Iñaki Kreator: 20 años
La sala de Aizoáin ha acogido a grandes y reputados dj, pero la fiesta de esta noche superará en emotividad a todos ellos, ya que el escenario principal pondrá su alfombra roja para recibir a uno de los padres de la electrónica foral
Iñaki Kreator, con el permiso de Chus Liberata y GarcyNoise, es a la música electrónica en Navarra lo que al rock son los Rolling Stones o Bob Dylan. De él han bebido muchos de los dj forales que ahora bregan en las salas locales, estatales e internacionales. Veinte años dan para mucho pero Iñaki Calvo hizo el esfuerzo para EL CAMALEÓN de intentar resumir una trayectoria que daría, sin duda, para escribir un libro; libro que contaría en buena parte la historia de la música electrónica en Navarra.
-Origen.
-Como muchos de los dj de mi época, yo venía del rock duro, en mi caso bastante punk y hardcore; de hecho, formé un grupo, con el que ofrecimos varios conciertos, que se llamaba Karkoma. Yo contaba entonces 17 años y frecuentaba mucho el Iris, que era un bar metalero de Pamplona. Curiosamente, los dueños de ese local abrieron un after, en el año 90 más o menos, que se llamaba Scream, en la trasera de Reverendos, y me dijeron que, como me gustaba mucho la música, a ver si quería pinchar. Y yo les respondí: "Música electrónica, pero si eso es de pijos" (risas). Y es que en aquellos tiempos todo lo que era discoteca, era de pijos (risas). Pero el caso es que algo me llamó la atención y, un día, decidí pasarme por el garito. Allí me encontré a Chus (Liberata) pinchando como residente, con los mismos años que yo (17). Durante los primeros meses, la electrónica se pinchaba de seis de la mañana a dos del mediodía, hasta que al final se pasó del rock y se convirtió en un local solo de electrónica. El nombre de Kreator me lo puse, evidententemente, porque ése era mi grupo favorito.
-Aprendizaje.
-Hay que tener en cuenta que ahora, aunque no seas dj, casi todo el mundo sabe lo que es una mesa o unos platos. Pero en aquellos años nadie tenía idea de nada. De esta forma, cuando me dijeron si quería poner unos discos, yo les dije que sí, pero me puse tras los platos y me entraron unos nervios... Nunca he pasado tantos, de hecho, no pude poner discos porque temblaba y raaas, saltaba la aguja. Eso sí, recuerdo perfectamente que la música de aquella época era cojonuda, incluso te podría decir los primeros 50 discos que me compré uno a uno. Y por otra parte, lo bueno era que se podía mezclar todo, uno de electrónica con otro de Sisters of Mercy, por ejemplo. Cuando me puse a pinchar, me quedé alucinado porque solo se trataba de unir canciones y darles cierta coherencia, ¡qué divertido! Lo malo es que, entonces, no había nadie que te enseñara la técnica, los únicos eran Bobby Gómara, que tenía un programa llamado Bongo Bongo, era residente de Sector y tenía un gran control musical; y Txus, que tenía un dominio absoluto. Yo, como era músico, el concepto de cuadrar y crear ya lo tenía dentro, lo de mezclar y ecualizar lo he tenido que desarrollar solo.
-Evolución.
-A los pocos días de pinchar en el Scream, ya entré como residente. Ellos tenían un taco de 25 discos y con eso nos pegamos tres meses, hasta que me di cuenta de que eso no podía ser y me dediqué a buscar la música que me gustaba. En aquellos años estaba la tienda Spuk, en el Multicentro Carlos III, que tenía buena música... Pero a los seis meses, sin saber inglés, ya me fui a Londres a comprar discos. Y, de hecho, entre el 90 y 94 me hice cuatro o cinco viajes; hay que tener en cuenta que los vinilos valían en Londres cuarenta pesetas, así que yo me venía con cientos de discos. Y, además, estaban los maleteros, oficio que ya no existe y en el que yo trabajé ocho años. El primero fue Kiko Vinilo, que se plantaba en el bar, con una maleta cargada de novedades, se pegaba toda la noche contigo, te iba poniendo cachitos entre canción y canción y, al final, los que te gustaban, se los comprabas. Como decía, yo me recorrí todo el Estado vendiendo discos de esta manera para Planet Music.
-Trayectoria.
-Del 90 al 94 tuve un boom importante porque apenas había dj y estaba en todos los sitios, tanto en Navarra como en el Estado. Por ejemplo, en Sanfermines cogimos el Erreleku entero y pinchaba, yo solo, de siete de la mañana a siete de la tarde, los doce días de fiestas; y no me dopaba. Aquello fue increíble porque venía gente a verme de todos los sitios, desde Ibiza hasta Alemania. El siguiente paso en mi carrera ya fue internacional, porque pasé a pinchar en Francia (gracias a un contacto en Burdeos, donde veraneaba), en el año 95. Como anécdota, cuando me llamaron por primera vez para pinchar en Francia, de la emoción, quemé la cocina de mi casa, porque me había dejado unas salchichas en el fuego; incluso me tuvieron que llevar al hospital por la intoxicación de humo (risas). En Francia llegué a tocar cuatro años seguidos en un festival parecido a la Love Parade de Berlín, que acababa con un fiestón en un hangar con 40.000 personas. El siguiente escaparate, o escalón, fue Suiza, en el año 1998, donde también tuve la suerte de pinchar en la Love Parade. A finales de la década de los noventa, en Suiza y, principalmente, en Francia murió todo lo que tenía que ver con el techno, que es lo que va a pasar aquí o está pasando. De hecho, desde 2003, no he vuelto a tocar en ninguno de estos dos países y me centré en Navarra y España. Y hasta ahora.
