Casi un millón de visitas en su myspace y dos nominaciones a los Premios de la Música son algunos de los contundentes avales que presenta Zahara. La artista andaluza presentará en directo el próximo jueves en Pamplona su primer disco, La fabulosa historia de... (título que se alarga más allá de las cuatro frases).

-Al margen de las sobresalientes cifras que te acompañan, si has batido algún récord es el de título más largo para un disco...

-Hay gente que lo conoce sólo como La fabulosa historia... (risas). Pensé que era algo que iba a dar mucho juego pero he acabado aborreciéndolo de lo largo que es (risas). Ahora simplemente digo La fabulosa historia de... Todo lo demás.

-En 1997 compusiste tu primera canción, 'Una palabra'. En estos trece años, ¿qué ha cambiado en tu música y en tu manera de afrontarla, ahora ya como profesión?

-Los pasos que he dado ha sido bastante paulatinos y todo ha sucedido poco a poco, de forma natural, algo que me ha venido muy bien. Por ejemplo, la gente que pensaba que tras lo de la Vuelta a España (su canción Merezco fue la banda sonora oficial en la pasada edición) no iba a poder salir a la calle, se ha dado cuenta de que no ha sido así. Y menos mal, porque me encanta ir a comprar el pan sin sentirme observada. Por otra parte, sí que es verdad que el proyecto ha crecido y, lo más importante, que he podido presentarlo en un montón de sitios.

-Zahara forma parte de ese pequeño club de artistas marcado por las buenas críticas generalizadas. ¿Tanto piropo asusta?

-Yo no me los creo. Tengo una abuela que me ha criado, estoy escarmentada. Cuando oyes tantas cosas buenas tienes que creerte la mitad y saber que hay otra mitad que no te dicen por algo... Lo que intento es hacer caso a lo que me ayuda a mejorar y rodearme de gente con los pies en la tierra que, al margen de lo bonito, me dicen lo que está regular.

-¿Qué queda de tu paso por la copla y el jazz en la Zahara actual?

-Siempre queda algo... Sobre todo de la copla, ya que ahora vivo en Barcelona, muy lejos de mi familia que está en Andalucía. Por ejemplo, cuando acabo un concierto y me piden otra, en lugar de tirar de repertorio me planto con un Ojos verdes; que ya me gustaría a mí cantarlo mejor (risas), aunque lo hago con todo mi cariño en recuerdo de mi abuela, que es quien me lo enseñó. Del jazz, que fue un estilo de música con el que estuve bastante tiempo, también me queda algo, como el poso de frescura, de improvisación o de intentar hacer algo distinto.

-Después de todo el trabajo que te ha costado llegar hasta aquí con sólo 25 años, y parafraseando tu tema Merezco, ¿todavía crees que te lo mereces por tonta?

-Hay días en los que me digo que no aprenderé nunca... (risas). El disco, al margen de intentar mostrar un lado positivo, cuenta con un leit motiv bastante negativo, en el que también se refleja mi vida, que es el de no llegar a tiempo a los sitios. Así que hice esta canción para ver si aprendía algo, pero tuve que perder otros tres o cuatro aviones más para reaccionar; ahora siempre llego como tres horas antes (risas). Siempre hay cosas que te suceden a las que te hubiera gustado estar más atenta, para que no te pillen de sorpresa, pero también creo que es algo propio del ser humano.

-Perdiste un avión y, ¿qué has ganado?

-Muchas cosas... Un disco, una canción y, sobre todo, tener algo más de responsabilidad. Pero, desde entonces, sigo perdiendo y ganando cosas; ni me lo merezco por tonta ni por lista.

-Precisamente, una de las características clave del disco es que las cuestiones negativas se cuentan, o se cantan, de manera tan feliz y optimista que no parecen malas.

-Sí, aunque no es algo que haga a posta... Por otra parte, soy una persona bastante optimista, aunque tengo mis días malos, como todos; pero, por mi educación y por necesidad, siempre intento ver lo positivo de las cosas. Lo importante es tener sentido del humor, capacidad de reírse de una misma y de resurgir de tus propias cenizas.

-¿Cómo compagina las dos caras de Zahara, la eléctrica y la acústica?

-Ahora me he reconciliado con ambas y las he intentado unificar. Es cierto que hubo una época en la que o iba sola o iba con un trío en el que cogía la eléctrica y hacía todo aquello que podía hacer cuando actuaba en solitario; vamos, que me embrutecía mogollón. Con el tiempo me he dado cuenta de que en el mismo concierto puedes tener tu parte más acústica y tu parte más bruta. De esta forma, en el directo, ahora, hay temas que me hago sola con la acústica y otros en los que acabamos gritando y con la distorsión a tope. Lo importante es intentar tener todo lo que tú eres en un solo concierto; por otra parte, antes de empezar a tocar, intento mirar al público, ver lo que ha, e intentar crear un vínculo. Y es que si estás sobre un escenario no es para tocar para ti, sino para ellos.