madrid. El realizador francés Michel Ocelot, cuya vida "cambió" con Kirikú, su personaje más famoso, del que ya ultima una tercera película, asegura que sus filmes son "caballos de Troya para entrar en el corazón de los adultos" y desvela su "sueño" de hacer una cinta ambientada en la España del siglo XVI.

Esa película, que Ocelot confiesa que le "gustaría mucho" llevar a cabo, tendría una estética "relativamente austera y al mismo tiempo barroca", con "hombres vestidos de negro y sus magníficos collarines blancos (gorgueras) sobre los que parecían reposar sus cabezas", a imagen de los personajes que pintó El Greco. Los personajes de Ocelot, considerado como uno de los autores más importantes y sorprendentes del cine de animación contemporáneo, tienen también ese aire ascético que transmiten las imágenes de El Greco, un pintor del que se declara "enamorado". A El Greco, Ocelot lo incluye en "la santísima trinidad" del Museo del Prado, junto a Velázquez y Goya, cuyas obras ha podido, por fin, admirar estos días en persona en la pinacoteca madrileña y en Toledo, "una ciudad de ensueño" que vivió uno de esos "momentos muy interesantes en España" en que "convivieron tres religiones". "Es una lástima que esa civilización se rompiera. Si ese modelo de convivencia hubiese sido exportado a América con la conquista el mundo sería diferente", señala.

Ocelot ha hecho una escapada a Toledo y visitado El Prado aprovechando su presencia en el Festival Internacional de la Imagen Animada (Animadrid) 2010, donde ha sido homenajeado y se ha proyectado su obra, caracterizada por el preciosismo en la imagen y el mestizaje en las técnicas que usa y en las temáticas que aborda. Ha habido incluso pases especiales de Kirikou et la sorcière (1998, Kirikú y la bruja) y Azur y Asmar (2006) para colegios franceses y bilingües, en los que los niños le obsequiaron con un recibimiento de "estrella de rock", según sus palabras, y a quienes hizo hincapié en la "suerte" de crecer "conociendo varias culturas". Una riqueza que Ocelot vivió en primera persona, pues se crió en África, donde sus padres ejercían de profesores.

Su respeto "absoluto" por otras culturas está presente en toda su filmografía, en la que hace confluir el gusto francés por lo barroco y depurado con la sabiduría de las historias nacidas del continente africano y la sensual y sensorial sensibilidad árabe.