"Mal día para pescar", una sólida historia de pícaros y perdedores

tudela. Arropado por una dilatada experiencia en cortos de 35 milímetros y en documentales televisivos, el uruguayo Álvaro Brechner presentó ayer su primer largo en el marco del Festival de cine Ópera Prima de Tudela. A medio camino entre la comedia y el drama, entre el western crepuscular y el cine negro, Mal día para pescar pone en pantalla un relato de Juan Carlos Onetti (Jacob y el otro). Estrenada en 2009 en Uruguay, ha recibido hasta 30 premios como los de Gijón, Lima (Perú), Varsovia (Polonia) y Mar del Plata (Argentina) además de representar a Uruguay en la sección de película de habla no inglesa de los Oscar. Este palmarés da idea de lo internacional que es su mensaje de perdedores en los que se entremezclan enredos de picaresca y gestos de auténtica amistad. No en vano, ayer el realizador contó la anécdota de que pasaran su película en un avión de Qatar bajo el lema "islámicamente correcta", "tengo curiosidad por saber que es lo que sería susceptible de quitar", añadió. Brechner indicó también que durante su proyección en Corea, "me parecía muy divertido ver cómo reaccionaban al humor latino. Ellos no entienden la picardía y sin embargo se reían con los gestos". Creada en 2009, aún está pendiente de proyectarse en Francia por lo que indicó que la vida de esta obra "es como de muy a poquitos, pero no me puedo quejar porque sé que soy un privilegiado".

La música del film tiene además un peso muy importante (realizada por Mikel Salas de Bajo las Estrellas) y va arrastrando al espectador a lo largo de la historia con momentos emblemáticos como cuando suena Lili Marlen o Funiculí Funiculá. Precisamente el ritmo de la historia demuestra el dominio del director del lenguaje cinematográfico, al que no es ni mucho menos ajeno dada su dilatada trayectoria con cortos.

El director uruguayo indicó que ya está preparando su segundo largometraje, "ya existe un guión y ayudas para desarrollarlo".

argumento Mal día para pescar nos sumerge en la vida de dos peculiares buscavidas que viajan por toda Latinoamérica como los antiguos charlatanes del lejano Oeste. Orsini (posible heredero de la corona italiana) es el empresario que ofrece a su pupilo Jacob van Oppen para que luchen contra él. El forzudo, ex campeón mundial de lucha libre, es un alcohólico al que no se puede controlar y que sólo se calma cuando Orsini le canta la conocida canción de Edith Piaf. Cuando llegan al pueblo de Santa María el manager hace público que dará 1.000 dólares a quien pueda resistir tres minutos sobre el ring con el forzudo Jacob. En la contienda se presenta un rival más difícil de lo que pensaban, un joven alto que trabaja en un almacén y al que apodan El Turco por su largo bigote.