Madrid. Isabel Sartorius ha presentado su libro de memorias Por ti lo haría mil veces (MR Biografías), en el que relata cómo los problemas de sus padres influyeron en su infancia y también la etapa en la que estuvo saliendo con el príncipe Felipe. En el libro, que salió a la venta ayer, da a conocer la cara oculta de su vida y hace partícipes a los lectores de la particular relación que mantenía con su madre. "Mi madre ha sido el eje de mi vida, la condicionó de una manera determinante. Estábamos tan unidas, la quería y me preocupaba tanto que me até a ella. Luego, esta unión tan intensa nos enredó por completo y dejó en mí la semilla de un trastorno que marcaría mi futuro».
Con el paso del tiempo, Isabel descubrió que esa relación tan estrecha que mantenía con su madre tenía un nombre: codependencia. «Codependiente es aquel que ha permitido que el comportamiento de otra persona le afecte y que está obsesionado por controlar dicho comportamiento". Ese era mi caso, y conocer su explicación me ayuda a seguir tratando de superarlo». El espíritu de superación fue lo que impulsó a Isabel a contar sus vivencias, con el fin de que su caso pudiera ayudar a otras personas en la misma situación: «Solo confío en que el camino que yo he recorrido como codependiente pueda servir de apoyo a otros». Por ti lo haría mil veces es un libro que habla de Isabel y de su experiencia. «Y si sale ahora, es porque solo desde que murió mi madre he podido reunir las fuerzas necesarias para escribirlo», asegura la autora.
"Los problemas de mi madre comenzaron cuando se casó en segundas nupcias". Isabel Zorraquín Ibarguren, madre de Isabel Sartorius había fracasado en su primer matrimonio con Vicente Sartorius, marqués de Mariño y poco después se casó por lo civil con el político peruano Manuel Ulloa, con quien se fue a vivir a Lima. Allí comenzó su verdadero calvario, pues Ulloa la inició en el mundo de las drogas. "Mi madre se sentía muy sola y se refugió en la droga porque sentía que había fracasado en su segundo matrimonio", afirma Isabel. "Un día, estaba yo en la habitación cuando entró Cecilia. Isa, he visto a mamá meterse unos polvitos blancos por la nariz. Ya está Ceci con sus historias, mamá. Dice que te ha visto meterte unos polvos blancos por la nariz. ¡Qué tontería¡ Ya sabes cómo es tu hermana. No le hagas ni caso (...)". "Acabé enredándome en su propio laberinto, donde entré sin saber en realidad qué era la droga; sin tener ni idea de la adicción que crea, de cómo destruye a quien la consume, de que mata. Lo fui entendiendo mucho después, conforme lo vi en mi madre. Su camello era un policía cercano al entorno del Gobierno. Era él quien le pasaba la coca a mi madre, lo hizo durante mucho tiempo, hasta que Manuel le pilló y tomó cartas en el asunto. Entonces mamá tuvo que buscarse la vida, como cualquier drogodependiente, con amigos, con artimañas, encargos... Al final, me ofrecí a ayudarla yo misma. No le dije a mi madre que no iba a ningún sitio, que ya estaba bien que tenía que dejar de meterse esos polvos. Al contrario, la ayudé porque pensaba que era lo correcto. Me mandaba a por ella y yo iba: habría hecho cualquier cosa".