Elevar a David Bustamante a la categoría de actor debería ser delito. ¡Y de los gordos! Estoy seguro de que existe gente en prisión con menos pecado. Pero otorgarle, además, la similitud interpretativa del maravilloso Patrick Swayze significa escupir (y con flema) al séptimo arte. Algo así como si a quien escribe este texto, y a sus lucidas chichas, le proponen posar en calzones íntimos para Calvin Klein. Que podría ser gracioso, sí, pero también absolutamente burlesco e inapropiado. Y he aquí la cuestión de dicha polémica.

Porque existiendo decenas de actores y actrices de teatro musical en alarmante situación de paro prolongado, ocasionado tras el estallido de la pandemia del Covid-19 en marzo del año pasado, que Bustamante vaya a protagonizar a partir del próximo 28 de septiembre Ghost, el musical ha causado estupor en el seno de una profesión que está sufriendo mucho. El cántabro, eso sí, muy ilusionado ha agradecido en redes sociales la oportunidad: "Se trata de uno de los retos más ilusionantes, difíciles y maravillosos de mi carrera". Y razón no le falta, porque el de San Vicente de la Barquera está más que decidido a no cerrarse puertas a nada.

Más aún tras el palo gordo que ha supuesto para la familia, amigos y el entorno cercano la cancelación del concierto homenaje a Álex Casademunt en el WiZink Center de Madrid. Fue su eterno amigo de Operación Triunfo, con quien protagonizó (todo sea dicho) el primer éxito de su carrera: Dos hombres y un destino. Eran, eso sí, años de despiporre musical, fiestas, verbenas y guateques en exceso. Todo ello barnizado de una deficiente calidad melódica, totalmente alejada del nivel de la banda sonora de uno de los mejores filmes de comienzos de los 90. Imaginen, por un momento, las manos y el flequillo de Bustamante fusionados con la memorable escena de la arcilla de Ghost. ¿Ustedes lo ven? Quien escribe estas inocentes líneas tampoco.