Le faltó humor a la noche electoral
La televisión ha sido el medio fundamental en las noches electorales. Pero esa página ya la estamos pasando, como demostraron los datos de audiencia del pasado domingo, en los que el consumo de televisión fue muy inferior al registrado en otras jornadas del pasado. Eso sí, La Sexta fue la más utilizada y mira que su información fue rácana ya que se refería constantemente al número de escaños que tendrían cada uno de los partidos y al porcentaje escrutado. Dos datos importantes a la postre, pero que desde luego no dieron el juego que otros más concretos en los que se podría ver el escrutinio a nivel local, provincial y por comunidades. La noche electoral tuvo todos los ingredientes para pasar a la historia pero se perdió la oportunidad. En buena parte porque la mayor parte de los partidos políticos se cuidaron de comparecer y cuando se asomaron resulta que lo hicieron al mismo tiempo. Eso hizo que mientras las mayoría de las televisiones conectaron con Pedro Sánchez, los discursos de Casado y de Ribera no fueran vistos ni escuchados hasta más tarde. Una coincidencia o un oportuno y educado “pase usted primero que no tengo ganas de hablar y muy poco que decir”. La comunicación electoral tiene sus tiempos y en plena etapa de la inmediatez que los tres partidos más votados elijan el mismo minuto televisivo para salir a dar sus explicaciones parece un chiste. Si lo pensamos bien, a las noches electorales les vendría mejor que los presentadores habituales fueran sustituidos por humoristas. En lugar de Ferreras y Ana Blanco, los datos y las conexiones con las sedes de los partidos los dieran Buenafuente o José Mota haciendo de Tío de la vara. No me digan que la noche electoral no hubiera triunfado si para cerrar el estreno de Vox en la ceremonia política repleta de banderas y correligionarios exultantes la hubiera cubierto Dani Mateo. Eso sí hubiera sido una noche electoral a la altura de estos tiempos de risas y lágrimas con que amenazan.