerá”. Y tras otros de sus gallos afirmar que no está “dispuesto a que se ponga en cuestión su unidad”. Todo esto dicho a un grupo que se acredita como embajadores honorarios de la Marca España. Puf... ¡Qué miedo! Esta información es política y no la ve nadie: algún crítico televisivo o algún republicano tapándose la nariz. Pero los que le han cogido el tranquillo al espectáculo de la política son los de La Sexta. En la noche electoral del domingo volvieron a demostrarlo. El programa Al rojo vivo: Objetivo La Moncloa, presentado por Antonio García Ferreras y Ana Pastor tuvo una media de 2.758.000, casi el 18% de la cuota de pantalla. La Sexta hace servicio público en la noche electoral y encima la gente se lo recompensa eligiéndoles. Ya ven que en este negocio de la televisión no siempre hace falta inventarse nada. La realidad misma vale más que cualquier reality. El especial de Pedro Piqueras en Tele 5 estuvo diez puntos por debajo. Hay que tener mucha credibilidad para que, hablando de política, te sigan uno de cada cuatro espectadores. Y eso es lo que consiguieron Ferreras y Ana Pastor en La Sexta.