BILBAO. Con calor, mucho calor. Y no menos vatios. Todo un aluvión sónico. Así se inició ayer, a media tarde, casi en horario de siesta, la 5ª edición del Bilbao BBK Live Festival. Miles de aficionados, la mayoría jóvenes y mucha mujer, fueron incorporándose a las campas de Kobetamendi de manera escalonada y sin incidentes, para disfrutar con las primeras bandas del día, grupos como los locales Rise to Fall y los internacionales Bullet for my Valentine, que dieron el primer recital multitudinario de la velada, o Skunk Anansie, que introdujo los ritmos con matices menos heavies del día. Tras la apisonadora trash metal de Slayer, más de veinte mil fans vibraron con el show atronador y pirotécnico de Rammstein, cabeza de cartel de la velada.
Al quinteto vizcaino Rise to fall, creado en el Botxo hace 4 años tras la estela del death metal melódico escandinavo, le tocó bailar con la más fea y abrir el festival a las 17,30 horas. Pero la cosa había empezado antes. Mucho antes para los cientos de aficionados que tuvieron que soportar las colas para acceder el autobús en San Mamés, que repitieron luego en la entrada al recinto de Kobetamendi, que se abrió casi justo cuando Rise to Fall saltaron al escenario. Ellos fueron los primeros que lograron levantar los primeros cuernos al aire y air solos de guitarra imaginarios con sus ritmos machacones y cortantes, y la voz gutural de su vocalista, Dalay Tarda, que demostró tablas, garganta e imagen con sus dreadlocks. Tras presentar su disco Restore the balance, dijo agur invitando al escenario al cantante de No Drama, entre botes arriba y abajo de escena.
Al terminar, las camisetas, la mayoría negras y de grupos heavies, ya sobraban. Y eso que eran las 18 horas. Los puestos de intercambio de dinero no daban abasto -las barras de bebida todavía sí- cuando, tras un largo retraso, saltó a escena Volbeat, un curioso grupo que combina, en música e imagen, el mundo del metal más duro y cierto regusto punkabilly. Originarios de Dinamarca, se presentaron con la banda sonora del Elvis más baladístico y operístico. El sol pegaba de plano pero la gente saltó y bailó con la curiosa propuesta metálica de la banda, cuya peculiaridad es la aceleración de sus canciones en plan hardcore y atreverse con aires countrybillie. Además, versionaron el clásico I just wanna be with you. Se agradeció que se salieran de los patrones heavies más ortodoxos.
Algo que no hicieron los británicos Bullet for my Valentine, que firmaron el primer recital multitudinario de la velada, con miles de personas vibrando con su repertorio, algunos de ellos inmersos en pogos en las primeras filas que más parecían peleas callejeras.
Fueron los primeros en subirse al escenario principal, donde todo se magnifica. Este año, cuenta con 48 metros de boca, 28 metros de fondo y 17 metros de alto. Situado a 2 metros del suelo, para facilitar la visión de los espectadores más alejados de él, es el más grande jamás montado en el Bilbao BBK Live. Allí evolucionaron a sus anchas Bullet for my Valentine, cuarteto galés que repasó sus tres discos editados hasta la fecha y que sorprendió con una fortaleza mayor que en sus discos. Ante casi 10.000 personas, demostraron que no les falta agresividad, riffs contundentes y fortaleza vocal. De su último disco, Fever, convencieron con The last fight y Alone, con la que se despidieron.
Pasadas las 20 horas, se agradeció la salida a escena de Skunk Anansie. Los vatios se tomaron un respiro y el grupo liderado por la pantera Skin alivió nuestros oídos momentáneamente. Acompañados por programaciones y samplers, la banda, con su vocalista en plan estrella, ceñida, imparable y fibrosa, repasó clásicos de su carrera como Selling Jesus y Charlie Pig Potato, a la vez que estrenó cortes de su inminente disco nuevo, entre los que sobresalieron I can dream y My ugly boy.
FUEGO Y vATIOS Lo de Slayer resultó abrasivo, el aperitivo perfecto para recibir a los alemanes Rammstein, cerca de la medianoche. Su salida a escena se produjo tras la caída de una enorme bandera alemana que cubría todo el escenario y tras la que apareció el sexteto, acompañado de una gran explosión, a ritmo del marcial Rammlied. Su música agresiva y minimal prosiguió con B******, y en su primera parte, marcada por las explosiones de fuego y los trucos pirotécnicos, repasó a conciencia su último disco, Liebe ist für alle da. Al público no le importó que tardaran en llegar éxitos como Du hast, o parones como Frühling in Paris, ni la lluvia que hizo acto de presencia con intensidad a la tercera canción. El aguacero no apagó su fuego.