El teatro sucede en presente. Lo que vemos sobre el escenario es vida, algo real que está ocurriendo en ese instante, que representa una situación humana y vivaz que está ahí para ser contemplada en un momento concreto. Pero el teatro también es memoria que se hace viva, tiene la capacidad de evocar un pasado y traerlo al presente. E incluso de referir un futuro como si fuera real. El teatro es tiempo, depende de él y lo hace más vivo que nunca. Por todo ello, Tiempos vivos es el lema de la ceremonia de entrega de los 28º Premios Max de las Artes Escénicas – Pamplona Iruña, que encuentra en la idea del transcurrir su eje central. La gala, escrita y dirigida por la creadora Ana Maestrojuán (Pamplona, 1976), se celebrará el próximo lunes 16 de junio en el Teatro Gayarre de Pamplona. Es la primera vez que los galardones más importantes de las Artes Escénicas en España visitan la Comunidad Foral.
“La reflexión es: primero, vivir la vida, vivir el presente, para poder plantearnos el futuro que queremos tener”, señala Maestrojuán sobre la historia que narrará desde las tablas del Gayarre. “Tuve la oportunidad de elegir el tema protagonista de la gala, así que pensé en algo que me pudiera remover, porque creo que el motor de los y las artistas es contar cosas desde lo que nos conmueve”, continúa.
Las edades del teatro
“En el teatro hay muchos tipos de tiempo”, argumenta Maestrojuán. “No hay un tiempo único: hay presente, pasado y futuro, hay un tiempo distópico, un tiempo irreal… de ahí que el lema sea en plural”, refiere la dramaturga sobre una proclama que aspira a servir como “una gran reivindicación de las artes vivas”. “El teatro provoca que la gente salga de sus casas, vaya a ver un espectáculo, se relacione con el resto del público… el adjetivo de vivas es lo que le diferencia de otro tipo de artes”, explica la autora de obras como La Malpagá.
Con el punto de mira en el momento escénico, la ceremonia pretende ensalzar y servir de homenaje a los distintos elementos que componen y dan su razón de ser a las artes escénicas: “Cada bloque estará ligado a cómo se transfigura el tiempo en la danza, en la música, en la palabra”, cuenta Maestrojuán. “Queremos abordar las diferentes perspectivas de este concepto entre las diversas disciplinas y áreas que tiene nuestro trabajo: la vinculación entre tiempo y espacio, tiempo y movimiento, tiempo y voz...”, añade la dramaturga, que adelanta que la ceremonia también servirá de reivindicación de las diferentes etapas vitales que atraviesan las artes escénicas: “Tener un elenco de edades muy distintas es otra forma de subrayar esa idea: que el tiempo es mutable y también cambia”, adelanta.
Equipo
Dentro de esa travesía por las tripas de las artes vivas, la música tendrá un papel preponderante: “También trabajaremos con diferentes tempos musicales”, adelanta Ana Maestrojuán, quien ha querido encargar la dirección musical de la ceremonia a un compañero habitual, Gorka Pastor, pianista, arreglista y compositor pamplonés.
Pastor no será ni mucho menos el único navarro que acompañará a Maestrojuán en el proceso de creación de la gala. El equipo artístico está integrado casi exclusivamente por profesionales de la Comunidad Foral. Por ejemplo, el director de iluminación será David Bernués y Edurne Ibáñez ejercerá de directora de figurinismo. Todas ellas son creadoras y creadores con quienes Ana Maestrojuán ya ha trabajado en el pasado: “Necesito apoyos, necesito puntos de vista, convergentes y divergentes. Necesito amigos y compañeros que me ayuden y me cuestionen… Por ello he querido contar con profesionales en los que confío”, reconoce agradecida. La excepción será la bilbaína Ikerne Giménez, que ejercerá como directora de escenografía, de la que avanza “está siendo una gozada conocerla y descubrir su trabajo de cerca”.
El humor como salvavidas
Lo que sí conoce a la perfección la directora de la gala de los 28º Premios Max es el Teatro Gayarre, el flamante escenario donde se celebrará la ceremonia. “Es un espacio muy pequeñito, así que voy a jugar a favor de sus características, pero teniendo en cuenta sus limitaciones”, confiesa la dramaturga, cuyo objetivo es “aprovechar los recursos que ofrece, enseñando sus tripas y sacando partes de la acción fuera del propio escenario”.
El Teatro Gayarre es uno de los emblemas de Pamplona, un espacio cuyo patio de butacas aún conserva su forma de herradura italiana, propia de los teatros de ópera del siglo XVII: “Como estamos hablando del concepto de tiempo, jugaremos con el contraste entre el marco tan clásico que ofrece el Gayarre y una propuesta de estilismo más moderna o contemporánea”, sugiere la creadora de la ceremonia sobre una escenografía que también tendrá en cuenta que el espectáculo será retransmitido por televisión: “La escenografía debe tener una entidad propia que no se coma el espacio, pero que también funcione a cámara”, explica. “Ha sido una manera diferente de trabajar, pero también muy enriquecedora”, detalla.
Todo ello en una gala en la que también habrá espacio para la risa casi por “cuestión vital”, tal y como plantea la artista pamplonesa: “El humor forma parte de mi manera de ser. No sé hacerlo de otra manera. Es necesario echarnos unas risas y reírnos de quienes somos, ¿no?”, reconoce. Y en la que no faltará tampoco el guiño a las generaciones futuras, a través de la participación de la Escuela Navarra de Artes Escénicas (NAEE) como parte del elenco: “La escuela se puso en contacto con nosotros para darnos las gracias por mencionarles cuando me eligieron como directora y para ofrecer su colaboración; entonces me pareció que la presencia de estos jóvenes actores y actrices en la gala podría ser una buena manera de representar el futuro y el presente de nuestras artes escénicas”.