-El estilo.
-A Kreator siempre se le ha relacionado con el techno, pero cualquiera que me haya conocido de verdad sabe que es algo que no tiene ningún sentido. Yo, si soy sincero, tengo que decir que, en cierta manera, sigo pinchando lo mismo... Evidentemente no pongo el mismo disco, pero sí el mismo tipo de sonido, lo que no impide que haya evolucionado. Si le ponemos etiquetas, podemos decir que yo arranqué con el techno, y sigo con él, pero evolucionado. Lo que sucede es que, con los años, se han producido muchas ramificaciones, como el drum and bass o el break beat, que son sonidos mucho más negros, más fresquitos, que aquí no se han tocado... Pero yo siempre los he tenido. Realmente, toda la electrónica, excepto el acid o historias de muchos instrumentitos, la he tocado y la sigo tocando. Siempre he tocado todos los palos, lo que sucede es que cuando pinchas, te adecuas a cada fiesta concreta.
-Techno.
-Para mí, son texturas o sonidos irreales, que me atraparon desde el principio. Por ejemplo, los sonidos de la guitarra, el arpa o el teclado me encantan... Pero les falta algo porque siempre son ellos mismos, aunque los pases por 20.000 cosas. En la electrónica, no; tú, si tienes claro lo que quieres y cuentas con los medios adecuados, puedes llegar a lograrlo. En este sentido, a mí, la sensibilidad que me da el poder crear un sonido, es impagable.
-Formaciones.
-Primero empecé en solitario, como Kreator, faceta que sigo desarrollando a día de hoy. El primer grupo vinculado a la música electrónica que formé fue 3Tap, que era una especie de fusión electrofunky. Lo integrábamos Mikel Salas, Teto Irisarri, Jaime y yo. Dimos unos cuantos conciertos... Pero es que, yo, con los grupos no he funcionado mucho porque lo de repetir y repetir no me va. El siguiente grupo que formé fue El Círculo, vinculado al hip hop, una música que siempre me ha gustado, junto a David y Asier. En este caso, dejé la formación porque no me gustó la cultura del rap, en la que todos son batallas para ver quién es el mejor; y a mí, lo de mejores y peores nunca me ha convencido. Tras esta historia, monté, junto a Mikel Salas, El Mito, un proyecto con el que solo ofrecimos tres conciertos pero que, quizá, sea el que más me ha gustado de todos. Mikel tocaba la guitarra pasada por mil efectos y yo estaba con mis máquinas, con un resultado muy chill out, muy espiritual. Este proyecto se quedó por el camino, simplemente, por falta de tiempo de ambos. Seguido a esto monté Chit Chat, con el objetivo de meter distintos elementos de efectos especiales en mis directos. Para ello, me acompañó en un principio Joan, con el scratch. De esta forma, montamos fiestas temáticas, con performance o juegos de fuego. Y, finalmente, el último ha sido Chit Chat Sex Band; que nació cuando me di cuenta de que el proyecto necesitaba un cantante; sobre todo para darle un concepto de grupo. Yo conocí a Sam, un cantante americano, hace nueve años, y desde entonces desarrollamos el proyecto juntos. De hecho, ahora hemos montado un sello propio para poder editar nuestras canciones y bandas sonoras.
-Producciones.
-El primer disco que saqué fue producido por Planet Music y patrocinado por Coca-Cola, no te digo más. El productor flipó cuando llegué con una cajita de ritmos mínima (risas), pero al final salió algo interesante. Pero, realmente, mi primera producción la hice en 1999, Zizur Gheto Kaos. La pagué de mi bolsillo y tuvimos que ir a la República Checa, con 500.000 pesetas, y hacerlo allí. Tuve suerte porque se hizo muy buena promo y casi todos los grandes artistas, como Jeff Mills, la llevaron en su maleta, e incluso llegó a oírse en el Sönar. Era un tema de techno muy rápido con velocidad bastante agresiva, alienígena, duro y ácido. Desde entonces no he dejado de producir, y, si tuviera que elegir, destacaría las siguientes: Txikitu Bearra, que fue un remix de un tema del grupo Patagonia (2000); después le seguiría la canción que me editaron por ganar el Elektronikaldia (2003). Posteriormente, junto con Kiko Vinilo, creé el sello Ktech, con el que edité un disco bajo el título A weapon of mass seduction (2004). En este trabajo entró por primera vez Sam a la voz, en un tema electro. También me gustaría destacar el remix que hice para un sello de Berlín, que llegó a los primeros puestos de las listas europeas y mundiales. Pero, las más importantes, son las que vamos a editar en nuestro propio sello, Musex, con los que ya hemos sacado 16 referencias y tenemos otras 50 a punto de editar. De hecho, la idea de este sello es buscar nuevos talentos y darles la oportunidad de poder editar sus temas, además de las nuestras de Chit Chat Sex Band. n
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