SOY un enamorado de Navarra, de sus tres zonas: la húmeda, la seca y la semiseca, y cuando entro me doy cuenta de que hay algo distinto en su tierra en su gente y en su color". Estas palabras las pronunció el fotógrafo donostiarra Sigfrido Koch Arruiti en 1980, después de que le encargasen un trabajo etnográfico sobre la Comunidad Foral. "Navarra es una sorpresa continua y todo lo que ofrece es de gran interés", continuaba este artista guipuzcoano, nieto de Willy Koch, y cuya obra se expone durante estos días en Pamplona. Bajo el título Tierra roja apasionada, la sala de armas de la Ciudadela acoge, desde el pasado viernes y hasta el próximo 13 de noviembre, más de 30 instantáneas que Koch capturó entre los años 70 y los 80, la mayor parte de ellas en territorio foral. El nombre de la muestra coincide, según explicó una de sus hijas en la presentación de la exposición, con el título de un poema de otra de sus descendientes y responde "al amor que sentía nuestro padre por esta tierra, a la que hemos estado siempre tan unidos", explicó la diseñadora Arraitz Koch.
En la muestra, escogida personalmente por sus hijas, dos de las cuáles han continuado la profesión de su difunto padre, se aprecia claramente el cambio que sufrió el estilo del donostiarra a finales de la década de los setenta. En su primera etapa, justo después de acabar su etapa de formación que se concentró en Alemania y Bélgica, el sentimiento de nostalgia que Koch sentía hacia su tierra se refleja en su trabajo. Su primera época está representada en la muestra a través de una serie de retratos, sobrios y equilibrados, en los que destaca el predominio del blanco y negro. Los rostros corresponden a las gentes del Roncal de la época, ya que Koch busca mostrar cómo era la vida en el norte de la comunidad a través de personas concretas. Según explicó Arraitz Koch, parafraseando al crítico de arte Francisco Javier San Martín, "un pelotari, un levantador de piedras o un anciana junto a la ventana, fotografiados por Koch, aspiraban a constituirse como representación global de todos los pelotaris, ancianos o levantadores de piedra.
estilo muy personal
Trabajo a contracorriente
Lo cierto es que Koch trabajó, por norma general, a contracorriente. En una época donde la mayor parte de los fotógrafos buscaban la nitidez y la claridad que les permitían lograr las modernas cámaras, el estilo del donostiarra se aproxima a la llamada fotografía artística y los primeros pasos del avant-garde de las primeras décadas del siglo XX.
El cambio en el estilo que vivió Koch está claramente representado en la muestra de la Sala de Armas y, aunque puede resultar muy brusco para el espectador, lo cierto es que hubo una transición que se aprecia principalmente en su obra Gaviota. Como explicó su hija y también pintora, Edurne Koch, fue a partir de los ochenta cuando comenzó a interesarse por la abstracción, los contrastes violentos y las armonías fuertes. "Parece como si al prescindir de personajes y paisajes, en los que había un vocabulario de contención y silencio, Koch se hubiera sentido libre para dar rienda suelta a un estruendo de color", señala San Martín. El empleo de diferentes técnicas pictóricas, que van desde la macro al trabajo sobre negativos, engloba imágenes en las que desaparecen los personajes y paisajes, y el color se convierte en el principal protagonista.
Lo cierto es que las instantáneas expuestas a un lado y otro de la sala parecen de dos fotógrafos con estilos completamente distintos. Aunque a todas las imágenes, según apunta San Martín, están tomadas "por un fotógrafo artista".