Síguenos en redes sociales:

"El cielo de Pekín es una realidad sospechosamente parecida a un filme de ciencia ficción, y eso acojona"

El Foro Auzolan trajo ayer hasta Pamplona a Miguel Espigado, uno de los jóvenes y prometedores valores de la nueva literatura estatal. El escritor salmantino presentó su última novela, 'El cielo de Pekín', exprimiendo las palabras sobre los acordes de su guitarra Fender

"El cielo de Pekín es una realidad sospechosamente parecida a un filme de ciencia ficción, y eso acojona"J. Bergasa

pamplona. Parapetado tras sus gafas de sol, con el Nobel esperando en una mesa sorprendida por el sol de octubre que nunca brilla en Pamplona, Miguel Espigado se presta a la conversación sobre su última novela, El cielo de Pekin. Una aventura de seis personajes que chocan frontalmente con una realidad que supera la ficción, una aventura que se nutre, respira y supura la experiencia del autor en la capital del país más poblado del mundo.

Se plantean en el foro Auzolan, para comenzar a hincarle el diente a tu nueva novela, cómo sobrevive el individuo en la capital de China. Vayamos un paso más allá, ¿existe el individuo en Pekín?

Yo diría que sí, porque Pekín ya no es lo que era... Ahora mismo tenemos a un montón de extranjeros que están acudiendo a Pekín, como en épocas anteriores se viajaba a Nueva York o a París, a buscarse a sí mismos. En este sentido, se plantea una lucha entre el individuo y la ciudad; y no solo entre extranjeros occidentales, sino también entre los propios chinos, que se siente extranjeros cuando llegan a Pekín.

Al hilo de esa sensación, has definido a esa gran ciudad como el nuevo centro de la Tierra, ¿por qué?

Creo que tenemos identificados los centros con occidente: Estados Unidos, Europa... Y tenemos que empezar a aceptar que China, concretamente Pekín, es una capital mundial que ahora mismo ostenta más poder que otras muchas. Se crean sinergias a través de las que las empresas hacen negocios potentes o se suceden reuniones en las que se decide el destino de todo el mundo. Me parecía interesante recalcar que hay un nuevo centro mundial y que Pekín es uno de los referentes clave.

La ficción se supone preeminente en 'El cielo de Pekín', pero todo indica que cuenta con un poso real, e incluso autobiográfico, muy importante.

Tanto mi vida como la de los que me rodeaban como las historias que me iban llegando son las piezas del puzzle... Un puzzle que construye algo totalmente diferente; pero el material de construcción son experiencias vividas en primera persona y observadas en gente cercana.

Has utilizado la realidad para llegar a la ficción, pero, ¿de qué manera has utilizado la teoría de la literatura, materia en la que eres licenciado, para llegar a la 'realidad' de la literatura?

Me he dado cuenta de que tengo muy pocas cosas que decir de mis propias novelas (risas). Es diferente, ya que la experiencia con tu propio libro es íntima y vital, no tan intelectual como con los libros de otros. Es muy difícil teorizar sobre algo con lo que te has implicado emocionalmente tanto... Y sobre todo en un libro como éste, que se basa en una experiencia de vida.

'Súper ego', tu anterior libro, planteaba el fracaso como consecuencia de no aceptar las imperfecciones. ¿Pekín es el nido perfecto para imperfecciones o el nido imperfecto para todas las perfecciones?

En Pekín me he encontrado un relato de perfección que se daba de bofetadas con una imperfección a pie de calle, que saltaba a la vista. Ese contraste tan potente de la propaganda que vende el Gobierno sirve en bandeja como única versión de la realidad, porque existe censura y no existe la libertad de expresión, y lo que se palpa a pie de calle es tan salvaje que se convierte en lo más reseñable. La palabra que ellos utilizan es armonía... Y, ¿cómo se teje una visión de la armonía del país que luego se desmiente a través del día y de la mera observación de la calle?

Esta anterior aventura literaria la regalabas...

Prácticamente todo lo anterior a El cielo de Pekín ha acabado en la web. Creo que, sin llegar a ser un Ghandi de la literatura, con las herramientas actuales se debe marcar un equilibrio, saber cuándo hay que regalar y cuándo hay que cobrar. En la medida está el gusto. Creo que ahora los escritores tienen los medios y cierta responsabilidad a la hora de distribuir su obra gratuitamente, lo que no quita para que también se escriban libros comerciales.

Escritor y crítico literario, ¿éste binomio aunado en la misma persona genera conflicto?

No sé hasta qué punto es recomendable que un escritor haga crítica, porque al final se crean afinidades, redes de amigos... Y, ¿hasta qué punto sigues siendo imparcial? Desde luego es una cuestión que te hace comerte la cabeza. En resumen, yo creo que un buen crítico no debiera escribir. El problema es que, en este sentido, ya no quedan críticos puros.

El cielo de Pekín, no el material, ¿es una quimera, una utopía?

El cielo de Pekín es una realidad sospechosamente parecida a una película de ciencia ficción, lo cual acojona bastante. Lo bueno de trabajar en China es que puedes hacer ciencia ficción basada en la mera realidad, ya que ésta es demasiado distópica. El cielo real de Pekín es una capa de mugre solidificada que, de vez en cuando barren los vientos del norte y que, cuando no lo hacen, el Gobierno tiene la tecnología para modificar el clima, y lo hace. Es decir, el Gobierno decide qué tiempo va a hacer mañana

'El cielo de Pekín', ¿marca el inicio del sueño que significa poder vivir de la literatura?

La verdad es que sí, pero se trata de un sueño y de una realización personal. A nivel público le doy la importancia que tiene, ni más ni menos, pero, íntimamente, sí es un sueño cumplido. Por seguir con el paralelismo entre música y literatura, un escritor no puede ir a un local y lanzar su literatura por el aire y que ésta te golpee la cara; necesita que alguien decida abrir el libro y leer. Salir del armario, siendo escritor, es más difícil; y si no fuera por la comercialización de la novela, todo eso sería invisible. Para mí ha significado pasar de ser un hombre invisible a ser visible.

Aunque no se trata de una propuesta estrictamente original, en tu caso, ¿por qué has decidió mezclar música y literatura en las presentaciones de 'El cielo de Pekín'?

Antes de dedicarme a la literatura pasé toda mi adolescencia en grupos de garaje y en bandas de rock, siempre con la guitarra en todos los saraos. Por lo tanto, es mi forma natural para intentar darle una dimensión... Concretamente, respecto a las presentaciones, contaba con la idea de utilizar un pedal looper para samplear cosas en directo y leer por encima, sin que quedara todo muy atropellado. Así que me compré los cacharros y me puse a ello, ya que me parecía una forma de presentar la novela más escénica que un tío leyendo en una mesa.

Para acabar, ¿se puede tener alma viviendo en Pekín?

Yo creo que no. El alma es una sustancia en contra de los valores que Pekín impone a sus individuos. ¿Se puede tener el alma de las personas? En China se ha intentado, creo, durante unos años. Se anuló el individuo y la sensibilidad personal en beneficio de un colectivo. Quizá ahora, la gran esperanza, lo que brilla más de Pekín, es que eso está desapareciendo y, cada vez hay más hay mucha alma en China, y los chinos tienen una mayor posibilidad de ser ellos mismos.