“He vivido el personaje de ‘La sonata de silencio’ como un viaje hacia la oscuridad”
‘La sonata del silencio’, ‘Agirre Lehendakaria’ y ‘La catedral del mar’ y un único nombre, Daniel Grao. El actor catalán parece omnipresente, ya que también está de gira teatral con la obra ‘La piedra oscura’
PAmplona - El martes pasado se estrenó en La 1 La sonata del silencio y mañana martes se proyecta en el marco de Zinemaldia Agirre Lehendakaria. Pero Daniel Grao no para, entre manos tiene La catedral del mar, la obra de teatro La piedra oscura y está preparando un largometraje sobre José Antonio Agirre. Fue esta circunstancia la que le llevó hasta el documental de ETB. Grao está encantado con este proyecto y también con la serie de TVE.
En ‘La sonata del silencio’ es Antonio Montejano, un personaje muy duro, ¿no?
-En el fondo es un buen tipo, pero es una víctima más del machismo de su época, los años 40. En algún momento se va a convertir en ejecutor de ese machismo, algo que no se puede justificar bajo ningún concepto, pero es víctima de la presión social y del qué dirán.
¿La guerra civil es el trasfondo de la trama?
-Nunca vemos la guerra, pero sí vemos en una mirada atrás cómo era la vida del grupo de amigos antes de que todo estallase. Los Montejano no han quedado muy bien después de la guerra y los Figueroa, la familia que representa Eduardo Noriega, sí. Eran amigos, pero el final de la guerra lo cambia todo.
Usted va de libro en libro, ahora también está grabando ‘La catedral del mar’, una historia basada en una novela de Ildelfonso Falcones.
-Me voy un poco más atrás en la historia, llevamos dos semanas rodando y estoy muy contento con esta serie. Doy vida a un personaje maravilloso.
Salvando los siglos de distancia, ¿hay alguna coincidencia entre su personaje de ‘La sonata del silencio’ y el de ‘La catedral del mar’?
-Son totalmente diferentes. El personaje de La sonata del silencio ha sido un descenso a los infiernos, aunque los flashback que devuelven la historia a antes de la guerra parece un personaje luminoso y esperanzador.
¿En qué se convierte?
-En un ser resentido que no puede digerir su enfermedad, no puede sacar a su familia adelante y todo eso le llevará a una frustración que se va a transformar en ira. Pasará por adicciones de las que intentará salir y no podrá. La realidad le va a ir chupando y le llevará al fondo. Yo he vivido este personaje como un viaje hacia la oscuridad.
¿Más luminoso el de ‘La catedral del mar’?
-Sí. Bernat, mi personaje en La catedral del mar, también se mueve en un contexto muy duro y clasista. Él huye con su hijo, es un personaje que empieza agachando la cabeza y claudicando ante el feudalismo, pero el motor es su hijo y eso le va a hacer convertirse en un revolucionario.
En las series tiene usted muy mala suerte con las mujeres.
-Es verdad. Siempre son historias muy difíciles, o me dejan o mueren; siempre me sucede algo con ellas.
¿Qué le parece que la televisión esté centrando muchas de sus ficciones en historias contadas antes en un libro?
-Hay cosas que me gustan mucho, una es la serie cerrada, que tiene equis números de capítulos.
Una serie abierta puede ser la continuidad de un trabajo.
-Por supuesto, cuando estás en un proyecto bueno, deseas que dure. Como actor, la idea de hacer un proyecto que sabes cuándo empieza y cuando termina es algo que me da tranquilidad. Preparas mejor los personajes, los guionistas no te pueden jugar malas pasadas.
¿Tan malos son los guionistas?
-Ja, ja, ja? En una serie cerrada no pueden estirar ni modificar tu personaje de manera injustificada, tienes una novela de la que beber.
Hablemos de ‘Agirre Lehendakaria’.
-Hubo una coincidencia. Yo tengo un proyecto con una productora para hacer un largo sobre José Antonio Agirre; tiene más de una película la vida de este hombre, yo no la conocía antes, pero ahora me parece apasionante. En un momento se cruzó el documental.
¿Cómo ha sido el trabajo de este documental?
-Interesante, impresionante. He podido conocer a gente del mundo de la política y familiares.
Perdone, ¿tiene usted algún momento de descanso?
-Ja, ja, ja? Pocos, encima tengo dos hijos, con eso lo digo todo.
No se priva de nada, también ha sido Mario Conde.
-También conté esa historia, sí. Una historia muy de actualidad en estos momentos.
¿Se sintió bien escenificando los momentos de gloria de un banquero como Conde?
-Contamos su versión de la historia, la TV movie está basada en su libro Los días de gloria. Me acuerdo que fue un rodaje matador en cuanto al número de horas, yo tenía prácticamente todas las secuencias, pero disfruté mucho.
Supongo que preguntarle si había parecido entre usted y el personaje sobra, ¿no?
-Ja, ja, ja? Fue el primer personaje tan distinto a mí que hacía. Era diferente en todo: aspecto, energía y? Me lo pasé muy bien.
¿Tuvo que tratar con Mario Conde?
-Hablé con él después de que viera la TV movie. Estuvo muy presente Paloma, su secretaria. Me chivó algún tic. Cuando él la vio acabada, le gustó y me llamó para felicitarme.
Dicen que él es un encantador de serpientes, ¿se sintió así?
-Ja, ja, ja? Totalmente. Es que él es así realmente. Recuerdo que me lo pasó su secretaria por teléfono y me habló como si fuéramos amigos de toda la vida, es una persona realmente curiosa.